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jueves, 17 de julio de 2014

SAUL GODOY GOMEZ, UN ESCRITOR PARA LOS ESPIAS

Soy un lector irredento de las novelas de espionaje, en especial las que llevan el nombre de pluma de John Le Carré (su nombre real es David John Moore Cornwell y casi llega a los 90 años de edad), para sus “fans” el nombre de George Smiley, uno de los personajes favoritos de este escritor inglés, es sinónimo de planificación y astucia, se trata de uno de los espías favoritos de los agentes secretos más curtidos del mundo y para quienes no lo conozcan, aparece en el film “El topo”(basada en su otra gran novela de espionaje , Tinker Tailor Soldier Spy,1974) de reciente factura, interpretado magistralmente por el actor Gary Oldman (por cierto, también podemos ver al propio Le Carré en una aparición cameo, en la escena de la fiesta).

Me permito hacerles un breve esbozo de Smiley empezando con los primeros párrafos de esta, la primera novela publicada por este autor, Llamada para el muerto: “Cuando lady Ann Sercomb se casó con George Smiley, hacia el final de la guerra, lo describió a sus asombrados amigos de Mayfair como “tremendamente vulgar”.  Cuando dos años después, lo abandonó por un cubano, campeón automovilista, declaró enigmáticamente que si no le hubiera dejado entonces nunca habría sabido cómo hacerlo.”

Magistral tarjeta de presentación para uno de los espías más temidos y admirados del Cambridge Circus, una de las denominaciones como se conocía informalmente el servicio de espionaje de su Majestad.

Gordo, de lentes, con un pésimo gusto por el vestir, “un sapo encogido” le describe Le Carré sin mayores miramientos, no venía de familia encumbrada ni de escuelas importantes, no era rico ni con un pasado militar, era más bien un funcionario de oficina, de los cientos de miles que pululan en la burocracia del gobierno, su única y exótica distinción era que se había convertido en un experto en los poetas menores alemanes del siglo XVII, había dado clases en Alemania y presenció el ascenso de Hitler y el nazismo, por los próximos cuatro años fue un vendedor de armas cortas para una fábrica sueca con lo que viajó por toda Europa, a su regreso se casó y se mudó a Oxford para seguir con sus investigaciones sobre los bardos teutones, luego reclutado para el Foreign Office y posteriormente escogido por un Consejero del ministro para integrar un grupo especial para misiones secretas, fue allí donde Smiley pudo desarrollar sus extraordinarias dotes para desentrañar y manipular el comportamiento humano.

Leer una novela de Le Carré con George Smiley como personaje principal, no es solamente sumergirse en ese pesado engrudo de la guerra fría, sino descubrir a uno de los más finos novelistas contemporáneos, un estilista que compone sus novelas como si se tratara de una pieza de la más exacta y precisa relojería.

Llamada para el muerto fue publicada en 1961 y es la historia de un misterioso suicidio de un funcionario del Foreing Office que bien hubiera podido pasar inadvertido, si no fuera porque Smiley tuvo que entrevistar al sujeto pocas horas antes de su muerte, en una investigación rutinaria, generada por una acusación anónima.

La carta que deja el suicida acusa a Smiley de querer arruinarle su carrera con falsas acusaciones (entre ellas que perteneció al partido comunista), se abre una investigación, Smiley se ve involucrado en la investigación policial y descubre que el suicidio era en realidad un asesinato, pero ya el daño a su reputación estaba hecho, y se ve obligado a renunciar a su cargo.

Esta novela deja en claro dos cosas importantes, la primera, lo fundamental de un buen interrogatorio o entrevista para conocer al sujeto que se investiga, y Smiley era el interrogador estrella del servicio.  El contraespionaje es una tarea delicada y requiere de un equipamiento mental especial para poder identificar y cazar a otros espías, en una escena memorable de la novela, Smiley interroga a la esposa del difunto en las peores condiciones posibles, deprimida, a la defensiva, herida en sus más profundos sentimientos, Smiley espera como animal de presa el momento del derrumbe emocional de la dama para hacer las preguntas claves, en el momento preciso y para horror del lector, logra obtener las respuestas que buscaba.

El segundo punto que esta novela deja en claro, que el espionaje es un mundo de apariencias, de imágenes y espejos falsos donde la lógica linear no tiene cabida, en otra muy buena escena, convaleciente de un atentado en contra de su vida (llevado a cabo por su archienemigo Hans-Dieter Mundt) , Smiley se sienta con papel y lápiz, y ordena lo que sabe del caso y como si fuera un ajedrez bizarro, mueve sus piezas descartando las combinaciones aparentes hasta encontrar las más extrañas, que son precisamente, desde donde empieza a tener sentido todo lo que está sucediendo.

