Y es que cuando un país supone que sus problemas serán siempre resueltos por la mano mágica del gobierno, lo más probable es que se le viene encima un dictador. Antonio José Monagas
En el venezolano, el miedo no ha
dejado de ser su confidente. O también, su reclusorio. Aunque en el peor de los
casos, su opresor. Desde luego, fungiendo como razón que desgarra sentimientos
y constriñe esperanzas. El sentido de aquella frase que reza ¿quién dijo
miedo?, quedó rezagado. Sus dividendos morales se perdieron en la medida que
arreció la campaña electoral presidencial cuyo manejo central giró alrededor
del abuso gubernamental toda vez que dispuso, a su entero arbitrio, de los
recursos del erario y de la manipulación organizada con base en la perversión
de un proyecto político con pretensiones hegemónicas.
De entrada deberá reconocerse que el
triunfo alcanzado por el oficialismo el pasado 7–O, no resultó de un proceso
político establecido sobre el andamiaje de un proselitismo entendido como
empeño o esfuerzo de convertir o convencer sanamente a una o varias personas a
una determinada causa. O de ganar seguidores o partidarios hacia un particular
proyecto político. Tal resultado, por insuflado que parezca, reflejó el peso de
un miedo que ha venido ejerciendo una acción política basada en amenazas e
intimidación para lo cual han servido bandas de militares y de civiles
descarriados por causa de la ignominia. Pero también, ávidos de groseras
prebendas.
Con ello quedó demostrado que la
cultura política de ese venezolano que dio el voto al candidato-presidente, es
precaria. En ese venezolano, primaron distintos factores que pueden
considerarse como variables del miedo a enfrentar las realidades que sucumben
la nación. La irracionalidad y la inmadurez, forman parte de una conducta
social caracterizada por la comodidad que el propio régimen ha incitado a
través de míseras dádivas que otorga mediante las denominadas Misiones.
Propuestas éstas que no son otra cosa que viles mecanismos para someter a
quienes, por carestías morales y éticas, no alcanzan a comprender que quien
deja que los demás controlen su vida, terminarán haciendo lo que otros le
ordenen. Y tan contumaz intención, es propia de la verticalidad que caracteriza
el mundo militar. Es así como estos individuos “de verde”, buscan dominar
sociedades cuyos miembros, por debilidad enfermiza, prefieren sacrificar sus
libertades, sometiéndose, que verse inmersos en un esfuerzo a resistir los
efectos de dicha vorágine.
Otra de esas variables que configuran
el miedo que subrepticiamente atrapó al venezolano que obstinadamente favoreció
la reelección del actual presidente, tiene que ver con la inmediatez con la
cual visiona el mundo que le rodea. Este problema es propio de quienes sufren
de miopía política. Confunden los tiempos de la historia con las expectativas
de un futuro que, igualmente, no terminan de comprender dejándolos a merced de
lo que en lo inmediato alcanzan a ver y resolver. Son personas que rápidamente
se impresionan por los efectos de una propaganda subliminalmente infectada contaminando
fácilmente el pensamiento político mediante alardes manifiestos de superioridad
cuya solapada malevolencia pasa desapercibida.
Y es que cuando un país supone que
sus problemas serán siempre resueltos por la mano mágica del gobierno, lo más
probable es que se le viene encima un dictador. Y es que mientras esa población
que llevó al candidato-presidente de nuevo al máximo cargo público siga obrando
sin reflexión alguna de por medio entre lo que hay y lo que puede obtenerse,
lograrse o realizarse, el país estará condenado a vivir en el marasmo. O sea,
en el alba de una crisis de repercusiones mayúsculas. Resulta pues absurdo
pretende vivir sin entender que todo gran esfuerzo tiene un alto costo que no
puede ser ignorado. Y por tanto, asumido con gallardía y decisión mientras se
procura un frente común capaz de enfrentar el dominio del miedo.
VENTANA DE PAPEL
¿CREERSE EL “CORAZÓN DE MI PATRIA”?
Es con usted, ciudadano presidente de
Venezuela. A decir por la forma cómo actúa y sermonea cuando puede vérsele a
través de los medios nacionales, favorecido por una Ley Resorte autoritaria y
despótica, no es difícil deducir que no sabe lo que significa el “corazón de mi
patria” Mucho menos, “patria”. Su campaña electoral pecó de soberbia y de
insolente toda vez que se arrogó, irrespetuosamente, el derecho a llamarse
“corazón de mi patria”. Cuando ni siquiera, podría considerarse otro órgano
perteneciente a un cuerpo viviente de tanta trascendencia como es la “patria”.
