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viernes, 19 de octubre de 2012

MIGUEL BAHACHILLE M., ¿QUE EL PUEBLO NO SE EQUIVOCA?

Nuevamente se remembra la infausta frase del doctor Rafael Caldera cuando en 1983 perdiera la elección presidencial ante Jaime Lusinchi: "El pueblo nunca se equivoca y lo que decida está bien". Antecedentes históricos desmienten esta conseja evocada en un instante de conmoción espiritual, muy propia en ese momento para un político de su trayectoria.
Yéndonos muy atrás de la historia; ¿estaba bien el arbitraje del pueblo cuando solicitó ante la autoridad por mayoría absoluta la absolución de Barrabás y la condena a Cristo? Pilato, prefecto de Judea, como árbitro, ignorante de las razones del pueblo, fue sorprendido en su buena fe y, como débil ignaro, no le quedó más alternativa que acatar el laudo del que nunca se equivoca.
¿No se equivocó la población germánica, considerada una de las más cultas del mundo, cuando eligió a Hitler como máximo líder? En las elecciones de 1930 su partido obtuvo casi 6 millones y medio de votos convirtiéndolo en el segundo de importancia de Alemania, detrás del socialdemócrata. Luego, en las alabadas votaciones parlamentarias de 1932, el Partido Nacionalsocialista Obrero recibió más de 13 millones de votos. Transcurridas un par de elecciones con avances y retrocesos en el número de votantes, Hitler finalmente es nombrado canciller el 30 de enero de 1933. La no equivocacióndel pueblo alemán propició la muerte de 80 millones de personas y la destrucción de la mayoría de los países europeos con las consecuentes crisis económicas y sociales propias de cualquier posguerra.

¿No se volvió a equivocar el pueblo venezolano en la elección presidencial recién ocurrida el 7 de octubre? Tal como lo declaró el embajador de Venezuela en Cuba, estaba implícito que el amor del pueblo por el líder se extendería a la figura de Fidel Castro, quien por carambola también sería electo copresidente de Venezuela. ¡Basta de juegos de palabras! El pueblo sí se equivocó y gravemente. El presidente nunca negó que su propósito fundamental era propiciar una cruzada, bajo el eufemismo del bolivarianismo, para arrasar con todo lo existente e implantar algo distintoque insiste en sujetar a una revolución a destiempo real aunque ello signifique la destrucción del país.

Estamos obligados por principio a estar contra todo aquello que se asemeje a la naturaleza filosófica de las cruzadas. Éstas no son otra cosa que una evidencia de prejuicio social de dimensiones colosales. Bajo la pretensión de querer salvar al mundo fueron impuestos sin piedad los lineamientos de una sola convicción. Si la cruzada oficialista (revolución), como todas las cruzadas, logra institucionalizarse, la línea de separación entre conversión y opresión sería muy borrosa. En ese contexto siempre es posible hallar pretextos para la opresión mientras se obvia la evolución.

El pueblo venezolano sí se equivocó. Ahora deberá concebir un nuevo "orden organizativo" de Estado bajo la égida de algo que el reelecto denomina "Consejos Comunales". Éstos, con todas sus implicaciones de ineficacia y corrupción, decidirán sobre la conducta individual y colectiva, proyectos, permisos, urbanismo, inversiones locales, así se vulnere el mandato constitucional vigente. De ese modo el trabajo burocrático que hoy, por demás defectuoso, realiza un solo funcionario, tendrán que dividírselo bajo la premisa del colectivismo entre cuatro y cinco personas. De implantarse la visión parroquial del Estado, en menos de una década no habrá hombres que cultiven la tierra, artesanos ni operarios particulares.

El pueblo sí se equivocó; privilegió la dádiva ocasional por encima del valor del trabajo. Alucinado como está no percibe como disminuye el know-how (destreza) sociopolítico en el país lo cual, a mediano plazo, conduciría forzosamente a la catástrofe social. Basta de alabar la conducta cívica del venezolano porque consumó la hazaña de ir a votar en orden. Nuevamente jugó al azar. La tómbola no es un buen catalizador para el desarrollo; es un utensilio para fanáticos del juego. Así pues el pueblo traveseó otra vez y perdimos todos.

miguelbm@movistar.net.ve

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