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domingo, 27 de mayo de 2012

CARLOS BLANCO, CAPRILES PUEDE GANAR, TIEMPO DE PALABRA

"Todos los que no estuvieron o han estado con Capriles tienen que sumarse"
Capriles puede ganar. Sí puede ganar. Su campaña necesita ajustes y la victoria se hará posible.

DESEO DE CAMBIO DE LA MAYORÍA

El fundamento de la victoria es el deseo de cambio de la mayoría. No es que Capriles sea mayoría hoy, pero sí podría encarnarla para el 7-O. El deseo de cambio de quienes no quieren que continúe la situación actual está repartido hoy entre Capriles, indecisos y Chávez. ¿Chávez? Sí; hay ciudadanos que quieren cambio pero que no encuentran todavía en la candidatura opositora la posibilidad de conseguirlo y conservan la remota esperanza de que la relección del Presidente impida el caos.



El candidato opositor obtuvo en las primarias un laurel innegable por parte de la sociedad opositora; pero también recibió un mandato categórico; el país democrático le dijo: señor Capriles, lo hemos seleccionado para que reúna las fuerzas que hoy están dispersas en la oposición, en los indecisos y en sectores del chavismo; usted está designado para comandar la batalla del 7 de octubre. Las fuerzas están dispersas; las primarias lograron aglutinar las de la oposición pero no las otras; el mandato desde el 12 de febrero es que lo haga en este tiempo. 



¿Qué las encuestas dicen que Chávez hoy tiene mayor intención de voto? No es de dudar, pero puede perderla si Capriles cumple el mandato de juntar las fuerzas, hoy están desperdigadas, y que en otros momentos se han aglutinado. De junio a octubre hay tiempo para que la dispersión se convierta en un arma potentísima. La mayoría tiene que concentrarse para librar la batalla el día señalado; fundamentalmente la clase media que es opositora y debe votar por Capriles, pero si no se la moviliza lo hará desganada e incluso un sector puede no hacerlo. 



ABRIRSE A LA CRÍTICA. 



La idea de que la crítica debilita a la candidatura y a la oposición es falsa. Esa es una idea chavista: el caudillo le prohíbe a sus partidarios la discrepancia, porque eso supuestamente le daña. Ésa es una visión antidemocrática. 



Capriles y su equipo deben abrirse a las opiniones discrepantes porque algún gramo de certezas puede aportar; se les nota reacios a la crítica. El peor crimen que pueden cometer los que manejan la campaña es confiscarla y usar el chistecito, el sarcasmo y la descalificación hacia los críticos. 



El periodista Rafael Poleo ha dicho cosas duras en un estilo que le es propio. El grado de exactitud de lo que dijo es parte del debate, pero su derecho a decirlo no puede ser conculcado. Por cierto, acusarlo de ser parte de "la vieja política" no es sólo usar un término preferido del extinto Guillermo García Ponce sino tampoco advertir que todos los dirigentes importantes que rodean al candidato opositor, salvo Julio Borges y Leopoldo López, vienen de "la vieja política". 



LAS ENCUESTAS. 



Las encuestas están atravesadas por el miedo; son encuestas sin auditoría independiente y con fuentes de financiamiento que no son conocidas públicamente. Estas condiciones, entre otras, levantan sospechas. Sin embargo, si todas dicen hoy -no mañana o pasado, sino hoy- que Chávez es mayoría, lejos de armarse una pelea con estas empresas, lo que hay es que liberarse de la confiscación que han ejercido sobre la generalidad de los dirigentes políticos. No hay que olvidar que en las primarias las encuestas fueron usadas para promover una polarización que, al final, se tradujo en la disminución de las opciones de Pablo Pérez y en mucho mayor grado de las restantes. Ahora, en este nuevo escenario, Chávez las usa contra toda la oposición. Eso hay que pararlo. No se deberían usar las encuestas ni para promover la candidatura opositora ni para defenderse del uso que de ellas hace el chavismo. Las encuestas serias son las que se comportan seriamente y son discretas. 



AMPLITUD. 



La candidatura de Capriles tiene que ser apropiada por quienes no votaron por él en las primarias y desde luego por millones que no participaron en esa jornada. No basta que quieran hacerlo, el candidato y sus más cercanos colaboradores tienen que generar esa tendencia de inclusión real y no sólo formal. Hay una competencia soterrada por ver quién prevalece, por quién va a cosechar, de manera parcial, más frutos en la campaña electoral. 



El interés de las fuerzas democráticas es que Capriles desarrolle una campaña exitosa, que reúna la mayoría descontenta que existe y que gane el 7-O. Para un demócrata, en el marco de un régimen autoritario, no es consuelo llegar de segundos, como se consolaron los militares argentinos en la guerra de Las Malvinas. No hay un "second-best" en esta pelea agónica por la libertad. 



Todos los que no estuvieron o han estado con Capriles tienen que sumarse pero él y sus allegados deben promover una participación de iguales y desechar a los que andan cobrando facturas "los agravios" (en realidad las diferencias). Ojo, esto le consta personalmente al autor de estas líneas. 



CHÁVEZ ES EL CONTENDOR, POR AHORA. 



El candidato opositor no debe insultar ni a Chávez ni a nadie y nadie se lo ha propuesto. Esta pelea está representada por dos: el Presidente y Capriles; los dos están en el ring y no hay manera de que no se fajen role a tolete. No tiene que seguir la agenda de Chávez pero no puede hacerse el desentendido permanente frente al ninguneo, el desprecio, la ridiculización y el choteo. Esto no es un problema personal de Capriles, sobre si tiene cuero para que le resbalen las cosas o no; para cumplir el mandato recibido en febrero tiene que dirigir las huestes a las que se comprometió liderar, sin dejarse manosear. Puede ser gradual, bien pensado, rítmico, pero para lanzarse a un atrevimiento como es intentar ganarle a Chávez no le queda más que mostrar agallas. 



VALORES MÁS QUE PROGRAMA. 



Capriles necesita resaltar los valores que le son propios a los demócratas. No como estrategia electoral, sino porque son los que le permitirán contrastar con los antivalores de Chávez y el chavismo. Capriles representa la libertad, Chávez la opresión. Capriles representa la confianza, Chávez el miedo; esa confianza permitirá no solamente superar el terrible mal de la inseguridad y la violencia, sino también recibir inversiones extranjeras que ayuden en el reto del desarrollo. Capriles representa el esfuerzo, el trabajo y la creación. Chávez representa la destrucción. 



Allí está centro del debate. Competir con Chávez en ofertas carece de sentido porque si se ofrece 100, el caudillo ofrece mil. A lo que el Presidente no puede responder es a los temas de la libertad, la propiedad, la ausencia del miedo, la seguridad, la inclusión de los que son diferentes, el rescate de la soberanía nacional, el narcoestado, la defensa institucional de los militares. En este terreno Chávez es perdedor y aquí tiene Capriles inmensas ventajas. 



Estas son ideas para ayudar a que Capriles gane. Es posible y hay que hacerlo viable con amplitud... 



www.tiempodepalabra.com 


Twitter @carlosblancog

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