*ESCRIBE PACIANO PADRÓN:“A 50 AÑOS DE LA DICTADURA ANTERIOR “
Ahora, cuando comienza este 2008 que luce año de batalla, de calle y defensa de la libertad y la democracia, nos preguntamos si debemos hablar de 50 años de la "dictadura anterior" o de la "última dictadura". No es una sutileza idiomática, quisiéramos fuese la "última dictadura", y jamás volver a padecer como pueblo el gobierno de un solo hombre, con sus caprichos y desmanes. Hablar de la "dictadura anterior" es admitir que ya padecemos otra o estamos camino de ella. Impedirlo, como siempre, está en nuestras manos.
Son ya 50 años de democracia, de gobiernos emanados del pueblo, con sus matices, con mayor o menor manipulación de la voluntad popular. Este es el período más extenso de continuidad de un sistema de gobierno en nuestros ya casi dos siglos de vida republicana. Los veintisiete años del gomecismo (1908-1935) constituyen el segundo más extenso, signado éste por el oscurantismo de un autoritarismo horrible, la bota militar analfabeta que impidió el ingreso del Siglo XX en Venezuela hasta el año 1936, ya que se opuso al acceso de las nuevas ideas y de los nuevos tiempos.
Nuestra historia es de vaivenes, es la de 27 Constituciones, la de gobiernos efímeros, como cortos eran los vuelos de sus caudillos, que se sucedían unos a otros, con brevísimos paréntesis democráticos que no cuentan, que no hacen peso en la vida de un pueblo. Rómulo Gallegos, primer Presidente por el voto libre de sus conciudadanos, fue electo en diciembre de 1947, y depuesto antes que concluyera 1948, para abrirle paso a la década dictatorial signada por el perezjimenismo, blando en su primera etapa, brutal en sus postreros cinco años.
En el último medio siglo, luego del año de transitoriedad, en los primeros cuarenta años, ocho distintos gobiernos se sucedieron, uno por lustro. En conjunto, sus logros no tienen precedente en Venezuela. Puedo debatirlo con cifras a la mano, que se convierten en añoranza cuando las comparamos con las de la administración Chávez, ahora al iniciar su décimo año, por cierto el doble del tiempo de los períodos quinquenales que lo precedieron. No obstante los logros, el deseo de corregir fallas -que las había- algunas de ellas graves, nos movieron a la búsqueda de un nuevo impulso, que como pueblo creímos encontrar en el Teniente Coronel, olvidándonos de la larga historia de botas y cachuchas que ensombrece y avergüenza nuestra historia constitucional. Tal vez el más grande éxito de Chávez es la siembra de la idea del oprobioso Pacto de Punto Fijo y de los 40 años, convenciendo a los suyos, pero también a los nuestros, a quienes hoy le adversamos.
Después del fracaso del golpe de Estado de 1992, cuando el Héroe del Museo Militar intentó llegar a Miraflores, su entonces esperanzador "por ahora" fue bandera y aliento que le permitió conquistar, democráticamente, la conducción de la República. Agua ha corrido bajo los puentes en esta ya casi década transcurrida. Hoy el Presidente se ha transmutado en dueño del poder, estándoles sometidos y genuflexos los cinco poderes públicos. Estamos camino a una dictadura, o si se quiere, a las puertas de ella. El pasado mes de diciembre, de manera clara, dijimos NO al socialismo comunista, NO a la reelección indefinida o gobierno vitalicio. No obstante el ensoberbecido y nunca satisfecho de poder, no rectifica los errores que nos empobrecen y sumen en inflación, delincuencia y corrupción, pero tampoco aprende: acaba de pedir una "enmiendita" para modificar el Artículo 230 constitucional, replanteando su intención de perpetuarse en el poder.
Este año 2008 es definitorio. Conmemorar el Cincuentenario del 23 de Enero es recordarle al régimen que queremos democracia, alternabilidad y libertad, y un gobierno que gobierne, que no sea sólo palabra y confrontación. El destino, una vez más, está en nuestras manos.
Son ya 50 años de democracia, de gobiernos emanados del pueblo, con sus matices, con mayor o menor manipulación de la voluntad popular. Este es el período más extenso de continuidad de un sistema de gobierno en nuestros ya casi dos siglos de vida republicana. Los veintisiete años del gomecismo (1908-1935) constituyen el segundo más extenso, signado éste por el oscurantismo de un autoritarismo horrible, la bota militar analfabeta que impidió el ingreso del Siglo XX en Venezuela hasta el año 1936, ya que se opuso al acceso de las nuevas ideas y de los nuevos tiempos.
Nuestra historia es de vaivenes, es la de 27 Constituciones, la de gobiernos efímeros, como cortos eran los vuelos de sus caudillos, que se sucedían unos a otros, con brevísimos paréntesis democráticos que no cuentan, que no hacen peso en la vida de un pueblo. Rómulo Gallegos, primer Presidente por el voto libre de sus conciudadanos, fue electo en diciembre de 1947, y depuesto antes que concluyera 1948, para abrirle paso a la década dictatorial signada por el perezjimenismo, blando en su primera etapa, brutal en sus postreros cinco años.
En el último medio siglo, luego del año de transitoriedad, en los primeros cuarenta años, ocho distintos gobiernos se sucedieron, uno por lustro. En conjunto, sus logros no tienen precedente en Venezuela. Puedo debatirlo con cifras a la mano, que se convierten en añoranza cuando las comparamos con las de la administración Chávez, ahora al iniciar su décimo año, por cierto el doble del tiempo de los períodos quinquenales que lo precedieron. No obstante los logros, el deseo de corregir fallas -que las había- algunas de ellas graves, nos movieron a la búsqueda de un nuevo impulso, que como pueblo creímos encontrar en el Teniente Coronel, olvidándonos de la larga historia de botas y cachuchas que ensombrece y avergüenza nuestra historia constitucional. Tal vez el más grande éxito de Chávez es la siembra de la idea del oprobioso Pacto de Punto Fijo y de los 40 años, convenciendo a los suyos, pero también a los nuestros, a quienes hoy le adversamos.
Después del fracaso del golpe de Estado de 1992, cuando el Héroe del Museo Militar intentó llegar a Miraflores, su entonces esperanzador "por ahora" fue bandera y aliento que le permitió conquistar, democráticamente, la conducción de la República. Agua ha corrido bajo los puentes en esta ya casi década transcurrida. Hoy el Presidente se ha transmutado en dueño del poder, estándoles sometidos y genuflexos los cinco poderes públicos. Estamos camino a una dictadura, o si se quiere, a las puertas de ella. El pasado mes de diciembre, de manera clara, dijimos NO al socialismo comunista, NO a la reelección indefinida o gobierno vitalicio. No obstante el ensoberbecido y nunca satisfecho de poder, no rectifica los errores que nos empobrecen y sumen en inflación, delincuencia y corrupción, pero tampoco aprende: acaba de pedir una "enmiendita" para modificar el Artículo 230 constitucional, replanteando su intención de perpetuarse en el poder.
Este año 2008 es definitorio. Conmemorar el Cincuentenario del 23 de Enero es recordarle al régimen que queremos democracia, alternabilidad y libertad, y un gobierno que gobierne, que no sea sólo palabra y confrontación. El destino, una vez más, está en nuestras manos.
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