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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

martes, 15 de octubre de 2013

MARIANO NAVA CONTRERAS, ANGELA MERKEL EN VENEZUELA

La verdad es que Ángela Merkel en Venezuela hubiera sido todo un fenómeno político. No fue miss, no fue actriz de telenovela, no canta bingo ni reggaetón, no toca cuatro ni pinta paisajes del llano, no es beisbolista, no “se hizo las lolas”, no se deformó la cara a punta de botox, ni siquiera es buena echando cuentos.
Su aspecto no puede ser más aburrido. Su cara es la de una abuela pendiente de hacerles las arepas a los nietos. No se le conocen escándalos amorosos, ni siquiera se sabe bien quién es su marido ni su familia. Su currículum tampoco puede ser más cansón, pues siempre se dedicó a la política. Casi no habla y cuando lo hace, poco y parco, es para decir lo que hay que hacer. Punto. Y también para decir que no quiere tener ningún liderazgo mundial ni planetario, que no le interesa. Y, sin embargo, acaba de arrasar por tercera vez en las elecciones alemanas, quedándole muy poco para tener la mayoría absoluta, y es sin duda la mujer más poderosa sobre la tierra. Pero, ¿cómo puede ser esto posible?
También hay que decir que la campaña electoral alemana no pudo ser más extraña a nuestros ojos tan tropicales y bananeros. Dudo que se hayan repartido neveras ni lavadoras chinas. Tampoco se hicieron listas de damnificados, ni se comenzaron a hacer movimientos de tierra en terrenos expropiados con el cuento de construir para los pobres soluciones habitacionales que, ya se sabe, nunca se harán. Tampoco se hicieron histéricos anuncios de magnicidios y conspiraciones increíbles, ni mucho menos se comenzó a decir que en estas elecciones se jugaba el destino de la patria grande, que estas eran las elecciones más importantes de la historia, que “los ojos del mundo estaban puestos en Alemania”, que ahora sí nos vamos a fregar para siempre si ellos ganan, y cuantos armagedónicos vaticinios y amenazas apocalípticas cabe imaginar.
Menos aún comenzaron a destaparse oportunas ollas de corrupción, una más cochina y retorcida que la otra, con el fin de inhabilitar a los opositores. Nada de eso. Las elecciones alemanas son rarísimas. No migraron electores, no votaron muertos, no hubo “voto asistido” innecesario, no aplicaron “operación morrocoy” en las mesas mayoritariamente opositoras, no dejaron abiertos algunos centros de votación después de la hora para hacer “operación remolque”, nada que denunciar a los “observadores” de los “países amigos”. Nada. Ni un muertico.
En la mañana la televisión alemana anunció que se habían abierto las mesas y en la tarde hubo un programa especial en el que unos periodistas leyeron estadísticas económicas. En la noche, a pocos minutos de haberse cerrado las mesas, se anunciaron las tendencias “irreversibles” (¡cómo olvidar la palabrita!), los perdedores reconocieron su derrota y la señora Merkel salió muy contenta a decir que mañana iba a decir lo que había que hacer. Y lo más extraño: dijo que iba a gobernar con una “coalición” (¿alguien recuerda la palabra?). Ya está. Sin bochinches ni tiroteos. Definitivamente, esta gente no tiene sangre en las venas.
Pero hay que decir que en general la política alemana, y Alemania toda, es también extrañísima. Los alemanes no luchan contra el imperio, no quieren redimir a los pobres del mundo, no les interesa salvar el planeta ni devolverle el equilibro a la galaxia. Aceptan a regañadientes un liderazgo económico porque saben que les conviene una Europa próspera y estable. Es todo. Se conforman con que las cosas sigan bien, o sea, que el país siga funcionando, que es lo mismo. Esto significa que no se vaya la luz, que haya seguridad, que haya alimentos, infraestructura y que los sueldos alcancen, que los servicios y las instituciones funcionen, que el país siga siendo una potencia. ¡Cómo se nota que no son hijos de Bolívar! Estos señores carecen de la más mínima ambición intergaláctica. Será por eso que no financian a piqueteros, intelectuales y cuanto folclórico, poeta o titiritero de izquierdas va por el mundo. El Instituto Goethe se limita a enseñar el idioma y la cultura alemana y ya. ¡Qué rara esta gentecita!
Yo de verdad, por más que lo intento, no puedo entender cómo puede haber una cultura política más extravagante e inexplicable. Tampoco comprendo cómo existen en el mundo dos países tan diferentes. En lo que respecta a nosotros, lo que puedo decir es que antes al menos nos esforzábamos por remedar a los países avanzados. Ahora ni eso.

Mariano Nava Contreras
marianonava@gmail.com@MarianoNava 


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