El país va mal y nos dirigimos hacia
algo peor, abramos los ojos y enfrentemos la realidad, basta de seguir
decepcionados o fingiendo como si nada pasara.
Lo que sucederá de ahora en adelante
nos afectará a todos, callarnos, escondernos, volvernos apolíticos o
indiferentes no nos salvará de sufrir las consecuencias.
Se trata de escoger entre una vida
digna o vivir de rodillas. El momento es vital para la libertad, para continuar
siendo ciudadanos o convertirnos en esclavos de un sistema que se instala para
ponernos al servicio de los delirios de nuestro Atila tropical.
Así como el otro, a su paso dejará de
crecer la hierba en el territorio nacional. No lo digo en sentido figurado, ya
que la verdad es que es muy poco lo que se produce en Venezuela.
Desde que este gobierno comenzó
arruinando los productores agrícolas, como parte de una política de estado, el
80% de lo que consumimos es importado. Detrás se desplomó la industria y con
ella las fuentes de trabajo.
Toda forma parte de una decisión
política dirigida a convertirnos en pobres y dependientes para podernos
controlar. Pronto si queremos seguir comiendo, tendremos que someternos a
cuanto capricho se le ocurra al mandamás en sus monólogos televisivos.
Venezuela se cae a pedazos y nos vamos
acostumbrando, nos cortan el agua y la electricidad y lo aceptamos, sin exigir
responsabilidades, corremos de un mercado a otro buscando café o azúcar y no
hay nadie preso por los millones de kilos de comida que se pudrieron.
Nos quedamos callados y sin protestar,
ya ni nos parecemos a nosotros mismos. Temerosos, silenciosos, sin combatividad
esperando que otros hagan lo que no asumimos. Esperando un mesías o eso que
llamamos “oposición” como si fuera algo externo a nuestra propia
responsabilidad.
La oposición somos todos, los que
creemos que este país está mal gobernado, olvidamos que el presidente está allí
para servirnos y no para crear una maquinaria que controle poderes,
instituciones y los recursos económicos de los venezolanos, todo al servicio de
los planes que elaboró con Castro y el foro de Sao Paulo.
Venezolanos somos todos y es tiempo de
exigir que se nos respete como ciudadanos, no aceptamos estar al servicio de
una ideología política ni de un partido. Es hora de expresarlo de manera
contundente, antes de que sea demasiado tarde y antes de que construyan un
estado comunista o comunal como pretenden meternos gato por liebre.
Todo tiene un límite y pienso que hay
que decirlo en alta voz. Todos queremos un país donde se acabe la pobreza,
deseamos trabajo, oportunidades para estudiar y vivir en paz. Sobre todo
necesitamos un país donde podamos circular sin caer victimas de una de esas bandas
que actúan por toda la ciudad sin ser importunadas, de manera extraña no tiene
que exilarse, o censurarse, ni le aplica la lista Tascón, ni tan siquiera
reciben una multa millonaria, tal como se lo aplican a cuanto venezolano
denuncia los atropellos del gobierno.
¿Qué está pasando en nuestra
sociedad?, ¿por qué se ha sembrado tanto odio en nuestro pueblo?, ¿por qué
intentan dividirnos? si no es para aplicar la máxima “divide y vencerás”.
La corte del Maquiavelo local lo tiene
claro, cuentan con el asesoramiento castrista, su objetivo desmoralizarnos para
ir acaparando todos los espacios de acción, para impedir definitivamente
cualquier capacidad de respuesta.
Una gran responsabilidad la tiene
nuestros políticos, o se actualizan y proponen salidas eficientes o perderán el
momento histórico, o se “embragetan” y se fajan de frente, o la ciudadanía los
dejará de lado antes de que se den cuenta.
Cosa no lo deseo, estas líneas son un
llamado angustioso de un venezolano que está viendo cómo se muere la esperanza
ante la incertidumbre. Percibiendo como el centralismo autoritario pretende
destruir las regiones y sus gobiernos locales.
Para ellos la cosa es sencilla un país
desarrollado económicamente con estados produciendo y resolviendo los problemas
de sus habitantes es algo que no pueden controlar, por lo tanto hay que
acabarlos, asfixiarlos, destruir el progreso democrático, arrebatarle
competencias y recursos, violentar las elecciones directas de nuestras
autoridades regionales, creando cargos anticonstitucionales, lo único que
consideran importante es que todo termine en manos del partido de gobierno, con
un pueblo convertido en rebaño de ovejas.
Cada uno tiene que convertirse en
soldado de la libertad, desde nuestra trinchera defender nuestros espacios
regionales, con la misma fe y coraje con la que lucharon por la libertad
nuestros héroes patrios.
La constitución venezolana prevé sus
propios caminos de protección, la acción decidida de todos exigiendo su
cumplimento, es necesaria para impedir un modelo de sociedad contrario a
nuestra razón de ser y a la herencia histórica.
Venezuela recorrió un camino doloroso
contra las dictaduras, muchas vidas quedaron en el camino para alcanzar la
democracia y la libertad, los partidos políticos y el pueblo venezolano pagaron
una cuota muy alta y hay que reconocerlo. Todo eso no puede desaparecer porque
alguien se infiltró en las fuerzas armadas, intentó dar un golpe de estado,
actuar fuera del ordenamiento jurídico, para luego terminar instalando una
“dictadura constitucional”.
Nos encontramos frente a un Gobierno
que no le gusta la libertad de pensamiento, por eso tiene que cerrar cualquier
medio de comunicación que no controle, trata de imponer un sistema donde
desaparezca la propiedad privada, donde se controle la producción y la
distribución de los alimentos para controlarnos por el estómago.
Enfrentamos una reforma de la
educación, destinada a formar los hijos de los venezolanos como soldados
castristas; a nuevas regulaciones de la televisión y del internet, para que solo
sobreviva el pensamiento del Partido Rojo.
Un supuesto proyecto de sociedad que
de construcción conceptual no tiene nada, es tan solo un amasijo de ideas
desconectadas, tomadas sin haber sido entendidas de aquí y de allá, muchas de
ellas contradictorias y que el mandamás anuncia sin consultar con sus
marionetas, pero que han sido estrategias concebidas en la isla del caribe.
El objetivo es claro, apoderarse de
los recursos del estado, que dejaran de ser utilizados en un proyecto de
desarrollo, hoy en día al servicio de campañas electorales, para garantizar
triunfos regionales, en consecuencia el país se encuentra inundado de
“candidatos rojitos” disponiendo del dinero de los venezolanos, a fin de
comprar los votos necesarios.
Frente a ellos nuestros líderes
naturales, que han luchado en sus regiones, que no vienen con falsas promesas,
de que van a realizar lo que no hicieron en 14 años.
Nuestros candidatos deben saltar al
ruedo, batirse en la arena por la libertad, de pie con energía y comprometidos
con su pueblo, como el diestro taurino que se enfrenta a un toro rabioso, que
solo atina a seguir con la vista y el entendimiento un trapo rojo.
Nuestros diestros regionales deben
completar la faena con una estocada certera, cual cordobés del siglo XXI y
parodiando al torero español cuando tomó la alternativa y le dijo a su madre,
“esta tarde triunfaré o te vestiré de luto”.
nelsoncastellano@hotmail.com
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