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domingo, 20 de abril de 2014

CHARITO ROJAS, CRÓNICA DE UNA LIBERTAD ANUNCIADA, 19 DE ABRIL DE 1810

Toda conspiración tiene sus semillas echando raíces años atrás de la explosión definitiva. Van creciendo los movimientos rebeldes, los hombres descontentos se organizan y al final las mayorías guiadas por líderes con ascendencia se imponen.

La Capitanía General de Venezuela había visto perturbada su paz colonial por primera vez con el movimiento de José María España y Pedro Gual, en 1799. Era Gobernador Manuel de Guevara y Vasconcelos, quien ejerció el cargo entre 1798 y 1807. Fue este Gobernador quien hizo ejecutar a España, quien hizo acuñar la primera moneda caraqueña, quien gobernaba cuando un venezolano nacido en Guacara, Francisco de Ibarra, fue nombrado primer Arzobispo de Caracas y también le tocó enterrar al prelado en 1806.
Guevara y Vasconcelos tenía especial alergia por estos criollos alzados que querían gobernarse localmente, aunque sin dejar de proclamar su fidelidad a la corona española. El más detestado era Francisco de Miranda, un blanco de orilla que había ganado galones en la revolución francesa y había osado tratar de invadir el territorio venezolano por Ocumare, en 1806.
Los mantuanos se alzan
Guevara y Vasconcelos murió en Caracas en 1807 y se encarga provisionalmente su segundo, el Teniente del Rey, Juan de Casas. Las noticias que llegaban a la provincia americana desde Europa eran alarmantes: en Bayona, Francia, Napoleón Bonaparte había invitado a una "conferencia" al rey español Carlos IV, a la reina María Luisa y al heredero Fernando. Terminó apresándolos y colocando en el trono español a su hermano José, a quien por su afición a la bebida los españoles llamaban "Pepe Botella".
A raíz de estos sucesos, las colonias americanas, apoyadas por los ingleses, que así aprovechaban de hacerle la jugada a su archienemigo Napoleón Bonaparte, comenzaron a formar unas juntas de apoyo a los derechos de sus reyes.
En Caracas, la clase social de los criollos (nacidos en la colonia pero descendientes de españoles), llamados también "mantuanos" por los mantos que distinguían a sus mujeres, trataron de constituir una Junta de Gobierno que rigiera la Capitanía General de Venezuela y desconociera la autoridad de la España de Bonaparte.  A La Guaira arribó el buque francés "Serpent", cuyo capitán pretendió que el gobernador encargado De Casas reconociera la autoridad francesa. El traductor de semejante petición era el profesor Andrés Bello, políglota que tenía entre sus funciones la traducción del Times de Londres y de periódicos franceses que de vez en cuando llegaban en las encomiendas.
La milicia española y el criollo José Félix Ribas enfrentaron la tripulación del barco y la gente salió a las calles a manifestar su apoyo a Fernando VII, quien para ese entonces había aprovechado la abdicación forzada de su padre y se había refugiado con sus leales. Los "grandes cacaos" (los más ricos, llamados así porque la fuente principal de su riqueza provenía del cultivo de ese fruto) se declararon en una especie de Junta Provisional de Gobierno, mientras el gobernador De Casas actuaba con doble cara, por una parte rechazaba a los franceses pero por la otra se opuso a la formación de esta junta.
Sin embargo, el Cabildo Municipal de Caracas apoyó a los mantuanos y De Casas estaba perdiendo la partida cuando apareció en La Guaira un buque inglés que apresó al de los franceses. Los mantuanos conspiraban en la Cuadra de los Bolívar, y ya hablaban de expulsar no solo a los franceses sino también a los españoles. De Casas reprimió el alzamiento y encerró a algunos en los calabozos del castillo de La Guaira mientras que exilió a otros en sus haciendas fuera de Caracas.
Pero De Casas no sabía cuál opción tomar debido a lo incierto del panorama político en la provincia y terminó aprobando con el Ayuntamiento la idea de una junta que, sin embargo, no se atrevió a presidir. Fue entonces cuando se trajo una imprenta a Caracas para editar un periódico que contrarrestara los rumores.
Entre los mantuanos comenzaron las divisiones: mientras los mayores pensaban en preservar los derechos de Fernando VII, los más jóvenes querían una revolución a la francesa, inspirados por Francisco de Miranda, buscando la independencia total de España.
