Casi catorce años del llamado gobierno socialista-comunista
revolucionario del siglo XXI han logrado poner a todo el país al revés. En la
Venezuela "revolucionaria bolivariana" nada es ya lo que parece. Las
palabras se emplean en sentido contrario a su verdadero significado. Al
repartimiento de petrodólares a Cuba, a Bolivia y países del Caribe, a la
compra de la deuda externa de Argentina, a la ayuda electoral para sus aliados,
Chávez la denomina misión SOLIDARIA y humanitaria.
El centro político de la oposición al régimen pasa a
llamarse ahora “la Oligarquía contrarrevolucionaria”. Los secuestros en la
frontera y en varias regiones del país son efectos colaterales. Un revés en la
ONU es para Chávez y sus acólitos un triunfo frente al Imperio y los reproches
casi unánimes de los políticos de varios países son producto, según los
jerarcas del régimen, de la envidia que sienten por el caudillo y su gestión.
En la Venezuela al revés de CHAVEZ el Gobierno se dedica a
hacer oposición al pasado y a la llamada IV República, mientras la oposición a
proponer las medidas que debería plantear el Gobierno. El régimen
revolucionario se afana en crear problemas y la oposición en tratar de
solucionarlos. Cuanto más se busca un consenso por parte del Gobierno, mayores
son los insultos, los agravios, las injurias, las humillaciones y las
descalificaciones hacia con quiénes se busca el acuerdo.
El diálogo se convierte así en un arma para arrojársela al
contrario. En este mundo al revés CHAVISTA, la policía avisa a los fanáticos
que están siendo investigados por los jueces. El ministro del Interior está
mucho más ocupado y preocupado en hablar del 11 de abril, del imperio, de la IV
República y de golpismo del cual él sabe mucho, que en meter en la cárcel a los
violentos que aún están en la calle. La Fiscal General se transforma en
realidad en una defensora de los indefendibles.
Los actos de violencia callejera se convierten en
muchachadas que "supuestamente" nada tienen que ver con el partido de
gobierno. En esta Venezuela al revés los inmigrantes irregulares se transforman
en residentes legales con cédula de identidad y pasaporte venezolanos como el
suyo o como el mío.
Una vivienda es en realidad en estos momentos
revolucionarios una "solución habitacional". Los medios de
comunicación e información que no son afines ni están arrodillados al régimen
revolucionario, son facinerosos, pérfidos y perversos enmascarados de
periodistas.
Las críticas al Gobierno se transforman en conspiraciones,
complots y maquinaciones en contra del régimen chavista. Para Chávez la alianza
con las tiranías más perversas del globo se disfraza de Alianza de
Civilizaciones. Cuba, Bolivia, Irán, Siria, Simbagüe se convierten en modelos
de democracia, mientras Estados Unidos es el causante de todos los males del
mundo y de toda la humanidad, y Fidel Castro es un modelo de dignidad, de
decencia, de vergüenza, de decoro y un ejemplo a seguir.
En la Venezuela al revés el dinero se reparte en función
del criterio que a cada uno le plazca, el PIB, la población o el territorio,
aunque al final dos más dos ya no sean cuatro. Nadie discute la inmensa
capacidad de este Gobierno revolucionario para volver las cosas al revés, para
convertir lo negro en rojo y lo rojo en negro y para ocultar la realidad que no
le interesa.
Pero detrás de tanto engaño, de tanta trampa, de tanta
artimaña, de tanta mentira, de tanta falsedad y de tanta ocultación sigue
existiendo una Venezuela real, positiva, auténtica y esperanzadora: la de los
venezolanos y venezolanas que prefieren seguir llamando a las cosas por su
nombre, la de una gran mayoría social que se siente cada vez más incomoda,
disgustada, apesadumbrada y entristecida en esta Venezuela al revés.
Son cada vez más los ciudadanos y ciudadanas venezolanos
los que creen, que para acabar con tanto desgobierno será necesario volver a
colocar a la oposición en la oposición y al gobierno en el gobierno. Por ello,
¡El próximo 7 de octubre estimados lectores y lectoras la solución está en sus
manos¡ O seguimos con la
Venezuela al revés o le damos la vuelta hacia una verdadera y
auténtica democracia, ¿Cómo? subiéndonos al autobús del Progreso.
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