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jueves, 21 de octubre de 2010

UN NOBEL QUE MENOSPRECIA AL MERCADO. ALEJANDRO TAGLIAVINI. DIARIO DE AMERICA

El Premio Sveriges Riksbank (Banco Central Sueco, BCS) en Ciencias Económicas, en Memoria de Alfred Nobel, fue creado en 1968 y desde entonces rara vez ha premiado a quienes verdaderamente han comprendido la naturaleza del mercado, como fue el caso de Frederick Hayek de la Escuela Austríaca.

Un Nobel que menosprecia al mercado

Por Alejandro Tagliavini


El Premio Sveriges Riksbank (Banco Central Sueco, BCS) en Ciencias Económicas, en Memoria de Alfred Nobel, fue creado en 1968 y desde entonces rara vez ha premiado a quienes verdaderamente han comprendido la naturaleza del mercado, como fue el caso de Frederick Hayek de la Escuela Austríaca. Después de todo, el BCS es un organismo estatal, al que no le conviene descubrir que el mercado natural funciona muy bien sin el Estado. Los galardonados fueron Dale Mortensen, de la NorthWestern University, Peter Diamond, del MIT y que Obama re nominó para la Fed porque por falta de méritos fue inicialmente rechazado por los republicanos, y el británico-chipriota Christopher Pissarides, profesor de la LSE.

Sus teorías, aplicables al mercado en general, implican un avance al reconocer que los altos subsidios al desempleo son contraproducentes, pero parecen diseñadas para Obama ya que tratan de tapar el hecho de que la destrucción del empleo se produce lisa y llanamente como consecuencia de la intervención coativa del Estado, directa e indirecta, en el mercado laboral (impuestos, subsidios al desempleo, salarios mínimos, etc). Atribuyendo el alto desempleo “heredado de la crisis financiera” en momentos en que “existe una gran oferta de empleos y una recuperación económica” a un desacertado enfoque de la “teoría de la búsqueda” que, según el Comité que concedió el premio, la investigación premiada ayuda a comprender mejor y justifica (lo injustificable): que inevitablemente habría vacantes laborales y, al mismo tiempo, desempleo.

“Según la clásica…” (y neoclásica, lo que se conoce como el paradigma walrasiano) “…visión del mercado, los compradores y los vendedores se encuentran uno al otro inmediatamente, sin costo, y tienen información perfecta sobre los precios de todos los bienes y servicios…” (lo que haría perfecto al momento actual, ergo, sin desocupación), “..pero esto no es lo que pasa en el mundo real”, señaló el Comité. Sucede que, al no ser perfecta, la búsqueda de información faltante produciría fricciones, en los mercados, que sirven para explicar fenómenos como la dispersión de precios y salarios, la aparición del dinero y la existencia de recursos mal aprovechados, entre ellos el desempleo, las viviendas vacías, etc. Fricciones, costos de búsqueda, que el Estado podría ayudar a solucionar.

Pero resulta que hacen muchos años ya, la Escuela Austríaca había señalado la falacia de León Walras, del momento actual perfecto como resultado de un supuesto equilibrio estático perfecto del mercado. Por el contrario, el mercado es un proceso dinámico de búsqueda de la información, precisamente, el mercado no es sino un poderoso motor de búsqueda y de transmisión de información, por ejemplo, a través de los precios que al subir informan que allí debe invertirse más. Si el Estado pone un salario mínimo (u otorga un subsidio, que hace las veces de salario mínimo) envía al mercado información errónea: los salarios no son tan bajos y por tanto no debe invertirse en crear más empleo.

Como señala Alberto Benegas Lynch (h), la Escuela Austríaca ha insistido en los peligros de concebir la economía como mecanismos automáticos de asignación de recursos movidos por fuerzas que conducen a llamados “equilibrios” en el contexto de “modelos de competencia perfecta”; desarrollados principalmente por León Walras. Nada tan absurdo como equilibrios cuando se trata de procesos en el contexto de permanentes cambios. Son procesos dinámicos fruto de millones de decisiones cambiantes, imposibles de conocer, de consumidores y empresarios en búsqueda de mejores precios y menores costos.

Resumiendo, la teoría clásica, y neo clásica, creía que existe el equilibrio perfecto en el mercado. Los nuevos nobeles “descubren” (tardíamente) que no existe tal equilibrio perfecto, pero les parece deseable y debe buscarse con ayuda del Estado. Pero la realidad, dice la Escuela Austríaca, es que semejante equilibrio ni existe ni es deseable sino que el mercado es (y siempre debe ser, mientras el Estado no lo impida coactivamente) un potente mecanismo dinámico en búsqueda de un equilibrio, que nunca se logra, lo que lo mantiene en permanente movimiento en búsqueda del mejoramiento.

20/10/2010

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