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lunes, 19 de julio de 2010

MAYORÍAS. LA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN CAYÓ EN CUENTA Y SABE BIEN LO QUE NO QUIERE QUE CONTINÚE. DIEGO BAUTISTA URBANEJA

La mayoría de los venezolanos están hoy por hoy unidos por el deseo de que Hugo Chávez no pase del año 2012 al frente del Gobierno. Eso dicen las encuestas de una manera consistente y la tendencia que dibujan es la de que esa mayoría debe solidificarse y ampliarse por un rato más. En tal sentido, y para empezar, los venezolanos constituyen una mayoría negativa, por decirlo así, cuyo grito común es el más elemental: no queremos que siga.

El gran esfuerzo que la Mesa de la Unidad Democrática está llevando a cabo, por cierto que bajo fuego cruzado, consiste, por lo pronto, en hacer de esa mayoría negativa una mayoría electoral, que canalice su actual rechazo común en la dirección de la elección de una mayoría parlamentaria. El primer paso para ese logro es la construcción de una oferta electoral unitaria, en la forma de unas candidaturas apoyadas por todas las fuerzas democráticas en lo que se llama una alianza perfecta. Esto, con todo lo importante que es, da lugar a una mayoría parlamentaria que, si se quedara en eso, tendría que ser calificada de poco profunda. Pero nadie piensa detenerse en ese nivel.

En realidad, lo que se abre es un camino de profundización, de densificación política de la mayoría por construir. De modo que ese primer paso ha de ser seguido por otros, en la forma de una agenda parlamentaria, un programa de acción común que desde la Asamblea Nacional esa mayoría parlamentaria se compromete a llevar a cabo. Una agenda parlamentaria que puede dividirse en varios aspectos o agendas más específicas. La institucional, destinada a restablecer el equilibrio de poderes. La agenda contralora, destinada a reimplantar la función contralora de la Asamblea. La propiamente legislativa, que define las áreas de legislación que la fuerza parlamentaria que se obtenga atenderá en forma prioritaria. La agenda política, que determina el uso político que se dará a esa fuerza parlamentaria, en función de la estabilidad política y de la realización pacífica y equitativa de las elecciones del 2012.

Por este camino, y a medida que se vaya realizando, dejamos atrás la mayoría puramente negativa. Ya estamos en plena carrera hacia una mayoría más positiva y más profunda, unida por un programa común de acción con un contenido cada vez más sustancioso. Llevar a cabo esas otras etapas, una vez superada la de la construcción de las candidaturas unitarias, tendrá que ser la tarea predominante de la campaña electoral propiamente tal, a partir de mayo de este año.

El siguiente paso, que contará con lo ya andado en lo que venimos diciendo, es el de mayor envergadura. Se adentra ya en los terrenos de la construcción de un gran acuerdo político y social que establezca los parámetros por donde ha de marchar la nueva construcción del país, las pautas de relación y convivencia de las fuerzas políticas mayoritarias y minoritarias y los puntos de apoyo de la gobernabilidad que hará factible tal nuevo rumbo, que en todo caso tiene que estar encuadrado en ese gran marco que es la Constitución de 1999.

Esta agenda de profundización de la mayoría, parte de esa mayoría negativa de la que comenzó hablando este artículo. Esta última negativa es el resultado de algo democráticamente muy importante, aunque haya tardado más de la cuenta: la capacidad de la población de tomar conciencia del proceso de destrucción al que ha estado sometido el país. Esa toma de conciencia remite a la calidad política de la población que es capaz de llevarla a cabo. La calidad de la democracia en última instancia depende de la calidad del pueblo que la protagoniza. Si se diera el caso de que esa mayoría se deshiciera en virtud de cualquiera de esos juegos de manos que Chávez tanto practica y se dejara engatusar por tal o cual habilidad comunicacional o tal o cual repartidera de dinero, estaríamos tocando las posibilidades, los límites últimos de la calidad de nuestra democracia, que estaría sujeta a la quebradiza calidad de una población de criterio tan frágil. A estar alturas del juego, depende de los venezolanos el caer de nuevo bajo los efluvios de alguien como Chávez. NO tendrán excusas si vuelve a suceder.

Pero no es esa la tendencia que indican los sondeos de opinión. La mayoría de la población cayó en cuenta, y sabe bien lo que no quiere que continúe. Darle a ese punto de partida positividad y densidad señala la agenda de las fuerzas democráticas del país, que demostrarán con su capacidad de llevarla a cabo, si ellas por su parte valen la pena.

dburbaneja@gmail.com

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