A veces, y ya
van varias, siento lástima con Tibisay Lucena. Y no porque esté o no enferma,
si fueran ciertos los rumores que corrían en un momento, que más bien me ha
provocado consideración y deseo de que todo salga bien.
Siento lástima
con Tibisay porque ella parece no haberse dado cuenta de la oportunidad
increible que tiene de dar a Venezuela lo que Venezuela desesperadamente
necesita: transparencia, confianza, fe.
Porque el
rescate de los principios fundamentales es la más cruda exigencia que este país
hace desde el fondo de su maltratado espíritu.
Y ella es hoy
mucho más que una funcionaria de alto rango del gobierno “revolucionario” de
Hugo Chávez. Ella tiene el destino de millones de venezolanos en sus manos y si
se diera cuenta de la urgencia de ser leal a su compromiso con esta tierra más
que a la desmedida y enfermiza obsesión de un hombre, los venezolanos
tendríamos las oportunidades que hoy se nos niegan de cumplir con el nuestro
que es también con Venezuela.
Porque no se
trata de convencernos con cuñas edulcoradas como si no estuviera pasando nada y
todo estuviera bien, o con técnicas depuradas y máquinas, es poniendo en su
lugar los principios, que son leyes no escritas de vida que no se pueden
pisotear sin que se resquebraje la vida del país y de todos los que lo
sufrimos.
Porque vamos a
ver, Tibisay. ¿A usted le parece bien que Chávez insulte como lo hace y en el
juego electoral, al candidato contrario? ¿Usted está de acuerdo con que acusar
a Capriles de pertenecer a una organización fascista de familias adineradas que
los inducía al nazismo? Según la agencia AFP: “El jefe del Estado fue más allá
y reiteró que “el candidato de la derecha formó parte de aquella organización
fascista llamada Tradición, Familia y Propiedad, gente muy rica que le rapaban
el coco (la cabeza) a los jóvenes y los inducían por caminos extraños…
neonazis, violentos, fascistas”.
Yo veo a
Tibisay dando la cara a periodistas, cámaras y pueblo, y de verdad me angustio.
Porque ella, contrariamentwe a otros funcionarios, trata de ser amable, no
desentona ni tiene esa agresiva mediocridad de otros.
¡Pero uno
tiene también un límite!
Y no se puede
ser tan ciega, tan muda, tan incapaz de poner freno a tanta obvia violación
personalista, militarista y además amoralidad ante lo que sucede.
Yo paso mucho
por su casa. Y cada vez que paso ante su pared de mármol que la protege, no
puedo dejar de hacerme preguntas: ¿Por que cuesta trabajo que una mujer
preparada, porque lo es, que sabe lo que está viviendo el pais y que lo quiere
y lo sufre, en ese cargo decisivo y trascendente, pueda consentir desde su
conciencia venezolana, los abruptos y desafueros del “candidato del pueblo”?.
¿Cómo puede Tibisay sostener ante ella misma que las cadenas no son una burla a
los venezolanos, al organismo que preside y a ella misma?
Porque
Tibisay, que ha pasado las suyas, sabe que una señal de autoridad sobre eso
tranquilizaría a la mayoría que votó, por ejemplo, la ultima vez cuando tampoco
se detuvieron las violaciones.
Porque se
trata de principios, Tibisay, de decidir no a favor de Capriles sino de lo
correcto, de lo ético, de lo justo, se trata de que una mujer dignifique este
momento.
Tibisay está
frente a dos opciones para hacer historia: asumir la verdad. O darle la
espalda.
¡Qué angustia!
dobisa@cantv.net
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