No puede evaluarse la moderna política internacional
venezolana con respecto al Esequibo sin considerar la actuación como
diplomático y estadista del Presidente Rómulo Betancourt.
Un aporte significativo contra el colonialismo en América
Latina y el establecimiento de los principios rectores del sistema
internacional regional fue el discurso de Betancourt ante la IX Conferencia
Interamericana de Bogotá (1948) en el cual delineó: "el problema de la
libertad en América y la irritante pervivencia del coloniaje en el
continente", rechazando que se: "haya dejado persistir el dominio de
potencias colonizadoras sobre vastas porciones del hemisferio" sin haber
modificado: "el status colonial en América" cuando en ese tiempo en
otras regiones del mundo había logrado superarse.
Betancourt, además de haber sostenido la postura
venezolana a favor del respeto a la autodeterminación de los pueblos coloniales
y a la garantía de los derechos del hombre, no dejó de defender: "el
derecho de ciertas naciones de América a obtener determinadas porciones de
territorio hemisférico, que en justicia le puedan corresponder; ni renunciamos
los venezolanos, llegado el caso de una serena revalorización histórica y
geográfica de lo americano, pudieran hacer valer en pro de sus aspiraciones
territoriales sobre zonas hoy en tutelaje colonial y que antes estuvieron
dentro de nuestro propio ámbito geográfico".
Sus discursos políticos en ese encuentro internacional
-en el cual se suscribió la Carta de la Organización de Estados Americanos-,
fueron de tal magnitud que influyeron no solamente en materia de condena al
colonialismo y el planteamiento de la reivindicación de los derechos
territoriales venezolanos afectados por el mismo, sino también en la
consagración de las libertades y derechos democráticos en el continente como
normativa esencial de tal instrumento jurídico y del orden político
continental.
La obra de gobierno de Betancourt (1959-1964) sobre el
reclamo del Esequibo destacó en diversos escenarios nacionales e
internacionales y en especial en estos últimos por la actividad diplomática
emprendida por el embajador Carlos Sosa Rodríguez ante la 130 reunión de la Cuarta Comisión de
las Naciones Unidas el 22-02-1962 y la trascendente declaración del Canciller
Marcos Falcón Briceño ante la 348 Sesión de la Comisión de Política Especial de
la ONU el 12-11-1962, con lo cual se impulsó, con sentido nacionalista y
democrático, la formal reclamación de nuestro irredento territorio oriental.
La expresa manifestación que durante esa época realizó el
Congreso de la República el 04-04-1962 de: "Respaldar la política de Venezuela sobre el diferendo
limítrofe entre la posesión inglesa y nuestro país en cuanto se refiere al
territorio del cual fuimos despojados por el colonialismo; y, por otra parte,
apoyar sin reservas la total independencia de la Guayana Inglesa y su
incorporación al sistema democrático de vida", constituyó un digno
precedente para nuestra política internacional y representó un ejemplo de
unidad en torno a nuestro histórico reclamo y en cuanto a: "que Venezuela
tiene derechos irrenunciables sobre un territorio arrebatado por el laudo
arbitral de 1899, a todas luces injusto, dictado por el interés de expansión
colonialista de la Inglaterra victoriana", como bien se indicaba en uno de
sus considerandos.
A las gestiones diplomáticas de democracia venezolana de
ese tiempo se debe entonces el avance de nuestro proceso de reivindicación
territorial sobre el Esequibo y que Inglaterra y su sucesora Guyana
reconociesen, por primera vez de manera formal y obligante mediante el Acuerdo
de Ginebra (1966), la existencia de una controversia de necesaria solución y
que como bien previamente refirió Betancourt en su mensaje presidencial del
07-03-1964, debe tener como consecuencia: "la reincorporación al
territorio nacional de una zona que desde un punto de vista jurídico-histórico
jamás dejó de pertenecer a Venezuela", y cuyo reclamo: "en nada
entorpece las aspiraciones del pueblo de Guayana Británica a su
independencia", así como también su propio desarrollo que no puede
fundamentarse en el despojo y en desconocimiento de los legítimos de derechos
de Venezuela como nación soberana víctima de un acto infame del colonialismo
inglés.
Jose Felix Diaz Bermudez
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