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jueves, 2 de octubre de 2014

LUIS MARÍN, LA MALDICIÓN DE PÍO TAMAYO

PÍO TAMAYO UN HOMBRE DESAFORTUNADO

De José Pío Tamayo puede decirse con toda propiedad que fue un hombre desafortunado. Ninguna de las empresas que emprendió, fueran económicas, políticas e incluso literarias, arribó a buen puerto. Todas, sin excepción, naufragaron en las tormentas del camino.

La tiranía militarista bolivariana de Juan Vicente Gómez lo enterró en vida en el Castillo de Puerto Cabello en 1928 sentenciando que no saldría de allí sino muerto, lo que cumplió a cabalidad porque sólo tuvo una breve dispensa, precursora de lo que hoy llamarían “casa por cárcel”, para morir miserablemente en Barquisimeto el 5 de octubre de 1935, apenas dos meses antes que su verdugo.

En todas las culturas existe un personaje, a veces maléfico a veces sólo travieso, como el diablo de la imprenta, un hado o un jorobadito, que tuerce las cosas, trastoca las señalizaciones de la ruta, se burla de pronósticos, frustra nuestras mejores intenciones y genera los resultados más inesperados.

En Venezuela, por alguna razón misteriosa, se prefiere atribuir este papel a una “mano peluda” que siempre está interfiriendo desde las sombras para desquiciar el curso del destino o quién sabe si, visto de otro modo, no sea más bien su agente encubierto para lograr que sea lo que tiene que ser.

NO ERA UN ESTUDIANTE Y POR TANTO TAMPOCO PERTENECIÓ  A LA GENERACIÓN DEL 28

En el caso de JPT esto es particularmente notorio, considerando que él no aparece a la hora de los homenajes y hasta monumentos conmemorativos de la llamada Generación del 28, con el argumento casi unánime de que “no era un estudiante”. Extremando el argumento, ni siquiera era de esa generación porque ya frisaba los treinta años mientras los demás andaban en sus veinte.

Lo curioso es que ese argumento que parece plausible para excluirlo de toda mención, no lo fue al momento de la organización del evento central de la Semana del Estudiante en el Teatro Municipal, en que Pío Tamayo recitó su famoso “Homenaje y demanda del indio”, que produjo tanta conmoción y que, al fin y al cabo, le costó la vida.

SIN EMBARGO EN LA SEMANA DEL ESTUDIANTE FUE QUIEN TOMÓ LA PALABRA EN EL MUNICIPAL

¿Qué mano peluda puso a JPT allí, en el centro de la escena, para que dijera lo que dijo? ¿Por qué él y no otro, entre quienes había tantas plumas finas, como la de Andrés Eloy Blanco?

Cuenta Isabelita Jiménez Arráiz que le advirtió, cuando le leyó el poema en su casa: “Pío, tú sabes que de allí sales preso”. Y más tarde en una nota clandestina a la prisión: “fíjate que todos los demás salieron y tú te quedaste, eso fue lo que ganaste”.

Pero Pío reaccionó muy airadamente al primer comentario: ¡déjate de veletismo! Y a   éste segundo más bien con cierta melancolía, comparándose con aquellos árboles que echan sus semillas al viento, sin saber dónde van a retoñar.

Y MURIÓ EN SILENCIO SIN SALVAS, MANIFIESTOS O DUELOS PÚBLICOS

“Así he sido yo. No creas que esto se acaba. Esto, como las flores del samán, va a volar por todo el mundo. Y tú no supiste comprender que así era mi palabra. La palabra de Pio Tamayo está en estos momentos volando por el mundo entero. De manera que mi palabra no ha muerto y va a germinar. Y tú vas a ver que será como el samán que donde menos se espera salen nuevos samanes.”

Pero JPT murió en silencio, sin salvas, manifiestos, ni duelos públicos, salvo el de sus antiguos peones que quisieron cargarlo hasta su última residencia en la tierra.

CUIDADO CON LOS POETAS

El drama es más o menos así: el indio se lamenta de que le han raptado a su novia y suplica a la Reina Beatriz I que mande a sus súbditos, los estudiantes, que vayan a buscarla. Su novia se llama… ¡Libertad!

