Se aprecian distintos enfoques sobre la línea de acción más conveniente
para los partidos políticos. Hay algunos
que disimulan su preferencia, aunque su comportamiento los pone en
evidencia.
Ellos consideran que lo inteligente por pragmático es permanecer más o menos inactivos y silenciosos en el debate político, confiando en que en la elección presidencial del 2019 podrán ocupar ciertas parcelas de poder, sobre todo en el área legislativa. Esta es una posición explicable si se toma en cuenta que quienes la asumen no tienen mucho que esperar de la confrontación política, la que exige energía y capacidad para el combate.
Mas o menos en la misma línea, aunque menos
pasiva, están los que confían en que la obra realizada por los alcaldes de
oposición dará dividendos políticos capitalizables en las elecciones de
2019. A este enfoque esperanzador y en
la misma línea de robustecer las bases populares, se suma la de restablecer el
contacto orgánico de las direcciones nacionales con las bases partidistas, que
los partidos tradicionales habían abandonado hace mucho tiempo.
Desde el punto de vista teórico, estas
estrategias tienen fundamento político, sin embargo, son poco realistas. Estamos viendo que de manera arbitraria, con
atropello descarado de la Constitución, fueron destituidos mediante juicios
amañados y están en la cárcel los
alcaldes Diego Ceballos y Enzo Scarano,
y el CNE dócilmente convocó a elecciones
en esos municipios para el 25 de Mayo; y ya está en camino al patíbulo
Gustavo Marcano, Alcalde de Lecherías (Anzoátegui). La espada de Damocles está lista para
cortarle el mandato a todo alcalde de la oposición que no entre por el
aro. Será muy difícil por lo tanto que
los alcaldes de oposición puedan hacer obras capitalizables en votos para las
elecciones del 2019.
Este riesgo se multiplica si la oposición no
hace resistencia pacífica, pero activa, resuelta, permanente. Menos mal que los estudiantes lo han venido
haciendo, con admirable valentía cívica encabezando la protesta popular.
Sin
embargo la resistencia estudiantil no es suficiente. En Venezuela se ha venido aplicando el modelo
cubano, que tiene como columna vertebral el partido único y el pensamiento
único. Si ese modelo sigue aplicándose,
si la acción política no lo derrota, a pesar de la miseria que tienen tan cerca
todos los venezolanos terminará imponiéndose ese modelo ya fracasado en todos
los países donde se aplicó.
Octavio Lepage
olepageb@gmail.com
@Octaviolepage
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