El
poderío institucional y mediático, el populismo socialista, así como el
ventajismo político y las prácticas
intimidatorias utilizadas por el gobierno durante toda la campaña electoral, le
dieron nuevamente la victoria a Hugo Chávez, quien tendrá seis años más a su
disposición para consolidar su proyecto militarista neo comunista y para seguir
expandiéndolo en América Latina.
Sin
duda, esta nueva reelección con un triunfo claro de 10 puntos de ventaja, es un
duro golpe para la democracia venezolana y regional. Pese a que nació un nuevo
liderazgo político con Henrique Capriles Radonski a la cabeza, las fuerzas
opositoras de Venezuela tendrán que hacer un gran esfuerzo no sólo para
mantenerse unidas entre ellas alrededor de la Mesa de Unidad Democrática (MUD),
sino para sostener el ánimo de lucha entre
los más de 6 millones de
venezolanos antichavistas. Una tarea ardua.
No
obstante, el presidente Chávez no las tiene todas consigo. A este tercer
gobierno llega en mal estado, de notoria
debilidad. Por una parte, está el tema
de su salud. La campaña puso en evidencia que está lejos de haberse curado del
cáncer que padece por más que él mismo
afirme lo contrario.
Pero
también la campaña sirvió para hacer visible el tamaño del descontento popular
por su ineficiente gestión de 14 años especialmente en materia de seguridad,
empleo, salud, vivienda y pobreza, así
como las divisiones y luchas internas existentes
dentro del chavismo. Y todo esto en el marco de una grave situación económica,
de inflación, recesión y endeudamiento.
Si el gobierno no satisface perentoriamente estas demandas populares y aplaca
el descontento entre sus propios partidarios, las protestas y manifestaciones
en contra no se harán esperar, poniendo en jaque su gobernabilidad. Si sigue por el camino que ha llevado hasta
ahora, el chavismo sería insostenible.
Esta sería una oportunidad de avance de la oposición democrática.
Por
otra parte, el régimen chavista queda más vigilado que nunca por la comunidad internacional. Su radicalización
interna junto al avance de los llamados consejos comunales y las comunas para
ir estableciendo un poder popular, base
de un Estado comunal, a la par que sus nexos con gobiernos forajidos y con
grupos narcoterroristas, serán
monitoreados y frenados con mayor empeño. Hay una seria preocupación
internacional en torno a su conducta futura.
De
modo que, así como el de la oposición, el camino de Chávez se perfila espinoso, difícil. Y hasta es posible
entonces que más temprano de lo que ahora imaginamos, la democracia venezolana termine ganando.
mteresa100@hotmail.com
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