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viernes, 17 de septiembre de 2010

EL SÍNDROME DEL MUERTO QUE HABLA. UTOPÍAS Y LÓGICAS. JUAN DE DIOS RIVAS VELÁSQUEZ

Esto es el territorio de psicópatas y de especialistas médicos avezados; perdonen la irreverencia y la osadía de meterme con temas que no domino, de los cuales soy neófito; ¡pero! Soy un político que con los años me he vuelto acucioso y quisquilloso, aspirante a autodidacta en temas que son importantes en lo científico y social. Soy inquieto por investigar las patologías y actitudes del comportamiento humano de los gobernantes.

Hay que verificar las conductas de los llamados hiperlíderes, o de Esteban (según los humoristas) en el caso nuestro, que se han empoderado de los destinos y bienes de los latinoamericanos, estos hombres que vinieron para hacernos infelices, amargarnos, robarnos y condenarnos a tormentos perversos e injustos. Veamos lo que he averiguado: Tengo un amigo que informa que en psiquiatría se enseña “el síndrome del muerto que habla”; se define este síndrome como el conjunto de síntomas de una enfermedad; hay varias enfermedades que están dentro de esa definición, ejemplo: el síndrome de Parkinson, el síndrome de Gansen, el síndrome del muerto que habla, etc.

Hoy me quiero referir al “síndrome del muerto que habla”, es una enfermedad rara, pero que se manifiesta en personas que reciben golpes (no que lo dan) en la cabeza, el golpe le convierte la masa encefálica (o se la altera) en grumos o partículas que pasan de semisólidas a sólidas, o semisólidos a semilíquidos; a las personas que le sucede esto hablan y se comunican y de pronto se derrumban, son considerados muertos que hablan. Hay casos de gente que ostenta poder, dirige y tiene ocupaciones de mucha responsabilidad aun teniendo el “síndrome del muerto que habla”, ellos toman decisiones y actúan sin derrumbarse y -como es obvio- causan perjuicios a otros, producto de hablar y actuar estando muertos de lógica y criterios racionales. Imaginemos por un instante que esto le pase a un presidente (sin alusiones personales), es evidente que ese presidente hablará mucho y no cumplirá nada, cada palabra está muerta, muerta por la mentira que la sustenta. Muerta por la demagogia que la impulsa, y muerta por la incoherencia asociativa de mente dañada. Se dice mucho y se hace nada, todo está muerto antes de ser verbo. Es evidente que los resultados y consecuencias son desastrosas, lo cual es más dañino cuando esto se hace presente en nuestras naciones latinas, se perjudica a todo (s) un país (es) y se aporrea el futuro de la gente, se destrozan los fundamentos de la economía, el empleo, el salario y el bienestar.

Se dice que hay casos de casos y que el síndrome lo padece en forma leve mucha gente y algunos gobernantes. En este momento me asalta la duda ¿Y si el presidente Venezolano padece este síndrome? ¿El síndrome que puede ser consecuencia de un golpe que se dio cuando se lanzaba en paracaídas? Sin lugar a dudas algo hay, no es posible que un ser humano cometa tantos errores, yerros y desatinos, y se la pase hablando sobre “ideas muertas”; cada proceso electoral vuelve sobre las mismas mentiras, habla sobre las mismas demagogias y ofrece las mismas soluciones que hace 12 años ofertó; para colmo intenta “revivir” los dogmas totalitarios y comunistas muertos, esto es muy capcioso en vista de lo mal que anda el país.

Los venezolanos rogamos porque esta especulación ¿o hipótesis? psiquiátrica, que son conversaciones para doctos profesionales, los cuales deberían hablar más en público de esto. Quiera Dios que semejante análisis no sea verdad y que el Presidente no esté padeciendo del síndrome del muerto que habla, y que su actuar sea sólo el sueño hegemónico, reeleccionista y totalitario, de un hombre vivo que cree que los demás son pendejos. De ser así no se equivoque porque los venezolanos no somos pendejos, por el contrario tenemos instintos libertarios y democráticos, lo que nos lleva a ser muy persistentes en la búsqueda de hombres dignos, responsables, capacitados y líderes unificadores, capaces de construir y no destruir, propiciadores de buenos ejemplos y no de maldades, maltratos y ensañamientos desnaturalizados.

El síndrome del muerto que habla, es una manera de reflexionar; en Venezuela no queremos más líderes que no respeten la Constitución y las leyes. Un Presidente que se elija por salir de uno malo, no es, ni será la solución, se quiere ir buscando un Presidente que sea estadista, pedagogo, pluralista, unificador y respetuoso de todas las opiniones “aun cuando sean en contra”. Por el momento los venezolanos debemos elegir a una Asamblea Nacional donde estén Diputados democráticos y cumplidores de su función parlamentaria y legislativa. Hay que votar para no tener que vivir con el miedo de que “El muerto que habla” nos destruya la patria.

rvjuandedios@gmail.com

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