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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

martes, 5 de junio de 2012

RAFAEL MUCI-MENDOZA, SÍNDROME DE MORONISMO ESPIRITUAL, EDITORIAL BOLETÍN ELECTRÓNICO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA, JUNIO DE 2012.


·        Morón: Débil intelectual cuya edad oscila entre los ocho y doce años.
·        Moronismo: Cualidad de morón. Estupidez, vesania.

Aquel día, como tantos otros en la vida de un médico de hospital público, iniciamos muy de mañana el consagrado ritual de la revista médica, donde con colegas, estudiantes y enfermeras, formamos corro alrededor de la cama del enfermo, dedicando nuestros mejores esfuerzos a comprenderles y ayudarles en el duro, muy duro trance de la recuperación de la salud perdida en medio de muy adversas condiciones. La mayoría de las veces, puedo asegurarles, por causas que dejadas a su evolución natural les llevarán a la muerte. Allí formamos e informamos,  y también nos dejamos enseñar por los más jóvenes y nos contagiamos con sus incontaminados deseos de ser médicos. No nos conforma comentar sobre la enfermedad como mera abstracción, como un morbo injertado en un animal cualquiera, sino que también nos ocupamos del enfermo y su circunstancia, de las causas personales y sociales de su desgracia. Luego discutimos cómo tratarle racional y eficazmente, palabras hoy día por cierto, extrañas a nuestro diario quehacer por el miserable medio donde nos toca ejercer, donde todo, es negación del buen hacer y donde la prevención no llegó a tiempo…

Este joven de 15 años de mirada lánguida y desvariada, fue admitido ayer para su segundo ciclo de quimioterapia por una enfermedad de Hodgkin –pronuncia en voz clara el estudiante encargado- El enfermo carece de recursos para adquirir los medicamentos y su familia es sólo su madre. El hospital no puede suministrárselos¨. Una enfermedad potencialmente curable hoy día; habrá pues que esperar, mientras el mal avanza… Progresamos hacia la siguiente cama. Una joven estudiante habla de su paciente,  ¨Este otro joven de 19 años, con una leucemia aguda, con las defensas anuladas por la quimioterapia yace con infección nosocomial severa –un término que declara que él no vino con eso, que la suciedad del hospital, la insensibilidad de médicos y autoridades, y la falta de lavamanos conspiraron para que enfermara con un microbio multirresistente a antibióticos, como se dice, enfermedad iatrogénica- La estudiante traga gordo y con palabras entrecortadas manifiesta que el enfermo no puede ser tratado con el antibiótico adecuado porque su familia no ha podido adquirirlo. Le siguen tres diabéticos dependientes de insulina que no pudieron recibirla por falta de recursos; todos con las piernas infectadas y a riesgo de perderlas por la gangrena acechante. Se compensará su desequilibrio metabólico, sanarán sus llagas e ingresarán un mes más tarde con el mismo cuadro y por similar razón. ¡Tenían primero que mal comer!, dirán. El cirujano deberá cortar por lo sano; una amputación que será varias veces suspendida, será el cruel corolario final… La segunda pierna quedará en la infame lista de espera que el destino incierto del faltoso social, le tiene preparada… Y así siguen los enfermos de sida, los tuberculosos, los insuficientes cardíacos y toda una laya bochornosa de condiciones del subdesarrollo petrolero, todos mezclados contagiándose unos a otros ante nuestra apática mirada. ¿Cómo tolerar por tantos años convivir con perdedores? ¿Cómo tolerar ser perdedores nosotros también? ¿Cómo no haberse guarnecido en el sosegado ambiente del consultorio privado sin tener que colaborar por omisión o comisión en la materialización de condenas a muerte de tanto inocente…?

Aquel día voceaba la radio, escandalosa, el gasto millonario en dólares de la enfermedad del presidente… Mis pacientes entretanto, mostraban un ánimo resignado confiando en que sus médicos harían lo imposible por curar sus males. Luego de oír aquel rosario de injusticias sociales reiteradas con cada uno de nuestros pacientes, nos detuvimos estudiantes, médicos y pacientes superlativamente arrechos por la noticia apenas oída.

Soñaba en vigilia que tal vez si el señor presidente como el rico Epulón, dejara caer algunas migajas de su plato hartado en bandeja plateada a las manos anhelantes de mis enfermos, mucho se remediaría. Nunca he dudado de las buenas intenciones de las que está adoquinado la ruta hacia el infierno, por descontado doy el egoísmo y insensibilidad rampante de nuestro gobernante y la claque de adulantes que le rodea. ¡La patria sin nosotros… se fuñe! Imaginé también por un momento ser el ministro que en su temprana adultez empuñara un fusil para asesinar a inocentes soldaditos, porque a los reales responsables no podía. De esos que mataban para; ¨y que cambiaran las cosas, pero infelizmente terminaron ellos mismos embelesados e imanados por el poder y olvidaron a esa legión de desamparados que fueron excusa¨para la morbosidad de su mocedad. A no dudarlo, la vida es más fácil para algunos, y ello no depende de valores éticos ni morales, entendiendo por ética las normas de conducta y la moral como guiadora hacia la  virtud. Pero, ¿Qué pedirles? Muchos políticos o aquellos que se arriman a ellos, no tienen decencia, espíritu de solidaridad, autocrítica ni introspección. Son seres de otra galaxia dominados el por apetito insaciable de poder y riquezas.

Se olvidaron del pata en el suelo, ese al que alude la copla, ¨pa´qué se va a lavá las patas el que va a dormí en el suelo…¨ Vea pues que el morón espiritual es un ser sin compasión, embustero y sin escrúpulos, que hasta se molesta cuando su omnisciencia es cuestionada, un sordo invidente de piel gruesa y paquidérmica, insensible a la justicia que el pueblo clama, es un alma empequeñecida por la soberbia, una mente fría y calculadora, la encarnación de la justificación de lo injustificable, una acción siempre dispuesta al asesinato en masa. Tal como Arimaza, el personaje de Voltaire que llevada reflejada en su fisonomía, la perversión de su alma…

Recuerda al viejo dicho, ¨Mirad al avaro, en sus riquezas pobre…¨

rafael@muci.com; rafaelmuci@gmail.com

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