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domingo, 28 de septiembre de 2014

JUAN JOSÉ MONSANT ARISTIMUÑO, CRUZADAS Y CALIFATOS

“Conquistaremos su Roma, romperemos sus cruces, esclavizaremos a sus mujeres con el permiso de Alá, el elevado" Abú Muhamad al Adnani,

No, no se trata de una bravuconada de algún califa  para intimidar a los aguerridos Caballeros Templarios, por allá en los siglos XI y XII de nuestra era, empeñados en  rescatar Tierra Santa, Jerusalén y el Santo Sepulcro en manos de los musulmanes. Quien pronunció tan temible frase fue el actual portavoz del llamado Estado Islámico, en un comunicado publicado en el diario digital The Long War Journal, el pasado 21 de septiembre.
El politólogo Aníbal Romero, catedrático de la Universidad Simón Bolívar y  del King’s College de Londres, así como  autor de numerosos libros sobre geopolítica, al analizar la irrupción del llamado Califato Islámico y su pretensión de imponer por la espada (en este caso por medio de misiles, Ak-47, explosivos de todo tipo y demás actos de terrorismo masivos e individuales) una fe y una cultura, afirma con propiedad: “El mundo islámico solo cambiará por sus propios esfuerzos, pero parece que no desea hacerlo. Me temo que la confrontación continuará, pues los sectores más radicales, como el Estado Islámico, aspiran a destruir occidente, acabar con una civilización que les resulta insoportablemente amenazante, conquistarla y someterla.
Esa es la síntesis de la realidad ante la cual nos enfrentamos. No hay otra salida ni explicación. En el islamismo geopolítico, la guerra santa, la yihad, está en su mismo origen, en la impronta  marcada desde sus inicios, la necesidad de expandirse en toda la península arábiga con el sometimiento de tribus, culturas, civilizaciones; y esa unificación territorial y tribal no podía ser de otra forma que por la espada. No hay que ser muy acucioso para deducir que ello significaba, igualmente, el control de las rutas comerciales.
En entregas anteriores hemos hecho referencia a tres grandes batallas que salvaron a Europa, la cristiandad, o lo que hoy se conoce como Occidente, de caer en manos del islamismo árabe primero y, turco otomano después: la de Poitiers (732),  Lepanto (1571) y Viena (1663). Una primera ola expansionista a la muerte del Profeta se extendió por toda la península arábiga hacia Damasco, Jerusalén, Egipto y Persia desde el 632, continuada por el Magreb y la península española, rebautizada Al-Andalus en el 711.
Hemos leído y oído con insistencia que la actual reacción del fundamentalismo islámico degenerado en terrorismo, es el fruto de una reivindicación histórica contra Occidente por la presencia de Las Cruzadas en el Medio Oriente. Nada más falso. Las Cruzadas se iniciaron en el 1.095 con el fin de rescatar el Santo Sepulcro y la ciudad de Jerusalén de manos musulmanas a instancia del papado, y en un intento por detener la expansión musulmana presente en territorio europeo,  menos de 100 años después de la muerte del Profeta acaecida en el 632.
Claro que existe el fundamentalismo religioso alimentado en la ignorancia y  precariedad de inmensas masas fanatizadas, manejadas por imanes, políticos, resentidos e iluminados que añoran el antiguo imperio califal de los Omeya. Ese es parte del origen. El otro es el miedo a la libertad, temor de perder poderes dinásticos y religiosos, temor ante los irreversibles valores de la cultura occidental como son la democracia, la libertad, el Estado de derecho, el respeto a las minorías, la dignidad e igualdad de la mujer con el hombre, el control de los actos del gobernante, y el libre albedrío para creer, no creer o dudar de la existencia de un Dios creador del universo.
Contra ese fanatismo destructivo y cruento, contra esa anomalía histórica, tan vitoreada por los seguidores del Socialismo del Siglo XXI, Occidente, incluyendo a la prudente Europa, debe cerrar filas junto a los estados árabes, imanes y musulmanes de paz, para preservar sus más preciados valores, y no se llegue a cumplir la amenaza pronunciada por el vocero del Califato.
Juan Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant

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