No quiero pecar por desconfiado o receloso,
pero en el caso del avión de las Fuerzas Aéras siniestrado hay muchos cabos que
no atan e inevitablemente hay incógnitas que exigen ser despejadas. La sociedad
venezolana merece más respeto y transparencia.
En primer lugar, resulta extraño, por no
decir irregular, que una aeronave militar lleve como tripulación dos oficiales
de alto grado, específicamente dos capitanes. No soy experto en cuestiones
militares, pero creo que normalmente el segundo tripulante, el copiloto es un militar de más bajo rango
que el piloto y si no me equivoco es un técnico.
En segundo lugar, da la casualidad de que los
dos oficiales que iban a bordo del Sukhoi, los capitanes Ronald Ramírez y
Jackson García habían sido testigos en el juicio que le siguieron a un grupo de
oficiales acusados de haber formado parte de la conspiración que llamaron
“operación Golpe Azul”, una de tantas fantasías pantagruélicas inventadas en
los laboratorios de maldad del régimen.
Entiendo que le dieron el nombre de golpe azul ese nombre porque los supuestos implicados
eran oficiales de la fuerza aérea cuyo
uniforme es de color azul.
Según una información que ha circulado por internet (el portal
Efecto Cocuyo) los dos oficiales fueron promovidos en el juicio por la Fiscalía
como expertos conocedores de los aviones rusos para que explicaran o aclararan
algunos aspectos de la investigación en torno al caso. Les preguntaron acerca
de la posibilidad de que los acusados pudieran haber utilizado aviones Sukhoi
para llevar a cabo el supuesto golpe de estado. También les preguntaron si habría sido posible bombardear varias edificaciones en Caracas
con bombas transportadas en aviones Tucanos de fabricación brasilera. En ambos
casos las repuestas fueron negativas.
Pero las respuestas e informaciones
proporcionadas por los dos testigos expertos fueron desestimadas por el
tribunal y los acusados fueron de todos modos condenados con base en
testimonios suministrados por “patriotas cooperantes”.
En tercer lugar las informaciones sobre el
siniestro proporcionadas por las fuentes oficiales son vagas e inconsistentes.
Supuestamente se trató de la persecución de una aeronave sospechosa en una zona
vecina a la frontera con Colombia.
El comunicado oficial emitido por el Ministerio
de la Defensa informó que un avión tipo Sukhoi-30 se precipitó tierra en momentos en que realizaba un
sobrevuelo para custodiar el espacio aéreo venezolano luego que se detectara el
ingreso ilícito de una aeronave cerca de la frontera colombo-venezolana. “El
sistema de defensa aeroespacial integral
detectó una aeronave ilícita que ingresó por la región noroccidental del país
con rumbo sur hacia el límite fronterizo con la República de Colombia donde las
mafias ligadas al narcotráfico pretenden
utilizar nuestro territorio como plataforma de distribución de drogas
producidas en el vecino país hacia Centroamérica y el Caribe”
La pregunta obligada es ¿qué hacia un avión
militar venezolano cerca de la frontera con Colombia en momentos en que está
planteada una grave y delicada crisis en
la zona limítrofe entre los dos países y poco después de que el gobierno
del vecino país denunciara tres incursiones ilegales consecutivas de aviones
militares venezolanos en territorio colombiano?
Según
la versión oficial los restos del avión fueron encontrados en la localidad de
Elorza, en el Estado Apure, pueblo que casualmente cuenta con un aeropuerto.
Otra información circulada por Facebook asegura que el avión cayó en El Cajón,
cerca de La Urbana, en el Estado Bolivar, muy lejos de la frontera con
Colombia.
No
voy a ahondar en especulaciones pero creo que se debe descartar la posibilidad
de “error humano” tratándose de dos aviadores experimentados conocedores del
modelo de aeronave que piloteaban.
También
creo que se debe descartar la especulación que han hecho algunos comentaristas
según la cual Colombia habría derribado
la aeronave venezolana. Aún en las circunstancias más extremas el gobierno colombiano no cometería una
agresión, un “acto de guerra”, contra Venezuela, con todas las consecuencias
que ello tendría no solamente al nivel bilateral sino también regional y
mundial.
En
todo caso, a los familiares de los capitanes Ramírez y García se les debe
informar con exactitud qué ocurrió y todos los venezolanos merecemos una
explicación plausible y admisible de esa tragedia que no puede ser despachada
con el simple gesto de un mensaje twitter de condolencia del ilegítimo y el
ascenso post-mortem de los dos oficiales.
Adolfo
Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
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