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miércoles, 7 de octubre de 2015

MARIO JAVIER PACHECO GARCÍA, JARANA Y EUFORIA POR ACUERDO DE VÍCTIMAS, CASO COLOMBIA, DESDE PANAMA

Como el estruendo de una mina antipersona, ensordecen los juegos de pólvora de quienes celebran la firma del acuerdo en Cuba, sobre justicia y víctimas, luego que Timochenko anunciara, satisfecho, el parte de victoria de la guerrilla sobre el Estado colombiano.

El acuerdo garantiza a las FARC, entre otras gabelas:
Que se  modifique la Constitución en su artículo 179 para que sus miembros, condenados, puedan ser congresistas, y que como tales, decidan los ascensos y bajas de los militares, que persiguen a sus guerrilleros activos.
Que se retire  el narcotráfico de la lista de delitos comunes y se califique –para ellos-  como conexo al delito político, y de carambola, evite su extradición.
Que las sentencias que les apliquen por sus masacres, sean penas de servicios sociales. Nada de cárcel.
Que nadie investigue sus tierras, ni sus fabulosas riquezas, que según Forbes, las clasifican como el tercer grupo terrorista más rico del mundo.
Que se les permita hacer dejación – conservación-  de sus armas, (para tiempos electorales) y seguir el narcotráfico y secuestro, bajo el estandarte de la impunidad
Que el Congreso confiera facultades extraordinarias a Santos, por si los colombianos no refrendamos el acuerdo, entonces él lo apruebe por decreto.
Que se establezca el “Tribunal para la paz”, para que juzgue, por fin, al senador Uribe, como delincuente, por haberlos diezmado en su mandato, y junto a él, a soldados que los persiguieron y a los periodistas y funcionarios que consideren enemigos.
Están de jarana, porque les damos todo, a cambio de nada, es decir, por una paz, que al día siguiente de firmada, se manchará otra vez de guerra, porque lo que se negocia en Cuba no es la paz, sino al Estado. Las FARC no pueden decidir sobre la paz, que nace de la justicia social. Las FARC, son un grupo desestabilizador, sobredimensionado por Santos, pero cuando el país se pellizque, ya habrán acelerado su marcha patriótica hacia el poder, el socialismo y la venganza.
Ni siquiera se les obligará a resarcir a sus víctimas, que serán indemnizadas por el Estado – por nosotros-  porque ellos, según Santos, “ya se gastaron la platica”.
Celebran, porque según los nuevos historiadores, sus masacres son epopeyas, y ellos no son victimarios, sino víctimas, no son acusados sino acusadores. Ahí está Bojayá, con el criterio kafkiano de la nueva justicia.
Celebran porque se jubilarán millonariamente en el Congreso, desde donde  manejarán los hilos del Tribunal de la paz y la venganza, estamento macabro, ex post facto, igual al que instalaron los revolucionaros en Francia para decapitar reyes y los revolucionarios en Cuba para fusilar inocentes. Los revolucionarios farianos no tuvieron, como ellos, que ganar la guerra, les bastó gruñir, para la victoria.
Celebran, porque en este Tribunal de la paz, será obligatorio confesar y reconocer, por parte de soldados y mandatarios, (como las brujas en la Inquisición su pacto con el diablo) que cada guerrillero muerto en combate, y en cumplimiento del deber, fue un asesinato. Si así no lo hicieren, se expondrán a condenas de hasta veinte años de cárcel. El tribunal de la paz fue diseñado para el sainete de la purificación guerrillera, y para la condena de quienes los atacaron.
La fiesta hace más bulla en el Congreso, la Fiscalía, las altas cortes y los clubes del generalato, donde la complicidad se recompensó con aumentos estrambóticos a los salarios, ya abultados, y con la posibilidad de hacer regalos contractuales, como el que hizo el Fiscal Montealegre a Natalia Marlene Lizarazo Tocarruncho, alias Springer.
Celebra Santos, rebosante de megalomanía, porque queda ad portas de ser postulado al premio Nobel de la paz, a costa de fracturar el país a la mitad y de ceder ante las imperiosas exigencias de doce mil terroristas.
Celebra Castro,  fundador y jefe supremo de las FARC, feliz de exportar su violencia socialista a Colombia, casi completando con nuestro país, el mapa latinoamericano de la decadencia.
Celebra Maduro, protector de las FARC, y verdugo de peligrosas ancianas y niños paramilitares, -colombianos-  porque el proceso le permite disimular el fracaso económico de su Socialismo bolivariano, y justificar cualquier fraude electoral.
Celebran Correa, Evo, Kirchner, Mujica, y Rouseff, contagiados ya de socialismo, porque Colombia ingresa, como nuevo enfermo a su hospital. Ortega, de Nicaragua, celebraría con ellos, de no estar mordiendo, por otro lado, al país.
Celebra Obama, sin saber de qué celebra, como la mayoría de los gringos y celebra el Papa, a quien Santos estafó, vendiéndole por original, una paz chiviada, al estilo de Sanandresito, igual que hizo con otros presidentes y cortes del mundo.
Celebra el Foro de Sao Paulo, fundado en 1991con partidos, movimientos y grupos izquierdistas de Latinoamérica, para tomarse el poder del continente, porque tras bambalinas, el Foro es el verdadero artífice del proceso, y porque, de detentar el poder solo en Cuba, hoy, 25 años después, lo tiene conquistado en Venezuela, Brasil, Uruguay, Bolivia, Chile, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, El Salvador y Perú. Está cercano a tomárselo en Argentina, México, República Dominicana, Costa Rica y ahora en Colombia.
Celebran porque su plan ha sido tan efectivo y sutil, que quien se alarmaba y advertía que el comunismo venía sobre América del sur, era tildado de paranoico, y con ese cuentico se apoderaron del continente.
Al fandango asisten: una justicia astuta, sin venda, para saber a quién le asesta su espadazo y quien pone más oro en su balanza; una verdad promiscua; un diccionario falaz, una paz sangrienta; una democracia autócrata, unos castrenses castrados, y una comisión mentirosa para la verdad.
Más de la mitad de Colombia no asiste al arremango, porque sabe que la tal fiesta es, en realidad, el aquelarre de Santos y las FARC, para propiciar la pesadilla, daliniana, comunista, que parecía imposible, no hace más de 8 años.
No asistimos porque el socialismo al que nos llevan, es totalitarismo, restricción de la actividad empresarial particular, apoderamiento del aparato productivo del país, propiedad privada expuesta, oposición amordazada, o fusilada y distribución equitativa de la miseria. Esa es la evidencia de la historia.
Que sigan celebrando los monomaniacos de la paz fariana. Nosotros, más de la mitad del país, seguiremos, como Santos dice, ladrando para alertar el peligro, y graznaríamos, como los gansos capitolinos que salvaron a Roma de los bárbaros, si con ello pudiéramos salvar a Colombia.
Nota al margen
William Villamizar, próximo gobernador de Norte de Santander, recibió la adhesión del partido verde y manifestó que sacará adelante el Proyecto Cínera, con el que garantiza agua y energía baratas y sostenibles para Cúcuta,  Recreación y turismo, empleo e inversión empresarial.

Mario Javier Pacheco García
mariojavierpacheco@gmail.com
@mariojpachecog 

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