En 1808 se revela la Conspiración de los Mantuanos cuando aparece un documento con 45 firmas, entre ellas las de José Félix Ribas, Antonio Fernández de León (que después sería el Marqués de Casa León, quien traicionaría los ideales independentistas), el marqués Fernando Rodríguez del Toro, José Tovar y Ponte, Mariano Montilla, Pedro Palacios Blanco, Juan Nepomuceno Ribas, Luis López Méndez, Nicolás Anzola, entre otras, quienes pedían la creación de una Junta Suprema de Caracas.
Todos ellos fueron juzgados pero finalmente, sobreseídos. En mayo de 1809, Don Juan de Casas hizo entrega de la debilitada autoridad española en Caracas al capitán Vicente  Emparan.
La semilla de independencia ya había pegado en el ánimo de los jóvenes      criollos.
El nuevo actor
Era su segunda vez en Venezuela, pues había sido gobernador de Cumaná desde 1796 hasta 1804, donde ganó fama de liberal e incluso de afrancesado. Recibió a los científicos Alejandro de Humboldt y Aimé Bonpland cuando iniciaron su periplo americano en Cumaná en 1799. Al terminar su gestión regresó a España; en enero de 1809 recibió el nombramiento de capitán general de Venezuela, pero la tierra que conoció anteriormente había cambiado.
La agitación dominaba el ambiente cuando el nuevo Capitán General se instala en la que fuera la casa de don Domingo Rodríguez de la Madriz, en la actual esquina de Las Madrices. A pesar de los susurros, la relación de Emparan con la sociedad caraqueña fue amistosa y tal vez eso fue lo que salvó su vida en los terribles momentos que le tocaron en su primera Semana Santa en suelo caraqueño.
El 2 de abril de 1810 el Capitán General  había confinado en sus haciendas a un grupo de muchachos "cabezas calientes", entre otros a Simón y Juan Vicente Bolívar, cuando por una delación se descubrió la llamada "conspiración de la Casa de Misericordia". Emparan sabía la orientación que llevaban y tenía información de las reuniones que entre la noche del 18 y la madrugada del 19 de abril se habían realizado para planificar acciones durante la sesión del Cabildo el Jueves Santo.
Cuando durante la sesión el Capitán General se dio cuenta que la discusión tomaba un giro peligroso para su autoridad, se levantó y adujo que a las 9 de la mañana comenzaban los oficios del día santo y debía asistir. Atravesó con su comitiva la Plaza Mayor, seguido por miembros del Cabildo y por un pueblo que comprendía que algo pasaba. Comenzaron a gritarle "¡A Cabildo, a Cabildo!", y fue entonces, al llegar a pocos pasos de la puerta de la Catedral cuando Francisco Salias, con gesto decidido, lo tomó del brazo para que regresase.
Momentos de tensión cuando los granaderos, formados ante el templo, se prepararon para cargar en defensa de Emparan, pero el capitán Luis de Ponte (pariente de los Bolívar y los Tovar) también estaba en la conspiración y les ordenó quedarse firmes, por lo cual Emparan comprendió que el complot contra su autoridad estaba consumado. Así regresó al Ayuntamiento donde ocurrieron los hechos que lo depusieron del mando.
 El 19 de abril de 1810 se produjo el primer golpe de estado exitoso de la historia de Venezuela, pero en principio no fue a favor de la Independencia, sino en defensa de los derechos del rey de España. Pronto esa realidad cambiaría para tornarse en apenas meses en un movimiento independentista bélico.
Golpe consumado
Cuentan que por su ventana en la esquina de Las Madrices, Emparan oía una tonada que las caraqueñas cantaban como arrorró a sus hijos: era el cántico de "Doñana", pero con una letra diferente. Le dijeron que esa letra había sido escrita por Lino Gallardo y el propio Andrés Bello. Años después se atribuyó a Vicente Salias y Juan José Landaeta. Hablaba de un ejemplo que Caracas dio: romper cadenas, decía la canción, y no precisamente en defensa de la Independencia, sino de los derechos del rey de España, de manera que el despotismo a que se refiere es el revolucionario proveniente de Francia. Ésta es la historia.
Don Vicente Emparan murió en el Puerto de Santa María, en España, el 3 de octubre de 1820. Vivió 73 años, que para su época era mucho, pero no vivió para ver la independencia definitiva de la tierra que él gobernó en nombre de España.
A Venezuela le quedarían después del 19 de abril de 1810, años de guerra y muerte hasta que el 3 de agosto de 1823, el general Francisco Tomás Morales firmara la Capitulación del ejército español en la casa que había sido residencia oficial de los gobernadores españoles de Maracaibo y que hoy se llama Casa de Morales o de la Capitulación.

