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miércoles, 12 de mayo de 2010

GUERRILLA COMUNICACIONAL: GUERRA OPINÁTICA DE 4º GENERACIÓN, ANDRÉS SIMÓN MORENO ARRECHE

La semana previa a las elecciones primarias que uno y otro bando político convocaron para la selección de sus candidatos a la Asamblea Nacional en Venezuela, y luego de una de mis conferencias sobre Guerra Comunicacional en la Escuela de Comunicación Social de La Universidad del Zulia, mi asistente me sorprendió con una caja repleta con decenas de preguntas que no tuve tiempo de responder en aquel evento, ni siquiera con la extensión de una hora adicional para el ciclo de ‘preguntas al conferencista’, que gentilmente otorgaron a mi persona los organizadores del encuentro. Me hallo en la obligación moral de responderlas, aunque también frente a una incompatibilidad aparente, es decir frente a una paradoja docente, pues muy probablemente mis respuestas generen más preguntas que conclusiones. A pesar de ello, persisto en el intento.
He agrupado las respuestas a esas 143 preguntas, que en la mayoría de los casos están antecedidas por largas opiniones personales, una característica sui generis de los reporteros venezolanos, en cuatro categorías: La primera, una respuesta global para aquellas preguntas que indagan sobre la naturaleza y características de la guerrilla comunicacional. En la segunda categoría incluyo en varios párrafos las réplicas a las consultas que vinculan a la guerrilla comunicacional con la propaganda política. En la tercera categoría agrupo mis respuestas sobre los tipos y modos de acción de una guerrilla comunicacional, y en la última categoría voy a resumir las muchísimas y variadas ‘preguntas-opiniones’ acerca de lo comunicacional como elemento bélico.
Naturaleza y características de la guerrilla comunicacional
La guerrilla comunicacional es el ensamblaje de las actividades persuasivas de la propaganda política e ideológica, articuladas con las tácticas subversivas de la guerra de guerrillas, por ello la guerrilla comunicacional se inscribe dentro de los modelos de confrontación de la que se ha dado por definir ‘guerra de cuarta generación’, que es una denominación dentro de la doctrina militar que comprende, además de la guerra de guerrillas, la guerra asimétrica, la guerra de baja intensidad, la guerra sucia, el terrorismo de Estado (u operaciones similares, encubiertas o abiertamente promovidas desde el poder), la guerra popular, la guerra civil de bajo impacto, el terrorismo y el contraterrorismo, además de la propaganda, en combinación con estrategias no convencionales de combate que incluyen la cibernética, las maniobras de la población civil y las gestiones políticas relacionadas con la movilización de masas. En este tipo de guerras no hay enfrentamiento entre ejércitos regulares ni necesariamente entre Estados, sino entre un Estado y grupos que se le oponen y que suelen ser de naturaleza política, económica, religiosa o étnica.

Vista así, la guerrilla comunicacional es un elemento táctico de la Guerra de Cuarta Generación (Fourth Generation Warfare - 4GW - en su concepción original) un término usado por los analistas y estrategas militares para describir la última fase de la guerra en la era de la tecnología informática y de las comunicaciones globalizadas. Fue en 1989 que se comenzó la formulación de la teoría de la 4GW cuando William Lind y cuatro oficiales del Ejército y del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, titularon un documento: "El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación". Fue en ese año cuando el documento se publicó simultáneamente en la edición de octubre del Military Review y la Marine Corps Gazette, y si bien en los primeros años de la década del noventa la teoría no fue precisada ni se expresó claramente qué se entiende por 4GW, el concepto luego fue asociado a la guerra asimétrica y a la guerra contraterrorista. William Lind escribió su esbozo de teoría en momentos en que la Unión Soviética ya había sido derrotada en Afganistán e iniciaba su colapso inevitable como sistema de poder mundial. Por lo tanto, a la Guerra de Cuarta Generación se la visualiza como una hipótesis de conflicto emergente de la pos-Guerra Fría, en tanto que algunos analistas relacionan su punto de partida histórico con los atentados terroristas del 11-S en EEUU.