Sobre todo, cuando la “patria” tiene
una concepción que va más allá de una circunstancia tan equivocadamente
sopesada como, en efecto, fue la campaña electoral a partir de la cual su
persona pretendió elevarse por encima de su condición de hombre con dolencias,
temores y necesidades al igual que otro ser humano. Usted, ciudadano presidente
de Venezuela, no tiene nada que lo diferencie de cualquier venezolano con
derechos y deberes.
Aunque hay que dar cuenta que usted
fue electo primer servidor público. No para que se le rindiera la pleitesía de
un rey que no existe. Usted creyó, sin razón ni justificación alguna, ser el
“corazón de mi patria”, cuando el “corazón de mi patria” es la naturaleza
social, política y moral que anima el cúmulo de sentimientos sobre el cual se
aviva el esfuerzo, la espiritualidad, la audacia, y el valor de su gente.
El “corazón de mi patria” no es
tampoco el petróleo del cual tanto se han beneficiado los procesos de
desarrollo de la nación en los últimos noventa años. El “corazón de mi patria”
es la entrega que cada quien le pone a su trabajo con el digno propósito de
construir el país que, por honor y gloria libertadora, se necesita. Así que la
gracia le quedó mal, cuando sin escrúpulo alguno, usted ha pretendido creerse
el “corazón de mi patria”.
BASURA: ADORNO PÚBLICO
Al gobernador de Mérida, Marcos
Miguel Díaz Orellana, el panorama se le volteó abruptamente. No sólo en lo
político, toda vez que el “dedo” del cuadillo barinés no lo señaló
desconociéndolo como aspirante a repetir en la gobernación. No lo escogió como
candidato a la reelección causándole un inmenso daño a su currículum político.
De Díaz Orellana, puede decirse que “le salió el tiro por la culata”. Todo, por
culpa del retorcido afán y pésima estrategia de perjudicar la figura del
alcalde de la ciudad Lester Rodríguez, al incitar a la población marginal a
sacar la basura a las calles y avenidas.
De esa manera, quiso malponer la
gestión municipal y justificar así burdas maniobras en apoyo electoral a favor
del candidato-presidente. Pero esa misma población a la que animó a comportarse
de forma incivilizada y alejada de todo precepto ciudadano, adquirió la
desagradable práctica de botar los desechos sólidos en lugares concurridos y
transitados de una ciudad supuestamente turística, como en efecto se le conoce
a Mérida.
Es tal el grado de suciedad y
abandono que sobre este problema sopesa, que vale dedicarle este soneto de
particular rima:
Horrible basura,
hediondo tormento,
Adorno de calle,
sáquenla de adentro.
No queda de otra que reconocer que
ahora la basura es adorno público.
“TIEMPO DE UNIVERSIDAD”
Con el significado que cabe bajo tan
hermosa y comprometedora designación: Tiempo de Universidad, la reconocida
emisora merideña CDR 98.7 FM puso al aire un programa de contenido
universitario con el importante propósito de cooperar no sólo en la
construcción de valores ciudadanos. También, a los fines de motivar reflexiones
que apunten a fundamentar el sentido dialógico que con, sumo vigor, debe darse
entre la Universidad autónoma y democrática, y la sociedad a la cual ella se
debe.
Esta nueva oportunidad de informar y,
al mismo tiempo, de sembrar cultura social, política y económica sobre los
problemas que necesariamente serán temas para el debate franco y abierto a la
participación de los oyentes, es razón importante para ratificar la confianza
en una Venezuela con suficientes capacidades profesionales y personales para
llevarla a la cima de la geopolítica latinoamericana.
Y CDR 98.7 FM, así lo entiende y
expresa cuando los miércoles, a las 8 de la noche, sus ondas hertzianas sirven
de vehículo a tan necesaria tarea de ciudadanía y democracia. Los profesores
universitarios Juan Carlos Delgado y Antonio José Monagas, bajo la dirección
del Lic, Federico Vickie Monteverde, forman equipo radial para llevar a Mérida
y al mundo, a través de www.cdrmerida.com la señal de “Tiempo de Universidad”.
@ajmonagas
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