Charito Rojas
Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas

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jueves, 19 de abril de 2012

19 DE ABRIL DE 1810 / FUENTE VENEZUELA TUYA

19 de abril de 1810

Día de la independencia: 19 de Abril
Un jueves santo de 1810, específicamente el 19 de abril se inició en Caracas el comienzo de una etapa en la historia de Venezuela. En este día, el cabildo de Caracas, con el apoyo de parte del pueblo y de importantes sectores de las fuerzas armadas, tanto de los batallones de veteranos como de milicias, así como de destacados personajes del clero, la sociedad, de los intelectuales, depuso al gobernador y capitán general Vicente Emparan y a los demás altos funcionarios españoles, enviándolos al exilio. Dicho movimiento revolucionario que se llevó a cabo de una manera incruenta, en definitiva tuvo un impacto en los campos político, económico, social y cultural no sólo de Venezuela sino de toda Sudamérica.

Antecedentes

Entre los antecedentes más cercanos al 19 de abril, se hallan la conspiración de Gual y España en 1797, la expedición libertadora de Francisco de Miranda en 1806 y la conspiración de los Mantuanos en 1808. En relación al movimiento llevado a cabo en Caracas y La Guaira por parte de Gual y España, en el mismo participaron individuos de todas las clases sociales, excepto los mantuanos; tratándose en términos generales, de un proyecto revolucionario igualitario, republicano y democrático, con proyección hacia el resto del continente. En cuanto a sus líderes, tenemos que Manuel Gual era un hijo de un militar distinguido que había defendido La Guaira 50 años antes; por su parte, José María España había sido teniente de justicia de Macuto; es decir, ambos eran hombres cultos incorporados a la administración colonial. A la conspiración se sumaron también republicanos españoles que poco antes habían organizado en Madrid una revolución similar, quienes fueron apresados y remitidos a América como reos de Estado. En este grupo destacaba Juan Bautista Picornell, quien en poco tiempo estableció contacto con Gual y España. El ideario de la revolución de Gual y España se expresó en unas Ordenanzas que en nombre de la Santísima Trinidad se proponían restituir al pueblo americano su libertad. Entre los puntos fundamentales de este programa figuraban la instauración en los departamentos de Venezuela de un nuevo gobierno; y la proclamación de los derechos del hombre (igualdad, fraternidad, libertad y propiedad, lo que contribuiría a la eliminación de las clases sociales por parte de la República. Asimismo, dicho movimiento pretendía extender la revolución a otras regiones de América. Otro documento importante de la revolución de Gual y España fue el folleto de los derechos del hombre, que fue impreso en la isla de Guadalupe. No obstante, la conspiración se descubrió antes de que llegase a estallar. Los revolucionarios españoles lograron huir y se refugiaron en las Antillas. Manuel Gual fue a Trinidad, donde murió, se cree que envenenado en 1800. José María España, quien había huido y regresado, fue apresado y ejecutado en la plaza mayor de Caracas en 1799. Aunque la conspiración en definitiva fue bañada en sangre, conmovió la tranquilidad de la sociedad colonial, y generó una honda preocupación en los mantuanos caraqueños, quienes vieron amenazada su posición preeminente en la sociedad.
