*AMERICO MARTIN: !A TOCAR EL PIANO CON LOS DIEZ DEDOS!

!A TOCAR EL PIANO CON LOS DIEZ DEDOS!
AMERICO MARTIN


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¡Es duro tener que luchar en dos frentes para que se abra el voto contra la reforma constitucional! Es duro y sorprendente. El gobierno se desespera. Sus últimas actuaciones evidencian que no descarta la derrota. El nerviosismo abusivo de la presidenta del CNE, las bandas mussolinianas agrediendo las pacíficas manifestaciones estudiantiles y, con la mayor desverguenza, acusando a los agredidos de ser agresores. El colosal ventajismo electoral. Los crecientes rumores sobre la posposición o retiro de la reforma si siguiera creciendo la opción NO. Todo eso debería llevarnos a la búsqueda incesante hasta debajo de las piedras de nuevos votantes, para que crezca la audiencia.

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Desgraciadamente el otro escollo, el otro frente, está en nosotros mismos, en una respetable e importante porción de nosotros mismos, no lo suficientemente grande como para impedir o molestar la marcha del SI, pero tal vez decisiva para proporcionar la diferencia que hace falta, una diferencia susceptible de reflejarse en todas partes, incluso dentro del chavismo y en la esfera internacional. Es demasiado importante que Chávez perdiera voto sobre voto y que se haga evidente hasta para los más ciegos que un fraude lo sería ahora incluso contra parte de su propia militancia, contra los militares, contra el pronóstico de las encuestas (si en los últimos días éstas detectan un alud, cosa perfectamente posible por Baduel, por el llamado que hoy hará el prestigiado movimiento estudiantil y ojalá también por la adhesión de los principales líderes de la posición abstencionista) porque no es lo mismo estafar a un derrotado importante que a un ganador.
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Para defender la voluntad popular hay una diferencia descomunal entre el que tiene la bandera de la legalidad y el que renunció a ella, el que denuncia un fraude que efectivamente le hayan cometido y el que no puede hacerlo porque no ejerció su derecho a votar. Claro, siempre podrá hablarse de "fraude continuado" sin que -aún siendo cierto, como lo es- nadie se impresione por eso, como no se impresionó con el "fraude continuado" argentino, al punto de que hasta quienes lo esgrimieron terminaran aceptando la victoria de Cristina Kirschner. No sólo me desconcierta que gente inteligente y avisada como la promotora del abstencionismo no perciba el enorme valor de congregar una mayoría electoral y de calle, sino que me asombra la tenacidad conque rechazan y descalifican a los que sostenemos que el terreno de la lucha electoral no debería abandonarse tan olímpicamente, como si nos sobraran las oportunidades. Y por añadidura difunden un fatalismo perdidoso que puede ser especialmente letal. No sólo aseguran que la maquinaria del fraude es infalible (en un gobierno, por cierto, falible y desorganizado como pocos) sino que encima adelantan los porcentajes que se supone pertenecen al íntimo arcano de los eventuales defraudadores.

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No voy a salir arrojando culpas sobre otros si el gobierno se sale con la suya sin necesidad de hacer fraude porque la abstención fuera decisiva, pero sin duda ocurrirá lo que lamentablemente dije desde el principio: ésta será una abstención pasiva, dado que las acciones alternas prometidas no cristalizaron nunca, sea por caso el prometido paro "hasta que el tipo se vaya", la insurrección, la guarimba, el paro indefinido, la salida de "millones a la calle" no se sabe para cuándo y "hasta la renuncia del tercio". No sé como no aprecian la inanidad de esas fórmulas. ¡Por Dios, no va a pasar absolutamente nada el 26, fecha anunciada para el "no retorno", salvo que aprovechando el anuncio de tan anunciado Día D, el gobierno se resuelva sus angustias y declare el estado de emergencia dando un zarpazo con el pretexto de que se preparaba una insurrección. Con un puñado de mensajes de Internet ofrecerá la reina de las pruebas: la confesión ¿Cómo es posible que no lo vean? Tengo que decir que aprecio un cambio aauspicioso en mi amigo Henry Ramos y en Escarrá y Ledezma, e incluso en Peña Esclusa, que ya no criminaliza a quienes van a votar contra la reforma. ¡Ojalá fuera el primer paso de la reunificación de la disidencia, a través de sus líderes naturales, con la disposición de "tocar el piano con los diez dedos", vale decir: votar y luchar, luchar y votar!