Las patentes industriales reconocen y protegen a los inventos. Ellas constituyen el pináculo intelectual del accionar tecnológico. Y si bien eso no quita que otras modalidades de ese dominio como son la copia, importación, transferencia o mejora contribuyan a los procesos de producción de bienes y servicios, la invención es la esencia de los hitos que marcan la senda del progreso.
Ciencia y Técnica se empezaron a desarrollar en Venezuela con el arribo de la democracia en el año 1958. En aquel entonces, adoptamos un modelo económico que establecía un rol preferencial de la ciencia sobre la tecnología y las conectaba cuasi linealmente. El llamado modelo desarrollista de la `Cepal’ no contemplaba otra manera de incorporar a la innovación a los procesos productivos. Aunque tomó un tiempo percatarnos de esa deficiencia, el país empezó a corregir el rumbo en el año 1976, cuando creó el Intevep. Un centro de servicio, investigación y desarrollo, llamado a dotar al recién nacionalizado sector petrolero de la mayor independencia tecnológica posible.
Si se establece como el inicio de la producción sistemática y organizada de patentes en Venezuela al año 1976, se obtiene que hasta el presente la Oficina de Patentes y Marcas del Gobierno Norteamericano (USPTO) nos ha otorgado 394 patentes; un 80% de ellas fruto del trabajo creativo de los investigadores del Intevep. El punto de arranque escogido no es caprichoso. Es sólo a partir de ese año, que a aquella solitaria patente otorgada de vez en cuando a un ente privado venezolano, se le empieza a sumar las numerosas patentes producidas por entes del sector público nacional y universidades autónomas.
Apelamos a la base electrónica del USPTO ya que es la referencia mundial para calificar a una sociedad como innovadora. No es ese el caso de nuestro Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI), cuyas estadísticas son tan endemoniadas para el análisis, como desconfiables son sus registros. En el SAPI priva una confrontación entre una Ley que establece el trámite para proteger al invento y unos antojados funcionarios que impiden su registro, por mero capricho ideológico.
Durante el año 1999, fue cuando Venezuela obtuvo el máximo número de patentes en su historia. Ese año nos fueron otorgadas 26 patentes, correspondiéndole al Intevep 25 de ellas. Empero, desde ese momento la producción de patentes desde nuestro país se ha desplomado estrepitosamente, hasta el punto de que durante el año pasado apenas nos fueron otorgadas 10 patentes, 9 de las cuales fueron del Intevep.
Es obvio que el deslave tecnológico que nos sacude tiene sus raíces en un discurso oficial saturado de desprecio por el saber formal y en la satanización de los grandes logros del Intevep. Ahora, sólo estamos cosechando lo que dejamos de sembrar. Empero, nada de esto fue mencionado durante la épica entre Memorias y Cuentos del 2010.
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