Misteriosamente desde entonces la sociedad venezolana ha descargado sobre los hombros de los estudiantes esta tarea. Son los llamados a buscar la libertad y a ser sus custodios, en un país devastado por sempiternas tiranías militaristas bolivarianas.

Esa situación perdura en nuestros días y esa dialéctica de prisión y rebeldía parece ser el sino de nuestra historia, magistralmente simbolizada con su vida y condensada en muy pocas palabras por José Pío Tamayo, con plena conciencia de su trascendencia.

SU CÁRCEL FUE EJECUTIVA SIN LA CHARADA DE UN JUICIO

Su cárcel fue ejecutiva, sin la charada de un juicio con acusaciones rebuscadas como estilan los militares de hoy en día, sino que fue encerrado arbitrariamente y punto, bajo vagos señalamientos de ser comunista, agente de alguna fuerza antinacional y el todavía más indemostrable de haber traído las huelgas a este país.

Pero simultáneamente era repudiado por los comunistas, que entonces todavía abrigaban la pretenciosa idea de contar con una concepción científica de la sociedad y el Estado, por lo que lo despacharon como un iluso idealista.

CONDENADO A MUERTE POR COMUNISTA SE DECLARÓ A SÍ MISMO MILITANTE DE LA IDEALIDAD AVANZADA

Sólo muy tardíamente trataron de reivindicarlo como una suerte de precursor del socialismo, basándose sobre todo en sus clases en el Castillo Libertador; pero lo cierto es que él no se definía a sí mismo como comunista sino de “idealidad avanzada”, lo que, por supuesto, era un anatema.

Desde los orígenes del pensamiento occidental, los poetas han sido considerados siempre como poco confiables en política, en particular porque privilegian los sentimientos en detrimento de la razón, que es el eje de la acción política.

Nada puede estar más alejado del cálculo frío, de la pretensión de un “comunismo científico”; ni igualmente equidistante de la mezquindad acomodaticia de los corifeos del gomecismo. El sino de Pio Tamayo es, pues, la incomodidad, la molesta inquietud que causan aquellos que no pueden encasillarse fácilmente.

JAMÁS SE GANÓ UN PREMIO NI FUE OBJETO DE RECONOCIMIENTOS

JPT nunca se ganó un premio literario, no fue objeto de homenajes ni reconocimientos, aún en la actualidad, en que la más reciente tiranía militar bolivariana quiso elevarlo de forma oportunista a las honras del  Panteón Nacional, con la manifiesta oposición de sus familiares y amigos, este propósito se extravió en los vericuetos de la burocracia oficial.

Igual suerte corrió la solicitud de darle su nombre a la nueva Sala E de la Biblioteca Central de la UCV, donde su Cátedra ha funcionado por más de treinta años. Las autoridades de esta ilustre casa de estudios prefirieron darle el nombre de Francisco de Miranda, esto a pesar de que la antigua Sala E ya se llamaba así, con lo que hay dos salas homónimas y sin contar que así se llama el Estado Federal lindante con la Universidad, la principal avenida central de Caracas y ser éste un militar sin ningún vínculo conocido con la Universidad.

Y LA CÁTEDRA QUE LLEVA SU NOMBRE ES EXPULSADA HOY POR MOTIVOS DE OPINIÓN

Ora por presiones del gobierno o quejas de la oposición oficial, las autoridades fueron más allá declarando a la Cátedra Pío Tamayo como un “ente externo” a la UCV, para desembarazarse de la incomodidad que causan las opiniones que allí se ventilan.

Debe ser el único caso en la historia universitaria en que toda una Cátedra es expulsada de una Universidad por motivos de opinión.

Así que cercano a los 80 años de su muerte, la nube negra sigue gravitando sobre la cabeza de JPT y por lo que se ve, de cualquiera que se le acerque o invoque su nombre.

EL ALA LUMINOSA

Otro aspecto incomodo que trae el caso de JPT es constatar que aún bajo las tiranías más abyectas hay gente que la pasa estupendamente bien. Aunque haya que reconocer que no sólo bajo el gomecismo existía un ala luminosa, es seguro que puede rastrearse una cáfila de privilegiados a la sombra de cualquier tiranía que haya padecido este país, incluyendo la actual tiranía filo castrista.

