En la primera constituyente democrática del siglo XX algunos tenían razones y mitos para exigir la expulsión de los jesuitas, que habían entrado al país sigilosamente, gota a gota, desde 30 años antes El líder comunista Juan Bautista Fuenmayor luchaba por una constitución sin nombrar a Dios y contra la “tiranía jesuita”: “Creo –decía– que hay allí una cosa que llaman Compañía de Jesús, que es la que tiene verdaderamente tiranizada a la Iglesia católica venezolana”. No se quedaban atrás algunos adecos, como el diputado González Cabrera, quien, según el diputado Rafael Caldera: “Si pudiera lograr la supresión de todos los colegios católicos, sincera y abiertamente, lo haría (…) Él posee la obsesión de la Compañía de Jesús. Él ve a los jesuitas hasta en la sopa”. En 1948 la expulsión de los jesuitas estuvo cerca, pero no se dio.
Mientras esos candidatos al exilio se atrevían a soñar con la creación de una universidad católica, el inteligente y visionario caraqueño P. Carlos Guillermo Plaza sj convenció a los obispos para aprobar en 1951 su creación confiada a la Compañía de Jesús; luego ganó para la idea a jesuitas, gobierno y laicos católicos. Vencidos todos los obstáculos, en medio de circunstancias políticas excepcionales, en octubre de 1953 nació, en casa prestada por el colegio S. Ignacio, la Universidad Católica: pobre, modesta, con grandes sueños y con más colaboradores voluntarios que bolívares para pagarles.
La modesta semilla se hizo árbol frondoso y de ella nacieron la Universidad Católica del Táchira (1962), la UCAB-Los Teques unidos a los hermanos salesianos (1986); la UCAB-Guayana (1995), la UCAB-Coro en alianza con las hermanas salesianas (1995). De acuerdo con los clichés y caricaturas político-ideológicas, la Católica sería una escuelita parroquial para sifrinos, defensores de la dictadura y de la derecha… Pero hubo sorpresas:
Antes de la primera graduación (1958) estudiantes y profesores despiertan las iras de la dictadura por firmar un manifiesto subversivo en noviembre de 1957, quemar en acto público el periódico del gobierno y cantarle “Abajo cadenas” al dictador; mientras, el rector Pedro Pablo Barnola (jesuita venezolano) va preso por enviar a Pérez Jiménez una carta de desacuerdo y libertad. Como diría él mismo meses más tarde: “Estuvimos prontos a jugarnos el todo por el todo”, a pesar de la amenaza del cierre.
De España vinieron como refuerzos los PP. Manuel Pernaut y Luis María Olaso. El P. Pernaut era hombre apasionado y de excepcionales dotes pedagógicas para enseñar economía en el aula y en la TV con imágenes del toreo. A su muerte el presidente Betancourt lo acompañó una hora en el velorio por gratitud y lealtad hacia quien fuera gran defensor de sus políticas económicas en momentos difíciles de crisis.
Al P. Olaso miles de juristas (de la UCAB y UCV) le deben su visión trascendente del Derecho y su compromiso social en defensa de la dignidad humana. Excepcionalmente, fue el primer director de Derechos Humanos en la Fiscalía de la República, desde donde defendió por igual la dignidad de los campesinos atropellados en Cararabo y de los presos.
Al año de su fundación, en 1954, el orientador espiritual P. José María Vélaz cultivó en la Católica, con jóvenes voluntarios, la semilla de Fe y Alegría que pronto encontró en Catia tierra sedienta de educación y fértil alianza popular con Abraham Reyes. Juntos hicieron la primera escuela pobre y audaz de la que volaron las semillas para crear más de 1.200 escuelas y centros en 19 países con millón y medio de alumnos. No se agotó ahí la inspiración social de la UCAB y hoy miles de jóvenes se hermanan en los barrios con las comunidades en proyectos sociales. Lo social no es un añadido, sino el sello de identidad y el modo de entender la responsabilidad universitaria desde la inspiración cristiana.
La UCAB, con 60 años y 80.000 egresados en Táchira, Guayana, Caracas, Coro y Los Teques; con posgrados en varias ciudades, es obra de la Iglesia, con colaboradores religiosos, laicos y sacerdotes. Una decena de universidades de inspiración católica ha seguido su camino.
Con la democracia, los enfrentados de 1947-48 maduraron hacia el reconocimiento mutuo y se unieron en la construcción de una universidad pública plural y variada. Hace poco, cuando Maduro criticó a Virtuoso por defender las universidades autónomas siendo él rector de una privada, éste lo corrigió diciéndole que la UCAB por espíritu y por ley es universidad pública. La democracia superó el viejo Estado docente exclusivo por uno que promueve y articula la pluralidad de iniciativas educativas de la sociedad. El presidente Caldera le celebró en Miraflores los 80 años al comunista Juan Bautista Fuenmayor, quien invitó a jesuitas, cuyo provincial (P. Arturo Sosa) y el rector de la UCAB (P. Luis Ugalde) participaron gustosos.
Reconocernos diversos y construir juntos es la vida de Venezuela; el sectarismo excluyente es su muerte. ¡Felicitaciones UCAB! ¡Por muchos años más!
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