En 1806 la tranquilidad de la vida colonial venezolana se vio una vez más sacudida, cuando Francisco de Miranda, emprendió una expedición libertadora de Venezuela desde Nueva York. Disponía de tres barcos, y la mayoría de los tripulantes, oficiales y soldados, eran norteamericanos. Miranda intentó desembarcar en Ocumare de la Costa, pero varios buques españoles se lo impidieron, refugiándose en Trinidad. Meses después intentó un nuevo desembarco en Coro, pese a que en esta ocasión logró poner pie en tierra, la población huyó, por lo que Miranda tuvo que desistir de sus planes. Sin embargo, a bordo del buque "Leander" traía una imprenta con cual imprimió proclamas que incitaban a los venezolanos a combatir por su libertad e independencia. También difundió la célebre "Carta a los españoles-americanos" del jesuita peruano Juan Pablo Viscardo, en la que éste animaba los americanos a defender sus derechos y los de sus sucesores. Al fracasar su expedición, Miranda se trasladó a Trinidad y posteriormente a Inglaterra, desde donde prosiguió promoviendo la independencia de Venezuela y de América Latina.
Mientras que el movimiento de Miranda tenía como objeto tomar el poder de Venezuela desde el exterior, para hacerla libre e independiente; la conspiración de los mantuanos en 1808 intentaba apoderarse del poder desde dentro, es decir, mediante un golpe de Estado. Para este momento, los mantuanos tenían el poder económico a través del control del Cabildo, el Real Consulado y la agricultura, aspiraban a obtener el poder político ya fuera Venezuela independiente o por lo menos autónoma. La invasión en 1808 de España por parte de los franceses y el arresto del rey Carlos IV y su sucesor Fernando VII, crearon el vacío el poder propicio para los intereses del mantuanaje caraqueño. En tal sentido, al enterarse los mantuanos que en todas las provincias españolas se organizaron juntas para preparar la resistencia contra las fuerzas invasoras y para dirigir la política de cada región, le solicitan al capitán interino de Venezuela, Juan de Casas, que organice también una junta con la misma característica de las españolas y en la cual tuvieran ellos el puesto preponderante; en otras palabras era una revolución interna que no pretendía cambiar el orden social. En definitiva, la conspiración de 1808 fracasó debido a que el capitán general no accedió a las demandas de los mantuanos, poniendo en prisión a los más exaltados y enviando a sus haciendas a los más moderados. También fracasó este movimiento, como consecuencia del apoyo de los oficiales de las milicias de pardos, quienes se presentaron ante Casas y se mostraron dispuestos a combatir contra los mantuanos, si éstos persistían en sus propósitos.

Los Sucesos del 19 de abril de 1810

El 19 de abril de 1810 renació la conspiración de los mantuanos, quienes en esta ocasión se habían procurado la cooperación de los batallones veteranos o las milicias, así como el apoyo de los notables, los intelectuales, de parte del clero y otros sectores de la sociedad, y de un núcleo considerable del pueblo. Una vez eliminada la posibilidad de toda resistencia en la Península, los notables caraqueños concibieron la constitución de una junta similar a las formadas en España a fin de regir los destinos de la provincia.