Guerrilla comunicacional y propaganda política
Frente a una evidente superioridad de tecnología comunicacional, superioridad que se transforma en un gran poder de promoción propagandística, la única forma sensata para enfrentar a esa superioridad propagandística es la puesta en práctica de una nueva doctrina: La guerrilla comunicacional, que se evidencia con el uso de fuerzas irregulares ocultas que ataquen sorpresivamente al enemigo, para provocar su derrota a partir del desestabilizamiento de sus fortalezas, convirtiéndolas en debilidades y ello sólo es posible con el uso de tácticas no convencionales en el combate que se desarrolla en la opinión pública.

La guerrilla comunicacional cumple a cabalidad con el primer principio de la guerra asimétrica que se menciona en el libro “Guerra Sin Restricciones”, escrito por los coroneles chinos Qiao Liang y Wang Xiangsui en febrero de 1999. Esta es la primera obra teórica que profundiza sobre las acciones, las tácticas y las maniobras de las guerras asimétricas futuras a gran escala, y en la que se postula el uso de cualquier clase de lucha –la guerrilla comunicacional entre ellas- sin tener en cuenta objeción ética alguna.
Comunicacionalmente, la asimetría es una condición inherente a la mesnada comunicacional, concebida como un conflicto donde existe una gran desproporción entre los medios y los recursos persuasivos y políticos de los bandos implicados, y que por lo tanto obliga a uno de los combatientes a utilizar medios distintos, considerados como ‘bizarros’ dentro de las campañas comunicacionales tradicionales o comunes. Entre estos medios se cuenta la guerra de guerrillas comunicacional; el ‘zapping’ o el bloqueo a la sintonía a medios de comunicación opositores o contrarios a la ideología propia como modelo de resistencia comunicacional; toda clase de terrorismo mediático, la contrainsurgencia dentro de los medios de comunicación adversos, la guerra sucia o la promoción de eventos y sucesos en los que mal ponga al contrario en la opinión generalizada de los públicos.
En este tipo de enfrentamiento comunicacional, las grandes batallas propagandísticas desaparecen casi por completo, y sólo suceden cuando una fuerza de guerrilla comunicacional se atrinchera en un segmento de la opinión pública y la fuerza regular arremete allí contra ella produciéndose una gran batalla comunicacional urbana. En esta etapa, el ataque a la credibilidad y el uso de la guerra sucia es esencial para ambas partes; el enemigo más débil atacará la credibilidad que posee su enemigo en la población para negarle su apoyo y debilitar la posición del rival. Para el más fuerte, localizar y desacreditar al la célula de guerrilla opinática, usualmente oculta entre los habitantes del segmento poblacional, implica una tarea de desgaste para encontrar y acabar cualquier vinculación de aquéllos con la población, sin importar el costo que se pague en tales acontecimientos.[]
Cuando la guerrilla comunicacional se implica en un enfrentamiento de propaganda política, la verdad y la objetividad desaparecen del discurso para dar paso a la manipulación de los hechos y la tergiversación, y con ello dar cumplimiento a la Segunda y a la Sexta Leyes Inexorables de la
Guerra Comunicacional:
2º.- Ley. De la territorialidad: “El campo de batalla está en la mente del público.”
6º.- Ley. De la percepción: “Lo que se percibe es más importante que la realidad.”
Tipos y modos de una guerrilla comunicacional
Los tipos y modos más comunes en una guerra comunicacional de 4º generación están relacionados con tres principios estratégicos que han de cumplirse inexorablemente si se desean alcanzar los objetivos propuestos al emprender la modalidad de ‘guerrilla’ como estrategia persuasiva:

