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jueves, 7 de febrero de 2008

*GUILLERMO RODRÍGUEZ ECRIBE: “LA REALIDAD: UN PROBLEMA DE FONDO”



*GUILLERMO RODRÍGUEZ ECRIBE: “LA REALIDAD: UN PROBLEMA DE FONDO”



La necedad es la madre de todos los males.
Marco Tulio Cicerón


Recientemente un joven activista liberal me comentó que le indignaba la infinidad de necedades que veía a diario en las declaraciones de prensa de políticos socialistas venezolanos, tanto en los que gobiernan como en los que aspiran a sustituirlos tales funciones... para hacer más o menos lo mismo. Que los socialistas digan necedades es tan natural, predecible y en última instancia inevitable, como que las piensen y las crean. Es su forma de pensar, errada y destructiva, pero tiene sus atractivos y beneficios, por lo que no la dejarán fácilmente... muchos no lo dejarían ni aún cuando llegaran a convencerse de lo errada que es. Indignarse de eso me pareció algo similar de indignarse porque haga frío en invierno y calor en verano; y al comentárselo al compañero, aquél me explicó que no eran las necedades en sí mismas, menos considerando de quienes venían, sino el hecho asombroso –y de muy destructivas consecuencias continuadas– que la población se las tome en serio la razón de su indignación. Bien, ese ya es otro asunto, asunto que se relaciona con la generalizada, mayoritaria –es decir democrática– imposición del error en lugar de la verdad. Al final lo que es popular es la negación de la realidad, si la realidad no fuera impopular, no sería popular el socialismo en ninguna a de sus vertientes.

La realidad puede ser una sola, la correcta percepción que de ella tengamos, en la medida que sea correcta, puede ser, a su vez, una sola; pero las percepciones erróneas de la realidad serían, teóricamente, infinitas, y por ello podrían contradecirse entre sí. Los principios de identidad y de no contradicción de que hablamos son absolutos en la medida que todo intento de hacerlos relativos, por aparentemente razonable que luzca bajo la apropiada óptica, se torna absurdo con sólo considerarlo a fondo. Ni aún una especulación literaria de “ciencia ficción” más alucinada que se inspire en las aparentes paradojas de la física quántica quiebra realmente los principios de la identidad y no contradicción en referencia a la “realidad” que simplemente imagina, pues lo que postularíamos así sería que en infinitos universos quánticos paralelos, existen infinitas circunstancias quánticas paralelas, pero no diferentes realidades independientes, sino circunstancias diferentes que forman parte de la única realidad más amplia y potencialmente infinita. Y no es física sino imaginación literaria de tipo mítico que niega en realidad la ciencia en que se inspira.

La discusión filosófica sobre la realidad llena bibliotecas, pero la podemos resumir para nuestros efectos en tres grandes premisas posibles:


La realidad existe y puede ser conocida
La realidad existe pero no puede ser conocida
La realidad no existe como tal


La primera premisa es verdadera y también es la menos popular, las segundas resumen las dos vías para negar la verdad en torno a la realidad. Pero no es la realidad que discuten los filósofos la que nos interesa aquí, es la parte de la realidad que se corresponde con los sujetos, es decir, su circunstancia particular. ¿Por qué entonces insistir en que la realidad es una sola? ¿Pudiéramos ir con la corriente relativista de moda y llamar realidad a la circunstancia? La razón de esto es que así como la realidad es que 2 + 2 = 4, y por ello es falso cualquier otro resultado, la relatividad de la verdad implicaría que cualquier resultado es relativamente cierto y relativamente falso y con ello cualquier resultado sería igualmente valido. La mayoría de los relativistas admiten la realidad matemática en la medida que la matemática es una abstracción, pero aducen que al darle identidad real a lo que se está sumando tal realidad matemática se hace relativa. Lo que tenemos que preguntarnos es si aplicando el criterio de que todas las verdades son igualmente validas y buenas a los cálculos estructurales requeridos para construir un puente (y en ello los números efectivamente representan partes mensurables de la realidad objetiva) la siguiente pregunta sería: ¿los muertos resultantes estarían relativa o absolutamente fallecidos?

¿Por qué las personas parecen empeñarse en rechazar la realidad? ¿Por qué el relativismo es, en general, popular?

Personalmente creo que es porque la realidad es compleja y nuestra capacidad, no digamos de comprenderla sino simplemente de percibirla es muy limitada. Lo que observamos depende siempre de nuestra perspectiva, cuando miramos una torre en campo abierto lo más que podemos ver es la mitad de la misma, y si la planta de la mitad visible es media circunferencia, tendemos a concluir que la mitad que no vemos completará la planta circular. No es del todo caprichoso, ya que la simetría es común en la naturaleza, pero si la planta de la mitad que no podemos ver fuera cuadrada, quien la estuviera observando desde el punto exactamente opuesto al nuestro, supondría que está ante una torre cuadrada, mientras que quien se encontrase perpendicular a ambos, vería que parte de la planta es circular y parte es cuadrada, así supondría que la parte que no observa es igual con lo cual sería el único cuya suposición resultaría acertada. Suponer la simetría es algo predecible porque lo que observamos lo relacionamos con nuestra previa experiencia, pero dicho proceso, que nos permite identificar como torre en un punto lo que conocimos como torre en otro, también nos conduce a no ver parte de la realidad cuando resulta muy compleja o demasiado extraña a nuestra experiencia previa. Cuando observamos con atención podemos quedar fácilmente perplejos ante los errores a que llegamos con la observación superficial. Así que la observación tiene dos límites importantes, la perspectiva y la experiencia. Un observador atento podría comprender que no es la planta de la torre simétrica sin cambiar su punto de vista de varias formas, como por ejemplo observar atentamente la sombra que la torre proyecte.

Pero es más fácil decir que la planta de la torre es “relativa”, no es cierto, pero es más fácil. La mentira casi siempre es más fácil, siempre que no se consideren las consecuencias que se pueden predecir... y las que no. Y la necedad es negar que todas llegarán como lo que son: consecuencias.

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