Abolir la esclavitud en Venezuela en el siglo
19 no fue suficiente, ya que el Estado se comprometió a indemnizar a los “amos”
por cada hombre que tenía bajo su mandato y cuenta la historia “que al darse el
pago, los “recién liberados” quedaron sin tierras ni posibilidades de educación
o alimentación”. El artículo 54 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela dice: “Ninguna persona podrá ser sometida a esclavitud o
servidumbre. La trata de personas y, en particular, la de mujeres, niños, niñas
y adolescentes en todas sus formas, estará sujeta a las penas previstas en la
ley”.
Lo peor de todo es que el asunto queda en
letra muerta, en decretos que no se cumplen. En el actual siglo 21, continuamos
en un proceso de franca y sostenida esclavitud y tal como reza en la Biblia:
“…somos llevados como borregos al matadero”. La razón es que de manera
individual o colectiva, cada uno de los venezolanos, nos hemos convertido en
esclavos de las circunstancias. La tan ansiada libertad resulta una utopía en
la boca y pensamiento de cada habitante de este territorio deprimido por la
anarquía de la clase gobernante.
Según un nuevo estudio, casi 30 millones de
personas en el mundo viven en condiciones de esclavitud, de los cuales la mayor
parte viven en India, China, Pakistán y Nigeria.
Hemos sido sometidos a una secreta y
silenciosa estrategia para vivir en cautiverio de nuestras propias necesidades,
lo que implica la esclavitud. Los ejemplos son de variadas características:
Tenemos una economía pobre que nos hace esclavos de las dádivas que otorga el
gobierno en dólares y con ello, se dispara la devaluación y la inflación, que
es la verdadera máquina demoledora de nuestro dinero. Por lo anterior, somos
esclavos de la corrupción porque en Venezuela, el modo de vida imperante es el
robo y el atraco, debido a la pobreza y a la oportunidad que tienen los recién
llegados de meterle la mano a las arcas públicas.
Somos esclavos del odio y la venganza porque
nos impiden crecer bajo el entendido de que cualquier forma de talento e
inteligencia, es negación contra los intereses y propósitos del gobierno de
turno. De modo que un pueblo, con talento o
inteligencia, es aplastado por los que no razonan. Somos esclavos del
espionaje y la censura, del teléfono móvil, la televisión, de la salud, el
desempleo, las cadenas, el crimen y el engaño al reconocer que hemos caído en
la enorme trampa de que el país está bien, pero en ebullición, a punto de
explotar. Somos esclavos del gobierno.
¿Qué pena se aplicaría, según la
constitución, a esta aberrante forma de gobierno? Cada uno debe decidir si
termina o continúa la vida que lleva sobre sus hombros, donde Venezuela se ha
convertido en el país de lo posible y lo imposible. Lo posible porque cualquier
hijo de vecina puede llegar a ser presidente y de lo imposible, porque al igual
que el sueño americano, en Venezuela se derrumba minuto a minuto la posibilidad
de tener lo que cada uno aspira. El diputado 99 es esclavo de la compra de su
conciencia.
Ante todo esto, la música y otras
distracciones, también nos esclaviza, porque recurrimos a ellas para evadir la
calamidad y pesadilla que permitimos invada nuestra existencia. Y así llegamos
a convencernos que no hemos salido de la esclavitud. Por mi parte, me he
convertido en esclava de mis palabras y de lo que escribo. En ambas está
tatuado el sello de la liberación.
@susanamorffe
www.desdelaisla.hazblog.com
SUSANA MORFFE
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muy bueno su articulo, sobre economia habemos los que estamos trabajando y contamos con su suma a ello.
ResponderEliminarHay que ACTUAR y dejar de quejarse.
http://carlosyepez.blogspot.com/2013/01/los-politicos-buscan-votos-y-cargos.html