En artículos anteriores hemos destacado que
una de las decisiones más celebradas en la reciente Cumbre de los BRICS
realizada en Fortaleza, ha sido el anuncio de la creación del Banco de
Desarrollo con un capital de 100 Millardos de dólares aportados por sus
miembros: China. Rusia, Brasil, India y Sudáfrica cuya población representa el
40% mundial y el 20% de la producción económica global, con la finalidad de
asegurar inversiones que les permita a
los países integrantes del bloque garantizar su presencia y orientación para
vincularlos a los países en desarrollo.
El futuro Banco del BRICS es visto como
una alternativa sustitutiva a la presencia de instituciones muy criticadas por
los actuales Gobiernos de América Latina y el Caribe, como lo son el Fondo
Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Los Mandatarios de la Región presentes en
Brasil manifestaron su deseo de que los nuevos fondos aseguren a nivel
multilateral la realización de proyectos de infraestructura, construcción de
viviendas, telecomunicaciones, satélites, represas hidroeléctricas, o gastos de
defensa, sin las condiciones que imponen los países industrializados, pero no
se preocuparon con la irrupción de nuevas empresas y empresarios que han
entrado como una nueva expresion del “capitalismo salvaje” más que como
proveedores de programas para el desarrollo sur-sur sustentable.
China ya ha logrado asumir un papel
protagónico al lograr que la sede del organismo esté localizada en Shangai, lo
que le permitirá potenciar a nivel multilateral lo que ya ha logrado a nivel
bilateral gracias a su extraordinario crecimiento económico. No sería extraño
que en el futuro veamos el uso del yuan en vez del dólar o el euro como moneda
de transacción en los países del sur.
El nuevo Fondo podría desviar medidas de
presión como los recientes embargos aplicados por razones geopolíticas a países
como Ucrania, Siria, Corea del Norte o Irán, o apoyar a la Argentina como
expresaron en Fortaleza alguno de sus miembros en su conflicto con los
denominados “fondos buitres” creando una nueva arquitectura política y
financiera que podría generar tensiones futuras en la medida en que afecte
intereses estratégicos de los aliados de Occidente, con los que países como
Rusia y China tienen grandes proyectos de inversiones comunes para el Siglo
XXI.
Si bien esta iniciativa tiene indudables
ventajas ya que multiplica las fuentes de financiamiento de los países del sur,
también representa una peligrosa tentación al permitir que se aumente la ya
pesada deuda externa. Por otra parte tampoco existe una única visión entre los
integrantes del BRICS como se evidencia
al constatarse las diferencias y desacuerdos iniciales cuando discutieron sobre la sede del
organismo o las nacionalidades de los Directores Principales del Banco. Con el
tiempo, las diferencias de enfoque en cuanto a las políticas de desarrollo
sustentable y de las metas del milenio, puede agravarse en los años venideros
dificultando una posición armónica.
Para los países de América Latina, no queda claro como dejar de privilegiar infraestructuras financieras exitosas ya existentes como han sido instituciones como la Corporación Andina de Fomento (CAF) con sede en Caracas; el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) con sede en Bogotá; o el aporte que ha dado el Banco Inter Americano de Desarrollo. Lo cierto es que el nuevo Fondo tardara en ponerse a funcionar y las realidades urgentes nos obligan a seguir marchando.
Milos
Alcalay
milosalcalay@yahoo.com
@MilosAlcalaym
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