El primer principio guerrillero es el de la movilidad y el tamaño. Mientras más pequeña sea la ‘unidad propagandística’ se es más ágil, pero ¡Atención! El tamaño de la unidad es relativo. El tamaño más importante no es el propio sino el del contrincante, y esto es así porque el crecimiento burocrático, típico de las organizaciones piramidales, atenta contra este principio, por lo que es fundamental concentrar en no más de 5 personas las decisiones del laboratorio de propaganda.
El Segundo principio es el de la segmentación. Es fundamental hallar un segmento pequeño para vencer allí al opositor más grande y lento. Cuando los contrincantes grandes “bajan” a terrenos reducidos que han sido previamente tomados por una célula de la guerrilla comunicacional, ésta se convierte en “el grande” y el grande en un “pequeño relativo”. Cuando una célula comienza perdiendo una batalla en un territorio reducido, su presencia allí desaparece en corto tiempo, porque en un segmento poblacional pequeño la célula requiere del reconocimiento de su liderazgo para sobrevivir. A los efectos del desarrollo de una campaña comunicacional de 4º generación, hay que asumir que el segmento de opinión más pequeño es el vecindario y la locación más importante es la choza donde se expenden alimentos y vituallas al detal y el expendio de licor más concurrido en el barrio. Es allí, en las chozas y los tugurios del vecindario, donde se ‘siembran’ las matrices de opinión, o donde se ‘protege el perímetro’ ante un avance del contrario o una aproximación indirecta.
El tercer y último de los principios fundamentales de una guerrilla comunicacional es el de la identidad propia. Sin importar el nivel de éxito previo o la profundidad que haya obtenido en la opinión de los públicos que integran un determinado territorio segmentado, una célula comunicacional guerrillera no puede ni debe comunicar con la pomposidad de algo ‘oficial’ porque la credibilidad en el mensaje guerrillero está reñida con la apariencia oficialista. La organización comunicacional de una guerra de guerrillas opera eficientemente con pocos miembros en la dirección y muchos en la ejecución.
Estrategias de la comunicación persuasiva
Además de los principios estratégicos para los emprendimientos comunicacionales ‘guerrilleros’ mencionados genéricamente en el ítem anterior, la estrategia de la comunicación persuasiva contempla diez principios estratégicos adicionales, agrupados en tres escenarios posibles:

En el escenario de una guerra comunicacional a la ofensiva se manejan cuatro principios indispensables. Son estrategias comunicacionales en las que se necesita estar en una posición de mayor fuerza al comienzo de la conflagración. Estos principios se basan en la presunción de que el emprendedor posee una fuerza comunicacional superior a sus contrarios, o que sus habilidades persuasivas superan holgadamente las capacidades de convencimiento de sus contrarios. Estos cuatro principios estratégicos son:
1.- El Principio del Análisis: La consideración principal de cualquier estratega comunicacional que está en capacidad de emprender una guerra a la ofensiva, es medir la capacidad de respuesta comunicacional y persuasiva de sus oponentes. Para ganar la batalla en la mente del público meta, no basta con triunfar… ¡El opositor debe fracasar! El factor moral es decisivo. La campaña a la ofensiva debe dinamitar las fortalezas que sustentan su capacidad de respuesta o dificultar sus líneas de contacto directo con el pueblo. La artillería persuasiva necesaria está compuesta de slogans, íconos y música corta pegajosa (jingles).
2.- El Principio del Diagnóstico: Lo primordial en una campaña comunicacional a la ofensiva consiste en diagnosticar una debilidad, pero no el cualquier parte, sino allí... En el ‘punto fuerte’ del opositor, para golpear en ese punto con contundencia. Usualmente, los líderes y los opositores fuertes son víctimas de su propio éxito. Hay que hurgar en los éxitos porque allí se esconden las debilidades. En un emprendimiento comunicacional a la ofensiva no existe la “posición invencible”, pues lo que hoy da soporte, suele ser lo que mañana entierra.
3.- El Principio de la Fuerza: Consiste en concentrar toda la artillería mediática en un frente conceptualmente estrecho y simple, para concentrar todo el poder persuasivo en una promesa. La lucha a la ofensiva debe emprenderse sobre el flanco más débil del público meta y concentrar toda la potencia persuasiva sobre un único punto de ese flanco. Vencida la resistencia inicial y abierta una brecha comunicacional, el ataque se debe dispersar lateralmente, generando expectativas colaterales vinculantes.
4.- El Principio de la Saturación: En cualquier guerra comunicacional a la ofensiva, la victoria estará más cerca de quien logre combinar el mayor despliegue con la frecuencia más intensa. El término oficial es ‘reach frecuency’ y ha sido utilizado desde hace años por los publicistas para cuantificar, luego de engorrosas fórmulas que involucran la cobertura y la penetración de los distintos medios de comunicación social, el ‘alcance’ de un ‘media-mix’ sobre un determinado ‘target group’. Estar en la ofensiva comunicacional requiere de una fuerte inversión en tiempo y dinero para reducir el ruido circundante. La saturación bien empleada vence la tendencia de la Opinión Pública a permanecerle fiel a una matriz establecida. Una de las reglas tácticas de este Principio Estratégico reza que si a mitad de campaña se presenta una crisis financiera, es más importante mantener la frecuencia de los impactos, que el despliegue.