Es una novela corta, escrita con mucho realismo, y por un autor que tiene pleno conocimiento de estas artes oscuras, y que si no fuera por obras como ésta y otras de su género, el hombre común estaría absolutamente ausente de que allá afuera sucede, una lucha sórdida, secreta y mortal entre los amos del poder, para preservar sus intereses en el mundo, definitivamente, recomiendo su lectura.

Para los cinéfilos, esta obra fue llevada a la pantalla grande por Sidney Lumet en 1966, en una adaptación, donde el papel de Smiley lo hizo James Mason (como Charles Dobbs en el guión),

La segunda novela a la que quiero referirme es el clásico, El espía que vino del frío (1963), que de alguna manera es una secuela de esta primera obra de Le Carré, aunque el personaje de Smiley se hace tangencial, Mundt es ahora el jefe de los servicios de espionaje de la República Democrática Alemana y Alec Leamas es el personaje principal, un espía manejado por Smiley en una misión harto compleja y peligrosa.

Para “terminar” con un agente enemigo, escurridizo y protegido, hay que utilizar medidas extremas, una especie de juego de bandas, como en el pool, para lograr encestar todas las bolas en la mesa.
Y este es el plan de Smiley para acercarse al jefe de la inteligencia de la Abteilung en Berlín del este, lo que significa encontrarlo en territorio enemigo sin que sospeche de las intenciones.
El plan que se elabora es el de utilizar a un ex funcionario de inteligencia británico venido a menos, mal tratado, humillado, alcohólico y con problemas económicos, expulsarlo de la organización y ponerlo en ruta para que sea captado por los contrarios como informante.
Se dice fácil, pero es toda una componenda que implica tiempo, recursos, una alta dosis de compromiso del agente y toda una serie de situaciones creadas para interesar al enemigo en el objetivo, en otras palabras, aplicando las artes del engaño y el engatusamiento.

Alec Leamas es de una personalidad compleja, inteligente, con una capacidad para la simulación digna de un actor, un hombre capaz de todo para lograr su misión porque es un patriota, un hombre comprometido con la seguridad de su país.

Convertirse en un “soplón” y no ser descubierto en su carácter de “doble agente” por el contraespionaje de la Alemania del Este es todo un arte, debido principalmente a que los agentes que “filtran” a los informantes del bando contrario, son unos expertos en detectar mentiras, contradicciones y fallas en el carácter de los hombres cuando son sometidos a presiones.  Una buena parte del libro se va en los interrogatorios a que le hacen a Leamas una vez que cae en sus manos, y es un verdadero placer, para quienes disfrutamos de la torcida lógica del espionaje, meternos en las mentes de estos sujetos que juegan al peligroso juego del gato y el ratón, y Le Carré, es un especialista.

Cuando un agente se involucra en un caso como este y se le quiere recuperar y traer a la normalidad, se le dice, en el argot de las artes negras, “volver del frío”.

Se trata de una obra oscura, de mucha intriga y con un vuelco argumental sorprendente que nadie se imagina, esta obra está escrita con una elegancia y una economía de palabras sorprendentes, quizás por ello es que Le Carré este considerado como uno de los mejores escritores vivos del habla inglesa, ganador de la medalla Goethe y de otras muchos reconocimientos internacionales, este autor fue un funcionario de la inteligencia británica, tanto del MI5 como del MI6.

Graham Green dijo que esta era la mejor novela de espionaje escrita hasta el momento, y eso, viniendo de Graham, es un verdadero cumplido.

Para ponerlas en su justa perspectiva, estas obras reseñadas son parte de esa primera etapa clásica de las novelas de espionaje, que con la caída del muro de Berlín se vio en la necesidad de evolucionar, y John Le Carré fue uno de los grandes innovadores y propulsores de la segunda etapa de esta novelística post guerra fría, y hay unas grandes narraciones que en próximos artículos comentaremos para ustedes.

Esta novela también fue llevada al cine en 1965, dirigida por Martin Ritt, y en el papel de Alec Leamas, el actor Richard Burton; si les gustó la primera novela Llamada para el muerto, esta obra El espía que vino del frío es, verdaderamente, un manjar.  – 

saulgodoy@gmail.com

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