Cementerios de hierro con ruedas, a un lado de los cementerios de aluminio con alas.
En el aeropuerto de la Carlota, a la vista indolente de militares y civiles, un cementerio crece a paso seguro. No tienen un mes, ni un año allí. Recostados a la pared de un hangar, bajo sol y lluvia, un millar de carritos de supermercado se oxida sin que a nadie pareciere dolerle. Pdval no sólo generó cementerios de comida, también generó cementerios de carritos. En toda Venezuela, debe haber unos veinte mil carritos sobrando, pues los Pdval están abarrotados de ellos, y ya no pueden usar más. En muchos lugares del país, la nación pierde su dinero en esos activos llevando sol y agua. Sobran carritos pero falta comida. La más clara muestra del desorden administrativo y gerencial que ha manejado el Zar de la industria petrolera.
Los carritos se fosilizan a la vera de los helicópteros y aviones, desangrados generando la herrumbre que terminará haciendo entender a los militares y civiles, de la inviabilidad de un gobierno que acaba con nuestro dinero sin que se le produzca un dolor de barriga. Fortunas invertidas en equipo aéreo, sin continuidad de soporte operacional, entregadas a la desidia de un gobierno incapaz de gerenciar nada, salvo como convertir promesas en grandes vallas de plástico.
Los militares no hacen nada, pero lo hacen temprano.
Una gran responsabilidad de esta situación la tiene Chávez que ha convertido en empresarios a militares y civiles que no tienen idea de cómo se maneja una industria u otra operación empresarial. Los militares reciben instrucción para hacer guerra, no para vender comida y mantener una cadena de comida rápida produciendo arepas, sin producir pérdidas. El gobierno descuida las tareas fundamentales, como el control de la violencia, para dedicarse a las tareas que le son propias a los empresarios.
Pasar por la autopista de Yagua, en dirección a Puerto Cabello, nos mostraba otra aberración. No menos de dos mil vehículos rústicos, cuatro puertas, de color blanco –cero kilómetros- estuvieron allí almacenados al aire libre por no menos de dos años ¿Qué clase de planificación está detrás de una decisión como esa? que genera pérdidas importantes a nuestro patrimonio. Este es el gobierno de los entierros. Entierra todos los errores para alinearse con la mayor impunidad que gobierno alguno haya producido. Esos eran de un modelo inconfundible, que no se produjo en Venezuela. Esos vehículos se ven rodando ahora por el país, muchos de ellos sin identificación oficial, quien sabe en qué manos y con qué finalidad.
Esto que les describo es sólo la punta del iceberg
Venezuela se mueve en la dirección de acabar con este desorden. El gobierno que entierra comida dañada y luego desconoce su existencia, ha dejado de convencer al verdadero pueblo, al que no le pueden ocultar estos desmanes. Un gobierno que produce entierros de personas, de comida y de hierros, no puede seguir gobernándonos.
Enrique Pereira @pereiralibre
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