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viernes, 27 de febrero de 2015

PEDRO A. PALMA, FUNCIONALIDAD DEL ESQUEMA CAMBIARIO

Las modificaciones al sistema cambiario que fueron anunciadas el 10 de febrero pasado han generado una serie de cuestionamientos en cuanto a su racionalidad y funcionalidad. 

El primero de ellos se refiere a la decisión de mantener incólume el control de cambios vigente desde hace doce años, a pesar de estar éste tan corrompido y caduco, sin dar signos de la intención de desmantelarlo progresivamente, y de sustituirlo por un sistema cambiario dinámico y eficiente. 

Otra crítica se relaciona al mantenimiento de los tipos de cambio preferenciales de 6,30 bolívares por dólar y de Sicad. Esa decisión, si bien busca evitar el encarecimiento de los productos importados, no se justifica desde el punto de vista económico, ya que esas tasas implican la preservación y agravamiento de una sobrevaluación desproporcionada de la moneda. Eso significa que el gobierno seguirá subsidiando las divisas preferenciales a pesar de la crítica escasez que de ellas existe, particularmente después del desplome de los precios del petróleo de los últimos meses.  Esa crítica sería aún más grave si el tipo de cambio de 6,30 bolívares por dólar no solo se mantiene para las importaciones de alimentos y medicinas, como ha sido anunciado, sino que también se aplicare a todas las del sector público, pues ello implicaría que un altísimo porcentaje de las compras foráneas se seguirían haciendo a esa tasa fija absurdamente baja, lo cual propiciaría aún más la profunda corrupción que caracteriza el manejo del control cambiario.

Si bien la decisión de crear el Sistema Marginal de Divisas, Simadi, se puede considerar como positiva, pues la misma busca corregir el grave error que se cometió en mayo de 2010, cuando se declaró ilegal el mercado de permuta de títulos valores, o mercado paralelo, han surgido una serie de cuestionamientos y dudas acerca de su posible funcionalidad y eficacia.  Si bien se ha anunciado que a través de ese mercado se podrán adquirir divisas libremente y a un tipo de cambio que se establecerá por el libre juego de oferta y demanda, las operaciones de compra-venta de dólares que allí se realicen estarán sujetas a una serie de regulaciones y normas que podrían distorsionar y limitar su funcionamiento, apartándolo de lo que debería ser un verdadero mercado libre de divisas. 
En efecto, la estrecha supervisión en cuanto al origen y el destino de los fondos, la obligación de canalizar las operaciones a través de cuentas denominadas en dólares en bancos locales cuyos fondos deben ser mantenidos en cuentas en moneda extranjera en el BCV, y el posible requisito de aprobación previa de las transacciones por el instituto emisor, pudieran desincentivar la oferta privada de dólares y limitar la cantidad de divisas que se pudieran adquirir en ese mercado.
Otro factor que pudiera distorsionar las operaciones del Simadi es la elevada cantidad de bolívares que se puede destinar a la compra de dólares debido a la alta y creciente oferta monetaria existente. Dado que Pdvsa tendrá que seguirle vendiendo el grueso de sus mermadas divisas al BCV a razón de 6,30 bolívares por dólar, y que sus gastos probablemente seguirán siendo muy elevados, su gestión financiera podría seguir siendo ampliamente deficitaria, particularmente si el precio de la gasolina no es aumentado.  Eso la obligaría a seguir buscando financiamiento en el BCV, quien seguiría creando dinero inorgánico en grandes cantidades, que generaría un fuerte aumento de la oferta monetaria.  Si paralelamente la oferta de dólares en el Simadi se ve restringida por los pocos dólares que puede vender allí Pdvsa, por las bajas reservas internacionales líquidas, y por los pocos incentivos de los oferentes privados, las intenciones de bajar el tipo de cambio libre se podrían ver frustradas.
Como se ve, se necesita mucho más que aplicar unas medidas cambiarias aisladas, muchas de ellas sin fundamento económico, como ha sido el caso hasta ahora.
Pedro A Palma
palma.pa1@gmail.com
@palmapedroa

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martes, 17 de febrero de 2015

