El domingo pasado, en el programa de José
Vicente Rangel, el ministro Rafael Ramírez ofreció una confesión extraordinaria
que, sin embargo, no tuvo demasiadas consecuencias.
Fue un striptease de lujo.
Daba para el escándalo y la indignación en todos los bandos, para la
reunificación del país con una caída múltiple de todas las quijadas. Ante el
inevitable tema de Cadivi, el super-funcionario explicó la tragedia nacional de
esta manera: "Lo que estaba sucediendo antes es que veíamos cuántas
divisas teníamos pero su utilización estaba sin una planificación, no quiero
decir ni siquiera adecuada sino que no existía planificación". De
inmediato, con gran espíritu periodístico y ninguna complacencia, Rangel
ripostó: "En este momento, ¿ya hay divisas suficientes?". Y toda la
audiencia, aun con las mandíbulas en el suelo, se preguntó qué tienen que ver
las nalgas con las pestañas.
Pero
ni siquiera de esa manera el periodista pudo salvarlo. Ya el daño estaba
escrito. El vicepresidente del Área Económica del país nos dijo que el gobierno
lleva más de diez años repartiendo miles de millones de dólares sin ningún
diseño, sin proyecto y, por tanto, sin ningún tipo de control. Es probablemente
la confidencia más impúdica que ha hecho el oficialismo en los últimos tiempos.
Porque no solo reconoció la responsabilidad criminal del gobierno en el manejo
de los dineros públicos, sino que además lanzó un dardo sobre la fantasía
revolucionaria. Le abrió un agujero a listas, los discursos, las noticias, los
espacios televisivos, las horas que los altos funcionarios pasan en la TV y no
en sus oficinas, las miles de campañas, las miles de cadenas, las marchas y
contramarchas, las canciones, las gorras...? ¿Cómo se administra la mentira en
el país?
Se
trata de un procedimiento rápido y eficaz. Del asesinato de Mónica Spear, en un
tris saltamos a la imagen del presidente denunciando que la oposición
distribuye droga en los barrios para sabotear el plan de paz del gobierno. Y
dice que tiene pruebas, que muy pronto las dará. Frente a cada problema,
siempre hay una inmediata creación mediática. Todo responde a una lógica
distinta. Tenemos un gobierno cuyo proyecto no es gobernar sino crear e imponer
una nueva hegemonía cultural.
Planifican
sus campañas comunicacionales más que las finanzas públicas. Les conviene
administrar mejor los símbolos que los dólares. Todo es parte del mismo
ordenado caos cuyo único beneficiario siempre es el gobierno. El Estado se ha
convertido en una inmensa agencia de publicidad que nos propone otra realidad. Mientras
en el hospital José Gregorio Hernández se suspenden las operaciones por falta
de insumos médicos, en el cuartel de la montaña se realizan actos pomposos
sobre las heroicas victorias revolucionarias. Ese es el precio de la ficción.
En las ceremonias del poder, suenan cañones y resucita la patria. Cerca, en el
hospital de Los Magallanes de Catia, no hay antibióticos, ni jeringas, ni gasa.
Ahí, la patria ni siquiera tiene anestesia..*.
@Barreratyszka
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