La tarea que se impuso el candidato
oficialista de salvar de la ruina a la civilización toda la occidental y la
oriental constituye el alfa-omega de su programa de gobierno. No tenemos
mayores razones para dudar de su sinceridad sobre sus deseos de componer las
cosas que andan mal en los otros países. Aunque, a decir verdad, preferiríamos
que se nos resolvieran las nuestras que las más de las veces andan peor que
las de ellos. Me refiero a cosas como nuestra seguridad o precarios servicios
básicos, como educación, salud, luz, agua o transporte. Ello, para sólo
reiterar sobre lo cotidiano.
Conviene señalar que el Quijote de Sabaneta
ya tiene varios quinquenios en ese ajetreo y que de salir favorecido con el
voto popular el próximo 7 de octubre, quedaríamos atados a lo que monta a una
desquiciada obsesión. Propone trabajar sobre cuatro o cinco campos, dentro de
los cuales no resalta mucho lo de ciencia y tecnología, y menos se entiende su
participación.
Nos falla la comprensión y nos pistonea la
lógica cuando tratamos de visualizar de qué manera las iniciativas en ciencia y
tecnología venezolanas podrán evitar que la humanidad se venga a pique en el
próximo sexenio. Tamaño reto intelectual tendría alguito de sentido, si los
rojos-rojitos propusieran formar en el mejor nivel posible a nuestros jóvenes
que desean abrazar la noble profesión de científicos, tecnólogos o innovadores
y les brindásemos todas las oportunidades para su desarrollo profesional.
En vez, Hugo Chávez Frías nos vuelve a proponer
comprar bien caro otro satélite ensamblado por unos chinos educados fuera de su
país, donde tuvieron la oportunidad de copiar la tecnología desarrollada por
gigantes innovadores; quintaesencia del capitalismo salvaje que tanto nos quita
el sueño, mientras que reitera su campaña en pos de normas para la denominación
de origen de quesos telitas, empanadas o el uso de los gases intestinales de
rumiantes.
Aparte de lo anterior que resalta por su
parroquialismo, no se visualiza cómo a partir de faenas de muy dudosos
resultados, como las políticas puestas en práctica durante los tres periodos
presidenciales pasados, junto a tejemanejes de naturaleza estrictamente local,
como las que se están proponiendo, podrán lograr salvar a todo el planeta de su
destrucción. Ello para no comentar acerca de lo poco democrático que es
pretender cambiarle la vida a terceros, sin ni siquiera tener la cortesía de
informarlos o buscar su conformidad para ello. ¿Qué opinión le merece al
irlandés del norte el plan de nuestro Supremo Líder de convertir su granja en
una comuna con sus vecinos del sur?
Honestamente, me quedo con las propuestas
de Henrique Capriles Radonski y su invitación a poner la casa en orden antes de
pretender dar lecciones a quienes han sabido sacarle ventaja a quince años de
desaciertos y retrocesos.
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena
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