Una
nueva dirigencia tendría que reconstruir el país con una población
improductiva...
Siempre
habrá Venezuela fue el título de un libro con el que uno de los hacedores de la
Venezuela que heredamos, Miguel Ángel Capriles, intentó sembrar su optimismo
nacionalista por encima de los recurrentes desaciertos que constantemente
ennegrecían el horizonte del país.
Sin duda, siempre habrá Venezuela, por más
de que ahora esté adjetivada y sea bolivariana, pero la Venezuela de hoy ya
nada tiene que ver con la que vivimos durante gran parte del siglo XX.
No sólo
variaron las circunstancias y los líderes políticos actuales no tienen la
estatura de los que sembraron la democracia sino que, por encima todo, ya no
somos la misma gente.
El venezolano cambió. ¿Podemos ser optimistas sobre el
futuro que le espera a los venezolanos de hoy?
Muchas personas perciben a
Venezuela como un país lleno de oportunidades y potencialidades y sienten que
si tan solo se diese un viraje y hubiese un gobierno medianamente eficiente las
perspectivas de la nación cambiarían.
Las posibilidades de futuro de Venezuela,
sin embargo, ya no dependen de la recuperación de su menguada industria
petrolera, no residen en cambios en la política económica y ni siquiera están
atados al orden legal y a las transformaciones institucionales. Con todos los
factores a favor, todavía nos encontraremos con los demonios desatados por la
Revolución Bolivariana: el desmembramiento de la red social que requerirá de
por lo menos una a dos generaciones para volverse a formar.
Por
más que una nueva elite ilustrada (que no se ve en el horizonte) llegara
sorpresivamente al poder, esa nueva dirigencia tendría que reconstruir el país
con una población dependiente, improductiva y mantenida por el Estado, con un
cuerpo social maleado, adverso al delicado equilibrio de derechos y deberes
ciudadanos y nutrido en el resentimiento, la violencia, la altanería y la
anarquía. El odio del motorizado contra el conductor de automóvil que intenta
cambiar de canal en la Francisco Fajardo repercute más en nuestro desarrollo
que los cambios en el patrón energético.
@axelcapriles
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Completamente de acuerdo con usted. La Venezuela que existió hasta Enero 1999 se acabó y no volverá. Basta de nostalgias, pues aquélla tampoco era perfecta y de sus entrañas salió Chavez y su grupo. El reto de aquella persona a quien en un futuro no cercano le corresponda, a su vez, girar la tuerca del destino que esa Venezuela tenga, será inconmensurable. Todo cambia y Venezuela cambió, esta vez para peor
ResponderEliminarProfesor Axel Capriles:
ResponderEliminarEl pesimismo que respira su artículo es muy razonable. Nuestro actual régimen está amparado por fuerzas invencibles, por ahora; pero no un "por ahora" de una o dos generaciones como usted supone, sino por más de tres o cuatro; a menos que surja de improviso un "mesías" político que invierta el curso de las cosas. Mientras tanto -un largo "tanto"-, es ley ineludible que un régimen fuerte someta a una oposición débil,pues es imposible combatir con armas desiguales. Le remito al refrán clásico: " Si el cántaro da contra la piedra, mal para el cántaro."