Tal
y como algunos lo avizorábamos, el gobierno de Paraguay parece que decidió
hacer borrón y cuenta nueva con el impasse que tuvo frente a sus socios y a
Venezuela en la ocasión del ingreso ilegal de este país a Mercosur.
En
esa oportunidad, Argentina, Brasil y Uruguay aprovecharon la suspensión de
Paraguay de las instancias decisorias del bloque comercial, para admitir a
Venezuela como miembro de pleno derecho, y así superar el obstáculo que
representaba la no aprobación por parte del parlamento paraguayo, del Protocolo
de Adhesión, el cual requería, según la normativa mercosuriana, la unanimidad
de todos las partes contratantes.
Para
tal suspensión, el impeachment contra el expresidente Lugo, calificado
impropiamente de “golpe de estado”, fue el pretexto; aunque se admitió,
incluso, por José Mujica, que aquella medida contra Paraguay no se ajustaba a
derecho.
Pero
las realidades son las realidades. Tarde o temprano, Paraguay iba a volver al
redil, condicionado como está por factores internacionales políticos y
crematísticos.
Sus
circunstancias geográficas y económicas no le permiten un amplio margen de
maniobra en el entorno al que pertenece. Está condenado a ponerse de acuerdo
con sus socios más próximos, lo cual le obliga a hacerse la vista gorda frente
a humillaciones sufridas.
Con
el gobierno de Venezuela, beneficiario directo de la suspensión mencionada, se
inició, hace unos meses, un proceso de acercamiento estimulado por Dilma
Rouseff. Hoy, Argentina y Brasil están
presionando fuertemente al gobierno de Paraguay para que se avenga a una
solución respecto del ingreso irregular de Venezuela a Mercosur. Pero la
cuestión, desde el punto de vista jurídico, no es de fácil solución. Los argentinos, incluso, propusieron a
Paraguay que éste asuma la presidencia pro témpore en Enero próximo, en lugar
de Argentina, a quien le correspondería por ley, a cambio de que reconozca la
membresía de Venezuela antes de fin de año.
No
hay que olvidar que Maduro, a la sazón canciller, al momento de la
defenestración de Lugo, azuzó a los militares paraguayos a desconocer tal
decisión constitucional, y por esa acción de injerencia fue declarado persona
non grata.
Estas
asperezas, por lo visto, están siendo limadas a la fecha. Paraguay y Venezuela
reanudaron relaciones diplomáticas. No obstante, habrá que esperar cuál es la
opinión definitiva del parlamento, pues hay resistencias, particularmente, en
el Partido Colorado.
Por
otro lado, debemos recordar que Paraguay mantiene una deuda importante con
nuestro país; son 300 millones de dólares por concepto de productos energéticos
suministrados por PDVSA, lo cual representa alrededor del 5% de la deuda
externa de aquella nación.
El
canciller paraguayo se ha manifestado proclive a volver a Mercosur y así poder
defender los intereses paraguayos, “no se puede seguir en un limbo jurídico”,
ha dicho. De allí que su gobierno haya reenviado al parlamento el Protocolo de
Adhesión de Venezuela para que sea considerada su aprobación.
A
esto se suma la premura que existe de cara
la negociación con la Unión Europea, de la cual no quiere estar fuera
ese país.
Da
la impresión que la “vuelta” al embrollo mercosuriano la encontraron, como era
de esperarse. Los gobiernos argentino y brasileño están muy activos para
finiquitar el problema. Jorge Capitanich (Arg) y Marco Aurelio García (Bra)
están encima del asunto.
Queda
sólo saber si pasa la prueba del senado paraguayo.
Desde
Venezuela seguimos esperando si los Protocolos de Ushuaia sirven para algo.
Emilio
Nouel
emilio.nouel@gmail.com
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