A los 190 años de la
fundación de Bolivia, consagrada en el Acta de Independencia del Alto Perú,
firmada en Chuquisaca el 6 de agosto de 1825, es digno de reconocimiento, los
méritos del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, a quien se debe
la iniciativa de esta obra emancipadora, no obstante las disidencias con El
Libertador Simón Bolívar. El glorioso triunfo de Sucre en la Batalla de
Ayacucho que otorgó la libertad a Perú y extirpó el poder español, en diciembre
del año anterior, tuvo pronta resonancia en la región del Alto Perú, donde
soplaban inquietos aires de autonomía, se produjo el natural entusiasmo de sus
moradores, fruto de la esperanza emancipadora. Sucre escuchó el clamor,
midiendo con prudencia las posibles consecuencias que un pronunciamiento
separatista podrían generar en el virreinato del Río de La Plata, aunque desde
los tempranos tiempos del régimen colonial hispánico, las poblaciones de La
Paz, Potosí, Cochabamba y Chuquisaca eran territorio peruano y la voluntad manifiesta de sus pobladores, la
autonomía.
Sucre, ante las
exigencias de sus ciudadanos, además de la autoridad discrecional de la cual
estaba investido, por delegación expresa de Bolívar, asumió sus atribuciones
como General de División de las fuerzas colombianas en Perú. En tal virtud,
Sucre, no dudó en adoptar la decisión que consideró pertinente y oportuna. El 7
de febrero de 1825 entró en La Paz, en medio de entusiastas aclamaciones y el
día 9, redactó y firmó el histórico decreto para convocar la Asamblea de las provincias
del Alto Perú y decidir el destino que conduciría a la fundación de la nueva
República. Así se lo comunica a El
Libertador quien se hallaba en Lima, pero… Bolívar, dotado de poderes
dictatoriales, y no exento de las debilidades del ego, reaccionó enérgico,
desaprobando la iniciativa de su leal subalterno: “Ni usted ni yo –le dice– ni el Congreso mismo del Perú, ni
de Colombia, podemos romper y violar la base del derecho público que tenemos
reconocido en América. El Alto Perú es una dependencia del virreinato de Buenos
Aires. Llamando usted a estas provincias a ejercer su soberanía, las separa de
hecho, de las demás provincias del Río de La Plata. Hay que recordar que la iniciativa a ejercer
su soberanía, fue de las provincias, no de Sucre, quien atendió el clamor con
idéntica justificación a la asumida por el Congreso de Caracas en 1811, después
de la expresión bolivariana de: “¿…300 años de calma no bastan…?”
Venezuela no pidió
permiso a España para asumir y ejercer su soberanía; la conquistó después de 10
años de sangre y sacrificios. Ante el Decreto de Sucre, Bolívar agrega, en
ácido reproche: “…convenga usted conmigo, aunque le duela su amor propio, que
la moderación de usted le ha dado un paso que jamás pudo ser más lento. Lo que a mí me hacía dudar y por lo mismo no
resolver, lo juzgó usted muy sencillo y lo hizo sin necesidad… primero porque
el país no se había libertado, segundo, porque un militar no tiene que meterse
sino en el ministerio de sus armas y tercero, porque no tenía órdenes para
ello”.
Si ello es así, ¿cómo explicar el
Bolívar estadista, político, pensador, constitucionalista? ¿Cómo explicar el
Bolívar de la Carta de Jamaica, del Manifiesto de Cartagena y del Discurso ante
el Congreso de Angostura? Y en cuanto al
regaño de que “no tenía órdenes para ello”, valga la firme y respetuosa
repuesta de Sucre: “Mil veces he pedido a usted instrucciones respecto al Alto
Perú y se me han negado… tomé el camino más noble y generoso que fue convocar
la Asamblea General de las Provincias… en mi triste opinión encuentro haber
hecho un servicio al país a Buenos Aires y a la América…”.
Al reconocer el gobierno de Buenos Aires las
legítimas aspiraciones de las provincias, Bolívar rectificó su criterio. Instalada la Asamblea
el 10 de julio de acuerdo con la convocatoria expedida por Sucre, ésta fue
reconocida por los altoperuanos, como base del acto jurídico que dio a luz la
República de Bolívar, mediante el Acta de Independencia firmada en Chuquisaca
–ciudad capital Sucre- el 6 de agosto de 1825.
Según el proceso
emancipador de los países de América meridional, en 1819, el Departamento de
Venezuela –conocida como 3ª República-, se incorpora a Nueva Granada incluyendo
la provincia de Quito y Panamá, para
integrar la Gran Colombia. El 7 de agosto del mismo año, Bolívar derrota a los
españoles en la Batalla de Boyacá y dos
años después en junio de 1821, Bolívar
logra el triunfo sobre las fuerzas realistas en la batalla de Carabobo y con
ella, extirpa el poder español en ambos departamentos.
Sucre, por su parte,
logra la independencia del territorio ecuatoriano con la victoria en la batalla
de Pichincha el 24 de mayo de 1822. El 10 de agosto se consagra como República
de El Ecuador y se integra a la Gran Colombia. Con el triunfo de Ayacucho, por
Sucre, se produce la emancipación de España en la América meridional y tres
años después completa la obra con la fundación de Bolivia. Históricamente
Bolívar concibe la obra emancipadora integral, mientras Antonio J. de Sucre la
realiza en Perú y Bolivia. Honor a quien honor merece.
Raul Sanz Machado
rsanzmachado@gmail.com
@rsanzmachado
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