El más sobresaliente fue por supuesto Arturo Uslar Pietri, que sí era de la generación del 28, pero al contrario de sus compañeros que se debatían entre la cárcel y el exilio, estaba cómodamente en París junto a la legación gomecista y su familia, que vivía en Maracay en la vecindad del tirano, tenía con él una relación intima, más que amistosa.

Pero también estaba José Gil Fortoul, paisano de Pío Tamayo, de cuyas diligencias a su favor no existen evidencias y no parece que hayan mejorado su situación en cautiverio sino todo lo contrario,  al parecer las empeoró.

Son famosos Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya; pero sería arduo e injusto tratar de nombrarlos a todos porque siempre quedan muchos fuera y además la cuestión central es desbaratar el mito de que las tiranías militares no gozan de apoyos ilustres e incluso de fervor popular.

EL VIVO CONTRASTE ENTRE EL MARTIRIO Y LA EXUBERANCIA

Lo cual crea una eterna controversia de carácter moral, porque no se sabe quién tiene al final la razón, si unos u otros: ¿Qué hubiera pasado si JPT hubiera leído un panegírico de JVG como hacían tantos? ¿Hubiera sido más inteligente de su parte? ¿Le hubieran premiado con una beca al exterior en lugar de la feroz persecución que le tocó sufrir? ¿Cuál sería hoy su imagen? ¿Qué partidarios tendría?

La sola mención de Pío Tamayo vuelve a plantear ese doloroso dilema: pensemos en los privilegiados de la actual tiranía. Los mismos que persiguen hoy la memoria de JPT, que quisieran borrarlo de todo recuerdo son los que advierten la herida social que representa, el vivo contraste entre el martirio y la exuberancia.

JPT desafió a la tiranía de JVG no con las armas, como había sido la costumbre hasta ese momento, sino con la palabra, con el verbo encendido, un enemigo nuevo que incomodaba al régimen y contra el que no estaba preparado para luchar.

Esto fue una ruptura con las montoneras propias del siglo XIX, con las intentonas cuartelarías y las invasiones que eran las formas de acción tradicionales, para dar inicio a una nueva concepción de la lucha política, no militarista sino civilizada. Venezuela entraba sin retorno al siglo XX.

“SOY UN INDIO TOCUYO, YO”

Pero hay otra cuestión embarazosa. Cuando Pío Tamayo tiene la  osadía de pararse en el medio del escenario del Teatro Municipal para decir: “Soy un indio tocuyo, yo”; estaba desafiando también a la buena sociedad, que no era exactamente una aristocracia, pero tenía pretensiones de ascenso, lo que desencajaba con ese discurso.

Y este es otro problema de Venezuela, el de una sociedad de castas que no termina de asimilar los valores democráticos, por lo que las relaciones se enredan en hipocresía, impostura y simulación. Las élites no han cedido nada, solo se llevan sus prejuicios racistas a la alcoba y no los ventilan en público para conservar la corrección política.

La gran ventaja de Pío Tamayo es que nunca podrá ser el centro de ninguna escuela, ni política ni literaria, las élites no podrán sacarle provecho porque no está dado para el éxito sino para el fracaso, no para el oropel sino para la fría oscuridad del calabozo.

ÚTILES PARA SACRIFICARSE, INÚTILES PARA TRIUNFAR

“¿Somos simplemente unos líricos, los últimos románticos quizás o somos los revolucionarios sanos de conciencia e infantiles de corazón que necesitan los pueblos, útiles para sacrificarse, inútiles para triunfar, pero indispensables siempre para la mejoría de la humanidad?”

EL HIJO DE DIOS RESULTA SER NO EL HOMBRE EXALTADO SINO EL ESCARNECIDO

Una vez más los hijos de apellidos de mucho lustre y abolengo, que abusan del inmenso poder de que disponen para perpetrar el feo vicio del auto-homenaje, le niegan el más mínimo espacio a los “humillados y ofendidos”; no es solo que nieguen el derecho de petición, sino que ni siquiera responden, así sea negativamente, lo que los asemeja más al gobierno títere, que tanto repudian.

Misteriosamente, el hijo de Dios resulta ser no el hombre exaltado sino el escarnecido.

Luis Marín
lumarinre@gmail.com
@lumarinre

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