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miércoles, 24 de abril de 2013

FELIPE GUERRERO, ME ROBARON TODO MENOS LA ESPERANZA

Una canción es un diálogo entre el artista y el público. De la intención que tiene el que crea  la interpretación hasta quien disfruta de la música, se recorre un camino en el que todo se filtra a través de las vivencias del que recibe ese mensaje.
En estos días visité Tadea, el hermoso caserío donde transcurrió mi niñez. En esa serena aldea de la montaña andina en donde hace muchas lunas existió una ermita que sirvió de taller para que un ángel cincelara el rostro del viejo Cristo de La Grita, está radicado desde hace muchos años el viejo Luis.
Don Luis como respetuosamente lo identifican los vecinos es un gran conocedor de la vida rural, porque ha compartido gran parte de su existencia en total armonía con la naturaleza.
El reencuentro sirvió para compartir lecciones de vida. El viejo Luis descubrió una hermosa interpretación de Joaquín Sabina en donde el bardo asegura que le despojaron del mes de abril. Ocurrente como siempre, el viejo Luis me aseguró que si a Joaquín Sabina «alguien le robó  el mes de abril, a mí me intentaron robar toda la vida»; en referencia a la memorable ejecución de esa poética melodía en la cual el cantautor español, pregunta:  «¿Quién me ha robado el mes de abril?. ¿Cómo pudo sucederme a mí?. ¿Quién me ha robado el mes de Abril?», para inmediatamente responder «Lo guardaba en el cajón donde guardo el corazón».
Don Luis forma parte de esos esforzados campesinos, honestos y laboriosos trabajadores, que han sufrido los rigores del hampa en los últimos años.
Con el fondo musical de Joaquín Sabina, el viejo Luis me comentó que le habían robado la única una yunta de bueyes que siempre le servían para trabajar. En otra oportunidad  Según su relato, unos encapuchados le robaron la vaca y el domingo mientras asistió a la misa le robaron las gallinas.
Luego de aquel interminable rosario de hurtos, de saqueos, de ratería,  de atracos y de pillaje; alzando sus brazos al cielo Don Luis sentenció: Ahora los pillos sin capucha me asaltaron y llegaron al extremo de intentar robarme mis creencias y mis sueños pero como al maestro Ignacio Figueredo no pudieron robarme mis ilusiones. Inmediatamente aquel honesto campesino comenzó a deletrear muy lentamente sus recuerdos para hablar del maestro Figueredo: No había fiesta en el llano ni baile joropo sin el arpa mágica del indio Figueredo. Sus dedos acariciaban las cuerdas y se prendía la alegría y brotaba incontenible el ancho río de su risa prodigiosa.
Se la pasaba de pueblo en pueblo, anunciando y posibilitando la fiesta. El, sus mulas y su arpa, por los infinitos caminos del llano.
Una noche, tenía que cruzar un bosque espeso y allí lo esperaban los bandidos. Lo asaltaron, lo golpearon salvajemente hasta dejarlo por muerto y se llevaron las mulas y el arpa.
A la mañana siguiente, pasaron por allí unos arrieros y encontraron al indio Figueredo cubierto de moretones y de sangre. Estaba vivo pero en muy mal estado. Casi no podía hablar.
Hizo un increíble esfuerzo y llegó a balbucear con unos labios entumecidos e hinchados: «Me robaron las mulas». Volvió a hundirse en un silencio que dolía y, tras una larga pausa, logró empujar hacia sus labios destrozados una nueva queja: «Me robaron el arpa». Al rato, y cuando parecía que no iba a decir nada más, empezó a reír. Era una risa profunda y fresca que, inexplicablemente salía de ese rostro desollado. Y en medio de la risa, el maestro Figueredo logró decir: «Me robaron casi todo,  ¡Pero no pudieron robarme la música!».
Y… Como espantando los temores, el viejo Luis sentenció: A mí también me robaron casi todo,  ¡Pero no pudieron robarme la esperanza!. Aquí dejo las fuerzas que no pudieron robarme... aquí dejo la esperanza que no lograron quitarme... Repartiré todas las palabras que jamás estuvieron dispuestos a escuchar... porque por medio de esto, yo seguiré vivo...
Como al Indio Figueredo y al viejo Luis ¡No pudieron robarnos la esperanza!.
felipeguerrero11@gmail.com

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1 comentario :

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