A la muerte de
Franco, en 1975, se instalaron en España las Cortes para un nuevo período
constitucional. La sesión inaugural fue presidida por Dolores Ibarruri,
Pasionaria, legendaria dirigente del Partido Comunista Español, por serla
diputada de mayor edad.
De nada, pues, habían
servido cuarenta años de dictadura fascista, en cuanto no logró uno de sus
propósitos esenciales, borrar el comunismo de ese país.
Más recientemente
vimos desaparecer la Unión Soviética, tras setenta años de "dictadura del
proletariado", y con ella los regímenes instalados en la Europa oriental
por el Ejército Rojo a finales de la guerra, gobiernos más o menos
dictatoriales que disimulaban su condición denominándose "repúblicas democráticas".
La realidad presente,
lo mismo que la histórica, demuestran la inutilidad de los despotismos, de
izquierda o de derecha. Se instalan en el poder, duran en él unos años, y al
final se revela su inutilidad, en la medida en que no lograron nada de lo que
supuestamente se proponían, y al cabo de su gestión las cosas vuelven a ser como
antes.
Ante tales evidencias uno no entiende cómo algunas personas, incluso de real o supuesta lucidez, se aferran a tales regímenes, cuyo fracaso es fácilmente predecible. No me refiero a lo doctrinario, sino a la implacable realidad de los hechos.
No creo que el
fracaso de la Unión Soviética, y de los países que seguían sus pasos, se deba a
lo supuestamente equivocado de la doctrina que en apariencia les sirvió de
fundamento. Al contrario, la causa del fracaso debe buscarse en la mala
aplicación de los principios del socialismo. Es obvio que todo lo que pueda
englobarse en el término estalinismo fue totalmente ajeno y contrario de la
doctrina socialista. Cuando a lo que allí existía tuvieron que ponerle
apellido, "socialismo real", me dije que estábamos ante una
falsificación. Con el agravante de que esa doctrina, dada la perfección del
sistema de gobierno que proclama, está per se condenada a la inaplicabilidad,
porque tal perfección se riñe con la imperfección del ser humano.
Estas reflexiones
nacen del asombro de que haya venezolanos a quienes siempre hemos creído seres
lúcidos,inteligentes, de mentalidad preclara, que hoy estén alienados por las
ideas y propósitos de un sujeto como Chávez, empeñado en dar marcha atrás a la
historia, y en revivir lo que en Europa murió tras setenta años de falso
socialismo. Y lo peor es que parece que estas personas no perciben el daño que
Chávez le hace al país, y del cual ellos, con tal actitud, son cómplices.
"Alexis Marquez R." <grealemar@cantv.net>,
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