La vida del hombre al llegar a la edad media,
es decir a los 50 años, comienza a declinar en varias áreas, según los expertos
en la materia. No se trata de una enfermedad, sino de un proceso biológico
natural, que inevitablemente termina con ciertos “bajones” desencadenantes,
incluso en las características personales. Es más, los especialistas hablan de
la “crisis de la edad media de la vida”, con todos los ingredientes de una
tormenta vivencial que juega un rol
importante en las relaciones con los demás.
El punto debe tener importancia en la vida
política, porque el individuo que rige el control y representación del país,
llámese gobernante, mandatario o presidente, pasa también por cambios, a veces
hormonales, y de toda índole en su estructura con las consecuentes
manifestaciones. Sin embargo, otros especialistas sostienen que los 50 suelen
ser la edad de la experiencia en el hombre, empañada con los temores a
envejecer, depresión y cambios intensos y bruscos. Por eso, observamos ciertas
manifestaciones en estos personajes que suelen producirse por su estatura
biológica diferente, con reacciones de mal humor. Pareciera que no es fácil
luchar contra los componentes internos.
También se plantea que a la edad de los 50 es
cuando se comienza a apreciar los objetivos planteados de los 30 o 40 años de
edad, los que han sido alcanzados de manera fortuita, con las consecuencias que
trae no estar preparado para algo distinto a lo soñado. Al final, todo tiene
que ver con la historia personal de cada uno. Es lo que argumentan los
especialistas.
En esta campaña electoral, tenemos a dos hombres
que optan al solio presidencial con edades diferentes, el opositor Henrique
Capriles Radonski con 40 años de edad y por el oficialismo Nicolás Maduro Moro
con 50. Ambos con visiones distintas sobre lo que es el poder y de regir los
destinos de la nación. Uno de ellos, se fue preparando a través de una carrera
política sostenida en cargos gubernamentales; el otro, se formó en las lides
propias de la vida de un hombre para alcanzar su mejor medio de vida y luchar
por ideales de la masa trabajadora. A
uno le gusta y practica el deporte, el otro lo observa.
Lo cierto es que nos enfrentamos en estas
próximas elecciones presidenciales del 14 de abril, a dos individualidades con
similares historias biológicas, pero con los mismos problemas de la edad, el deseo
de reconocimiento a su actividad de tantos años en uno, y en el otro completar
una responsabilidad adquirida, intentando establecer que tiene una amplia
capacidad y vital madurez.
“El castigo del mentiroso no consiste en
absoluto en que no sea creído, sino en que él no le puede creer a nadie más”. George Bernard Shaw
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