El siguiente escenario es el de una guerra comunicacional a la defensiva. Allí se manejan tres principios estratégicos:
5.- El Principio de la exclusividad: Sólo quien lidere la opinión de los públicos puede triunfar a la defensiva. El liderazgo sólo lo determina qué tan alto y profundo se está en la mente y en la preferencia del pueblo. En tal situación de liderazgo, la defensiva se convierte en un desgaste para el atacante.
6.- El Principio del Ataque: La mejor defensa ante una agresión comunicacional es el ataque. Para el que lidera la preferencia de la Opinión Pública, por su posición de líder, el defensor posee un punto fuerte en la mente del público. La mejor manera de reforzar posiciones de liderazgo consiste en introducir nuevos elementos de opinión que diluyan el esfuerzo del atacante más fuerte. Pero para el acometedor, el mejor ataque ante un líder fuerte es la segmentación de los escenarios, porque la voracidad natural del líder lo impulsará a defender y controlar todos los frentes y con ello, debilitar por agotamiento o por sobre exposición su liderazgo.
7.- El Principio del Bloqueo: Para ello es imprescindible identificar y obstaculizar los movimientos comunicacionales del contrario-atacante. El bloqueo es una estrategia adecuada para un líder, porque a un opositor atacante le lleva más tiempo plasmar una impresión sólida en la mente del pueblo. El bloqueo debe ser fulminante, porque el cambio de preferencias suele ser violento y difícil de revertir.
Finalmente, están los tres principios estratégicos para la guerra comunicacional por flanqueo:
8.- El Principio de la Geopolítica Comunicacional: Un movimiento de flanqueo adecuado debe efectuarse en un área de la opinión pública no disputada. No se requiere de un nuevo emisor. Basta que la forma del mensaje y su contenido posean cierto grado de novedad para que el pueblo lo ubique dentro de una categoría exclusiva. El éxito de un ataque comunicacional por flanqueo depende de la capacidad creativa para desarrollar mensajes novedosos y mantenerlos dentro de la nueva categoría.
9.- El Principio de la Sorpresa Informativa: La sorpresa comunicacional es esencial cuando se desea desplazar el epicentro de la Opinión Pública. El movimiento de flanqueo comunicacional más exitoso es aquel que fundamenta su accionar en mensajes inesperados. Realizar una “prueba-piloto” o cualquier otro sondeo antes de una operación de flanqueo comunicacional es un acto suicida porque delata la acción.
Acotación final: Personalmente no soy partidario de la imposición del modelo comunicativo guerrerista, pero cuando desde el desgobierno chavista se habla de guerra comunicacional hay que tener claro que se refieren a un contexto epistemológico de la comunicación que no es nuevo porque ha sido aplicado en todos los regímenes totalitarios: La persuasión política. Es decir a que las ideas, los pensamientos y las creencias relacionadas con la comunicación (objetividad, veracidad, transparencia e intercambio mutuo y beneficioso de información) presentan un viraje intenso, retrógrado para quienes lo analizamos holísticamente, pero futurista y esperanzador para quienes lo están poniendo en práctica desde las Salas Situacionales que asesoran la gestión comunicacional oficial, pero en todo caso es un cambio de paradigma que está plasmado sobre un nuevo enfoque que proporciona el "contexto" en el que se forman los diferentes modelos teóricos y teorías en un nivel inferior de planteamiento: El contexto epistemológico de la guerra comunicacional, que no nace de la Academia ni de los ‘comunicólogos’ sino de la necesidad, visceral y primaria de la comunicación socialista, que no es otra que la de imponer al otro constructos filosóficos, económicos y políticos a partir, no ya desde el razonamiento o de la lógica, sino de la explotación de la emotividad como sustrato sobre el que se han de construir otros paradigmas.

Andres Simon Moreno Arreche
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