El capitán general Vicente Emparan, deseoso de ganar tiempo e indeciso ante el camino a seguir, suspendió la sesión del Cabildo y se dirigió a la catedral; sin embargo a las puertas de ésta, uno de los revolucionarios, Francisco Salias, se interpuso y tomando del brazo a Emparan, le conminó a regresar al Cabildo. La actitud de Salias fue ampliamente celebrada por la multitud en general y por un grupo de conjurados; ante la osadía de Salias, los soldados que formaban la guardia del capitán general hicieron un ademán de apercibir sus armas, pero una orden del oficial venezolano que los mandaba, los mantuvo firmes en sus puestos sin intervenir. Dadas la circunstancias, Emparan regresó al Cabildo, acompañado de los alcaldes, regidores y notables, mientras una multitud invadía la plaza mayor. Al poco tiempo llegaron al Cabildo el abogado Juan Germán Roscio, el canónigo José Cortés Madariaga y otros representantes del pueblo y del clero, quienes se incorporaron a la reunión. Presionado por los factores de poder presentes en el Cabildo de Caracas, Emparan pronunció las palabras que señalaron el principio del fin, por lo menos jurídicamente, del régimen español en Venezuela. Dirigiéndose al pueblo congregado en la plaza, desde el balcón del cabildo, les preguntó si deseaban que él continuase mandando; ante la respuesta negativa de las personas presentes, exclamó Emparan: "¡ Pues yo tampoco quiero mando!". Luego de esto, quedó establecida la que oficialmente recibió el nombre de Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII.
El mismo 19 de abril de 1810 fue redactada el acta en la cual se consignaba el establecimiento de un nuevo gobierno. En la misma se precisaba que el gobernador y capitán general, el intendente de Ejército y Real Hacienda, el subinspector de artillería y el auditor de Guerra y asesor general, así como la Real Audiencia, quedaban privados del mando que ejercían, a la vez que suprimían esas instituciones. En consecuencia el Cabildo de Caracas, con sus 2 alcaldes José de Llamozas y Martín Tovar y Ponte a la cabeza, asumió el poder, incorporando en su seno a los representantes del clero, del pueblo y de los pardos, ya mencionados, mientras que el mando militar era confiado momentáneamente al teniente coronel Nicolás de Castro y al capitán Juan Pablo Ayala. El acta del 19 de abril fue firmada por todos los asistentes al Cabildo extraordinario de ese día, incluyendo a los funcionarios españoles depuestos (Vicente Emparan), los que desempeñaron un papel secundario y los que a partir de ese momento asumieron el poder (Tovar, Roscio, Cortés de Madariaga, etc.). El acta fue leída el mismo día en diversos lugares de Caracas por los escribanos Fausto Viaña y José Tomás Santana, quienes certificaron que la población reaccionó gritando las siguientes consignas: "Viva nuestro Rey Fernando VII, nuevo Gobierno, Muy Ilustre Ayuntamiento y Diputados del Pueblo que lo representan". En definitiva la revolución se llevó a cabo sin derramamiento de sangre. Los funcionarios depuestos fueron conducidos luego a La Guaira y encerrados en las fortalezas o confinados a bordo de buques anclados hasta que se les expulsó. De acuerdo con el testimonio de uno de ellos, el intendente Basadre, durante el tiempo que estuvo en prisión pudo apreciar como los revolucionarios compusieron e hicieron circular canciones alegóricas de su Independencia, en las cuales convidaban a toda Hispanoamérica a hacer causa común y a tomar "... a los caraqueños por modelo para dirigir revoluciones" Al parecer, ya entonaban la canción que mucho más tarde fue declarada Himno Nacional de Venezuela: "Unida por lazos/ que el cielo forjó/ la América toda/ existe en Nación/ y si el Despotismo levanta la voz seguid el ejemplo/ que Caracas dio." En conclusión, aunque el 19 de abril de 1810 no fue declarada jurídicamente la Independencia de Venezuela, políticamente se produjo un cambio radical que culminó con la declaración 5 de Julio.


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