Una
de las más importantes características de los quince años de gobierno de Hugo
Chávez fue, sin lugar a dudas, el elevado nivel de corrupción. Esa grave
desviación de la ética pública tuvo su origen en el inmenso desorden
administrativo que se impuso en dicho gobierno por expresa voluntad del
presidente de la República y líder fundamental de la mal llamada Revolución
bolivariana. Desde su propio inicio, se observó que existía un marcado interés
en destruir todos los elementos de control que exigen obligatoriamente las
Finanzas Públicas, para de esa manera lograr comprometer a los funcionarios
públicos, por encima de la lealtad normal que debe existir con un
gobierno, y al mismo tiempo permitir que los dineros públicos se manejaran, sin
ningún control, para poder ser utilizados con absoluta libertad por el régimen
chavista en sus objetivos políticos.
Me
voy a referir a varios casos de corrupción, señalados por numerosos medios de
comunicación, en los cuales aparecen vinculados algunos miembros de la Fuerza
Armada Nacional. La opinión pública, con particular perspicacia, le dio un
nombre: “la camarilla militar del régimen chavista”, para diferenciar a ese
grupo de privilegiados y corruptos, de la inmensa mayoría de los cuadros
militares que mantienen una conducta apegada a los valores de honestidad y
austeridad que deben caracterizar al militar profesional. Me refiero a tres casos en particular. Uno de
ellos, el Plan Bolívar 2000, el cual ocurrió al inicio del régimen chavista.
Los otros dos, los casos de los tenientes Rafael Isea y Alejandro Andrade, los
cuales han escandalizado a la opinión pública por la gravedad de los hechos que se les señalan, las altas funciones
financieras que ejercieron y su estrecha amistad con Hugo Chávez.
El
Plan Bolívar 2000 tenía por objetivo construir numerosas obras de ingeniería
que buscaban resolver urgentes problemas sociales en las distintas guarniciones
militares. Recuerdo, que los miembros del Frente Institucional Militar nos dirigimos al entonces ministro de
la Defensa, general Raúl Salazar, con la finalidad de exponerle el inmenso
riesgo que correría la moral de la Fuerza Armada si se aplicaba dicho plan. Le
explicamos, tanto por escrito como en audiencia personal, los peligros que
nosotros percibíamos al tener los comandantes de guarnición que recibir
inmensas cantidades de dinero para realizar compras de materiales de
construcción sin tener una estructura administrativa de control. Los comandos
de guarnición están diseñados para administrar cantidades que, en ese tiempo,
apenas llegaban a algunos cientos de miles de bolívares. Los hechos de
corrupción fueron vergonzosos.
El
caso del teniente Rafael Isea es sorprendente. Amigo íntimo de Hugo Chávez, fue
designado para los más altos cargos sin tener la preparación ni la experiencia
necesaria. De ser su asistente personal, pasó en el año 2004 a viceministro de
Finanzas y presidente del Banco de Desarrollo Económico y Social (Bandes) hasta
el año 2008 que lo nombró ministro de Finanzas. A los pocos meses se lanzó como
candidato a gobernador del estado Aragua. Su responsabilidad en graves hechos
de corrupción es conocida. El más grave caso fue la estafa a la Nación conocido como las notas
estructuradas. El ministerio de Finanzas seleccionaba a dedo los bancos con el
objeto de que pudieran adquirir dichas notas a 2,15 dólares con el derecho a
revenderlas al mes en el mercado paralelo a 4,20 dólares. ¿Desconocía Hugo
Chávez estos hechos? Realmente, no lo creo…
El
caso del teniente Alejandro Andrade es aún más criticable. Su amistad con Hugo
Chávez alcanzó niveles de tal intimidad que era considerado como un miembro más
de su familia. En el año 2002 fue designado Presidente del Fondo Único Social;
en el año 2007 fue nombrado Tesorero de la Nación; en el año 2008 fue
juramentado como presidente de Bandes. Es casi imposible determinar el número
de negocios irregulares que hizo desde esos cargos, pero su elevado nivel de
vida así lo señala. El más escandaloso
fue la venta de bonos de la deuda argentina en posesión de Venezuela a
un fondo financiero perteneciente a Francisco Ilarramendi, quien se encuentra
preso en los Estados Unidos por montar un fraude que involucró recursos de Pdvsa. ¿Desconocía Hugo Chávez estos
hechos? Estoy convencido de que no. Definitivamente, un mito con pies de barro…
Fernando
Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
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