La sociedad, la cultura y
el sistema político venezolano se hallan en un proceso de cambios
extraordinario, lo que dibuja una nueva praxis y formas cada vez más inéditas
de unidad e integración ciudadana, ese proceso cambia radicalmente el rol de
los agentes de socialización política y cultural. Por otra parte, emerge una
sociedad civil llamada a ocupar cada vez más el espacio público político e
influir directamente en la definición del proyecto país donde los intereses
colectivos prevalezcan.
Por su parte, los partidos
políticos tradicionales, ante el avance social, han disminuido su capacidad de
interlocución con el colectivo social. A los partidos se le hacen cruentas
críticas, en cierto modo injustas, pero lo que sí es cierto, requieren con
urgencia una reconfiguración que consiste en modernizar los propios estatutos y
cuadros directivos nacionales y regionales, que contribuya a sincerar el debate
político y constituya un paso importante para el rescate y fortalecimiento de
la democracia. Asimismo, las prácticas políticas internas de cada partido
servirían para diferenciarse entre ellos, no sólo por sus ideas, sino también
por sus métodos democráticos.
En la última década los
partidos tradicionales han sufrido un fuerte desprestigio social, en gran medida,
por ser parte y fomentar un juego político poco competitivo, no transparente y
especialmente poco ético frente a su militancia y líderes de base. A pesar de
tales prácticas, la profundización y consolidación de la democracia depende de
la responsabilidad y voluntad de los partidos políticos, por ser los mismos,
actores indispensables del régimen democrático, son la pieza clave de la vida
democrática. Cabe preguntarse: ¿ellos están a la altura de tan grave
responsabilidad, han comprendido plenamente su función y en la intimidad de sus
estructuras están en condiciones de asumir su reconfiguración? Los partidos
precisan adaptarse a los cambios que el país reclama y a las necesidades de los
ciudadanos a través de más democracia y competencia interna, más transparencia,
mayor compromiso, más responsabilidad e idoneidad.
Un elemento primordial
para reconfiguración partidista contempla la imperiosa necesidad de incorporar
en su seno interno un sistema de elecciones que promueva la representatividad,
el respeto a la militancia y a los liderazgos de base y la competencia interna.
Los partidos contribuirían a la consolidación de la democracia en la medida que
se priorice la idoneidad y la representatividad en lugar de la imposición de
nombres y el amiguismo interno, la escogencia de los candidatos más capaces e
idóneos sin mediar los perversos mecanismos de selección a dedo, es el
colectivo partidista quien debe tener el poder de decisión en cuanto a los
liderazgos regionales, municipales y parroquiales.
En definitiva, los
partidos políticos tradicionales desde su nacimiento continúan siendo hasta
hoy, la única expresión legítima de los grupos organizados de la sociedad. Son
todavía actores insustituibles, aunque no necesariamente eficaces y eficientes
en el escenario político actual, con esta afirmación no pretendo restar
importancia a otras formas de agrupación ciudadana, los partidos ocupan un
lugar primordial en la integración de la sociedad permitiendo un acercamiento a
la solución de la crisis de representatividad y al distanciamiento cada vez más
evidente entre Estado y ciudadanía.
ffacchinb@gmail.com
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