TRINO MÁRQUEZ, EN CARNAVAL, LA DEVALUACIÓN HAY QUE DISFRAZARLA

Maduro: “Hemos desmantelado un atentado golpista contra la democracia de nuestra patria”
La rueda de prensa de Nelson Merentes, presidente del Banco Central, y Rodolfo Marco Torres, ministro de Economía y Finanzas, en la que anunciaron el nuevo esquema cambiario, estuvo adornada con la monserga propia de los discursos demagógicos. Ninguno de los dos funcionarios se atrevió a decir que el gobierno necesita muchos miles de millones de bolívares para cumplir sus compromisos y que debe convertir cada dólar, de los escasos que ahora recibe, en la mayor cantidad de moneda nacional que sea posible.
Esta verdad pura y simple trataron de ocultarla con un lenguaje vaporoso. El “gobierno sigue comprometido con el pueblo”, “no se ha olvidado de los más necesitados”. El dólar a Bs. 6.30 “se mantendrá” porque con él se realizan el “70% de las operaciones en divisas”. El resultado de este esquema complicado y absurdo, que no existe en ninguna de las economías más prósperas del continente, se traduce en que se mantiene el dólar barato para que la boliburguesía y la red de corrupción que existe alrededor del Cencoex, antiguo Cadivi, pueda seguir lucrándose con los mermados ingresos petroleros. En otro plano, las subastas que se realicen a través del Sicad irán moviendo la divisa norteamericana hacia arriba. La deducción es lógica: durante 2014 –cuando el precio del barril se situó por encima de $90 durante el primer semestre- el Banco Central realizó muy pocas convocatorias; podía suponerse que el Ejecutivo contaba con suficientes dólares para subastarlos; ahora la situación varió: ¿de dónde saldrán los billetes verdes para satisfacer la demanda?
El mismo razonamiento opera para prever el comportamiento del dólar en el Sistema Marginal de Divisas (¡Simadi!). El principal oferente de moneda extranjera es el gobierno. El sector privado ha sido tan atacado durante los últimos años, que su capacidad de participar en la venta de dólares es muy reducida. Habrá que esperar que la economía se reanime para que el volumen de la oferta crezca. Por ahora, el bolívar seguirá rodando por la pendiente adonde lo llevaron los rojos.
Las dos maneras de evitar que el bolívar siga depreciándose frente a la divisa norteamericana son: que los precios del crudo se disparen hacia las nubes, cosa que parece improbable; o que la economía detenga su caída y comience a mostrar signos de dinamismo. Pero, ¿cómo alcanzar esta meta si Nicolás Maduro y Diosdado Cabello optaron por criminalizar la actividad empresarial y continuar con la política del acoso a la iniciativa privada, las expropiaciones y confiscaciones, algunas abiertas y otras veladas?
Por la ruta de las amenazas y el cerco a los empresarios particulares, la economía continuará hundiéndose en el charco donde se encuentra. Los inversionistas carecen de incentivos para invertir en Venezuela. A lo mejor el gobierno está pensando en relanzar el aparato productivo a partir de las Zonas Especiales de Desarrollo Sustentable (Zedes), aprobadas en 2001, pero que nunca han funcionado. El mantenimiento del dólar a Bs. 6.30 podría formar parte de un proyecto orientado a conceder divisas para las inversiones en esas Zedes, de modo que los empresarios obtengan ese beneficio y luego puedan vender los dólares obtenidos en el Simadi. Negocio redondo.
La traba se encuentra en que en Venezuela no existe seguridad jurídica. El Estado de derecho desapareció. Reina el abuso. Farmatodo y Día Día simbolizan la arbitrariedad imperante. En una atmósfera como esta luce remoto que empresarios que pueden invertir en Perú o Chile -por ejemplo- opten por Venezuela. La caridad y la misericordia con países arruinados por sus dirigentes, no son valores que los inversionistas practiquen. En la mayoría de las naciones de Latinoamérica, con las cuales Venezuela compite, el marco jurídico y los derechos de propiedad se respetan con devoción. En este lote entran también los países del Alba. La devaluación frente a la moneda norteamericana no se registra. Al contrario, Perú, Chile, Bolivia, han fortalecido su cotización ante el dólar.
Venezuela es una pieza rara que habría que exhibir en un museo arqueológico. La inflación y la devaluación continua ya no se ven. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello deberían solicitar los consejos de sus amigos Daniel Ortega, Rafael Correa y Evo Morales, para que les digan cómo –con el mismo discurso redentor- lograron que sus respectivos países crecieran, que las economías se modernizaran y que fuesen abatidas la inflación y la devaluación.
Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc

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