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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

sábado, 30 de agosto de 2014

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, ¿SE MUERE VENEZUELA?

La noción de país se refiere a un territorio, implica la existencia de un grupo humano identificado como nación, en ocasiones puede contener otras minorías. Posee una historia, una manera de ser y de expresarse. Se entiende también como sinónimo de Estado soberano, independiente, con su gobierno, sus leyes, sus fuerzas armadas, sus ciudadanos.

Sin embargo es un concepto que por extensión puede ser usado a realidades con una historia y una cultura que le son propias, ampliando el contenido de su significado.

En lo que se refiere al tema de mi artículo, podemos decir que un país no desaparece, pero puede verse afectado, invadido, dividido o arruinado.

Puede ser víctima de un mal gobierno, puede estrangularse a su pueblo económicamente y hacerlo vivir sufriendo la escasez total. Es posible colocarlo fuera del sistema mundial de producción y competencia.

Puede sufrir un proceso de destrucción social, sembrando sentimientos de odio y rencor entre sus habitantes, buscando un enfrentamiento fratricida entre sus miembros. Tratando de separarlos para siempre y construir una sociedad de rivales que se muevan en realidades irreconciliables.

Se puede desnaturalizar sus instituciones, manipularlas, controlarlas, hasta que dejen de servirle al pueblo y todo se coloque al servicio del fanático de turno que lo gobierna. Con ello desaparecen los principios de la libertad, la democracia y de que la soberanía reside en el pueblo… en fin pueden lograr que desaparezca la sensación de ser parte de una sociedad que permite nuestro desarrollo personal.

Estaríamos frente a un proyecto perverso, destinado a hacer desaparecer el alma nacional. Que se encuentra ejecutando una terrible marcha fúnebre por Venezuela, entonada por un coro con voces de acento extranjero.
Voces que buscan oprimirnos, de la mano de los que están dispuestos a vender su alma para continuar disfrutando de los beneficios del poder, a cambio de regalar nuestra riqueza petrolera.

Pueden evitar que la democracia se aplique en Venezuela, pueden cercenarnos la libertad, pueden controlar lo que comemos, confiscar nuestras propiedades, paralizar la producción de alimentos, cerrar fronteras y aeropuertos, controlar las divisas, para que dependamos totalmente de ellos, los que pretenden quedarse para siempre.

La corrupción, los narcos, las armas, las bandas de motorizados, las gorras y botas, todo lo que representa el poder, puede obligarnos… a bajar la cabeza.

Pero la libertad tampoco es algo que deja de existir, íntimamente ligada a nuestra condición de seres humanos, solo puede ser cercenada en su forma exterior, pero sigue viviendo dentro de nosotros allá donde ningún dictador puede llegar, nuestro propio yo.
Mientras existan tiranos, minorías desprotegidas, mujeres consideradas seres inferiores, o cualquier discriminación por sexo, religión o raza.

Mientras existan gobiernos que amenazan sus ciudadanos, que nieguen los derechos humanos y que sobrepasando sus prerrogativas se conviertan en regímenes totalitarios, allí estará el ser humano capaz de elevarse siempre sobre su miedo y sus debilidades, para reconquistar nuevamente su libertad.

Quizás ha sido necesario caer tan hondo, para comprender por qué la indignación no es superflua y para tomar conciencia de que continuar separados en azules, amarillos o rojos es algo que solo beneficia al opresor, al traidor que vendió la patria, el que dispara, golpea, asesina, estudiantes y sindicalistas.

Es la misma sociedad la que está llamada a aplicar los correctivos, a crear las condiciones de igualdad de oportunidades.

Este país sabe de dónde viene, cuáles fueron los ideales de nuestros libertadores, como se fue haciendo Venezuela, con sus aciertos y sus errores. Aquí el Maracucho, el Andino, el Margariteño, el de Caracas, de Valencia, Guayana o Barquisimeto, la gente de aquí no desconoce el por qué trabajó y se sacrificó, tanto el cómo su familia.

Recuerda claramente por que se levantaba a las 5 de la mañana, para ir a trabajar o a estudiar. El venezolano no olvida sus sueños personales y los de su familia. Se encuentre frente a su lago, a su montaña, a sus playas, a su horizonte tan cercano a lo que lo define, al venezolano de verdad no se cala más cuentos.

Tenemos conciencia de que todo no fue perfecto, que había mucho que mejorar, construir. Compartimos esa misma certeza de lo que no queremos ser o convertirnos. Sabemos que todo ese proceso vivido por las generaciones que nos precedieron, fue siempre nacional.

No hemos llegado hasta aquí para terminar dejándole el país al que solo piensa en someternos, apropiarse de todo, enriquecerse y vivir rodeado de privilegios. El que lo entregó a gobiernos extranjeros.

El que crea que la idea de justicia, la defensa de nuestros derechos, la lucha contra la opresión, la idea de progreso o de avanzar en la vida, el deseo de recuperar el derecho a circular en el país sin caer asesinado, son ideas muertas en el corazón de los venezolanos, ¡se equivoca!

Que el gobierno haya roto su sintonía con la sociedad, que 15 años después se descubra su verdadera intención, que su soberbia o que su embriaguez de poder le impida ver lo que se está gestando, presagia la próxima reacción.

La de un pueblo harto del engaño, y la de un régimen dispuesto todo para no entregar. De ese choque final, posiblemente cruel y sanguinario surgirá la nueva Venezuela. Bautizada con sangre, como sucedió en la gesta libertaria que sonó aquel joven de nombre Simón.
Reconstruir este país herido, pasará por eliminar un sistema instalado en el país, que niega los que siempre fuimos. Que alteró una vida social civilizada, sustituyéndola por una realidad donde no se respetan derechos, la propiedad, ni la vida humana.

Donde importa poco que no existan medicinas, alimentos, líneas aéreas, divisas para importar, siempre y cuando las infantas, el que habla con pajarracos, los ministros y toda su camarilla cuenten con los recursos, con los relojes de marca, los aviones oficiales y con los cargos que les permitan darse la buena vida.

Venezuela se desangra, la violencia y el crimen reina en las calles, la justicia es un apéndice del régimen, la impunidad es la norma. Nadie va preso a excepción del que proteste.

La realidad que vivimos es producto de la traición consumada, el pueblo sabe que de continuar así, se acabará con todo lo que queda. Pero sobre todo con la esperanza de volver a ser libres e independientes.

Esa esperanza tampoco muere, cada quien dentro de sí sabe que tenemos que salir de esto, cueste lo que cueste. Un país también se puede reconstruir, no lo retardemos más, la única salida para que no muera Venezuela, el único camino en el cual podremos crecer de nuevo.

Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com

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