Karl Marx, tipo perspicaz, escribió que la
historia se repite, primero como tragedia y después como comedia. ¡Muy cierto!
Lo que no imaginó fue que una historia podría ser tragedia y comedia al mismo
tiempo. Casualmente, Marx, tan 'adoctorado' y dogmático, es protagonista del
más hilarante sainete del siglo XXI, la Revolución 'bolivariana', que devino en
tragedia con la imposición de un régimen marxista a un pueblo venezolano
consumista, alérgico a las penurias económicas.
¡Sí! En Venezuela, la historia que comenzó
como comedia, se volvió tragedia. El bolivarianismo no es nada. Bolívar fue
grande: escritor exquisito, pensador liberal, líder militar de epopeya y
también con rabo de paja. ¿Pero, revivir hoy a Bolívar como guía y faro en
pleno siglo XXI ¡por favor!? ¡Qué desatinado! ¡Qué deschavete!
Cuando el marxismo entró en barrena (1989),
Chávez, 'Alfonso Cano' y la extrema izquierda latinoamericana desplazaron de su
iconografía a Marx y Lenin para sustituirlos por Bolívar. 'Bolivarianismo' es
el nuevo nombre del marxismo, dijeron. Disfrazar a Marx con la ropa de Bolívar
era una idea absurda.
Si ellos se hubieran encontrado en la vida,
se habrían agarrado de las mechas. En 1858, Marx le escribió a Engels esta
galanura: "Hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón
a Bolívar, el canalla más cobarde, brutal y miserable". Por su parte,
Bolívar, de haber leído a Marx, habría escrito: "Su prédica tiránica, su
persecución de las libertades y derechos -la propiedad privada, entre ellos-
demuestran que el marxismo es el canalla más cobarde, brutal y miserable".
El fallecido comandante ordenó hace algunos
años la unificación de todos sus partidarios en un solo partido, el PSUV. El
Partido Comunista sacó pecho y pensó que todos se integrarían en torno suyo,
dada la comunión del comandante con sus principios. Pero el caudillo no quería
árboles que le hicieran sombra. Primero intentó persuadirlos para que
disolvieran al PC en el PSUV, con el argumento de que, aunque eran los mismos,
el pueblo no le jalaba al marxismo pero sí al bolivarianismo; que más tarde,
cuando hubiese condiciones, se quitarían todos el camuflaje y declararían su
militancia marxista.
Nada valió, y los comunistas se pararon en
las cuatro. El teniente coronel en esa oportunidad, furioso, hizo una
declaración destemplada (2003), aunque nada sincera: ¡el marxismo es cosa del
pasado! Unos cuantos meses después, cuando estaba casi solo, regresó humilde al
redil, al Partido Comunista, y se declaró nuevamente marxista. ¡Claro que era
marxista! La mejor demostración es la hecatombe
en se volvió la sociedad venezolana.
Sólo una administración marxista es capaz de
apagar a una potencia energética. El comandante alegó en esos momentos que era
la sequía. Pero, el científico Nassim Nicholas Taleb lo desmintió. Aun así
caiga agua a cántaros como está sucediendo en estos meses, la principal
hidroeléctrica, El Guri, sigue funcionando mal. Hay siete turbinas paradas por
falta de mantenimiento; y lo mismo ocurre en las centrales térmicas.
"Vamos para un apagón de varios años", es la apocalíptica predicción
del científico.
Los marxistas – Fidel, Maduro, Evo, Correa y Ortega- no creen en el mercado y atiborran las gacetas con decretos intervencionistas, que terminan despelotando las economías. Y como la macroeconomía sólo se rige por una verdad, la ley de la oferta y la demanda, cada paso que dan contra los agentes económicos hunde más a sus países.
Y, ellos, marxistas-socialistas-comunistas al
fin y al cabo, se la montan y persiguen a los agentes, en lugar de rectificar
sus principios absurdos contra el sistema de propiedad privada e iniciativa
particular. Mientras tanto, bolivarianos de verdad, en otros países dan
garantías a la inversión, ven crecer sus economías y generan bienestar
colectivo.
Pero tranquilos, inversionistas de los intervenidos o expropiados Hipermercados venezolanos y las amenazas a las Empresas polar y demás damnificados en Venezuela. Tarde o temprano las aguas políticas y económicas volverán a su cauce. Allende quebró a Chile con la aplicación de su programa marxista, pero la posterior vigencia del derecho de propiedad y las leyes del mercado remediaron el caos.
Eso es remedio infalible.
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito
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