Soy
un lector irredento de las novelas de espionaje, en especial las que llevan el
nombre de pluma de John Le Carré (su nombre real es David John Moore Cornwell y casi llega a los 90 años de edad), para sus “fans” el nombre de
George Smiley, uno de los personajes favoritos de este escritor inglés, es
sinónimo de planificación y astucia, se trata de uno de los espías favoritos de
los agentes secretos más curtidos del mundo y para quienes no lo conozcan,
aparece en el film “El topo”(basada
en su otra gran novela de espionaje , Tinker Tailor Soldier Spy,1974) de reciente factura,
interpretado magistralmente por el actor Gary Oldman (por cierto, también
podemos ver al propio Le Carré en una aparición cameo, en la escena de la
fiesta).
Me
permito hacerles un breve esbozo de Smiley empezando con los primeros párrafos
de esta, la primera novela publicada por este autor, Llamada para el muerto: “Cuando
lady Ann Sercomb se casó con George Smiley, hacia el final de la guerra, lo
describió a sus asombrados amigos de Mayfair como “tremendamente vulgar”. Cuando dos años después, lo abandonó por un
cubano, campeón automovilista, declaró enigmáticamente que si no le hubiera
dejado entonces nunca habría sabido cómo hacerlo.”
Magistral
tarjeta de presentación para uno de los espías más temidos y admirados del
Cambridge Circus, una de las denominaciones como se conocía informalmente el
servicio de espionaje de su Majestad.
Gordo,
de lentes, con un pésimo gusto por el vestir, “un sapo encogido” le describe Le Carré sin mayores miramientos, no
venía de familia encumbrada ni de escuelas importantes, no era rico ni con un
pasado militar, era más bien un funcionario de oficina, de los cientos de miles
que pululan en la burocracia del gobierno, su única y exótica distinción era
que se había convertido en un experto en los poetas menores alemanes del siglo
XVII, había dado clases en Alemania y presenció el ascenso de Hitler y el
nazismo, por los próximos cuatro años fue un vendedor de armas cortas para una
fábrica sueca con lo que viajó por toda Europa, a su regreso se casó y se mudó
a Oxford para seguir con sus investigaciones sobre los bardos teutones, luego
reclutado para el Foreign Office y posteriormente
escogido por un Consejero del ministro para integrar un grupo especial para
misiones secretas, fue allí donde Smiley pudo desarrollar sus extraordinarias
dotes para desentrañar y manipular el comportamiento humano.
Leer
una novela de Le Carré con George Smiley como personaje principal, no es
solamente sumergirse en ese pesado engrudo de la guerra fría, sino descubrir a
uno de los más finos novelistas contemporáneos, un estilista que compone sus
novelas como si se tratara de una pieza de la más exacta y precisa relojería.
Llamada para el muerto fue publicada en 1961 y es la
historia de un misterioso suicidio de un funcionario del Foreing Office que bien hubiera podido pasar inadvertido, si no
fuera porque Smiley tuvo que entrevistar al sujeto pocas horas antes de su
muerte, en una investigación rutinaria, generada por una acusación anónima.
La
carta que deja el suicida acusa a Smiley de querer arruinarle su carrera con
falsas acusaciones (entre ellas que perteneció al partido comunista), se abre
una investigación, Smiley se ve involucrado en la investigación policial y
descubre que el suicidio era en realidad un asesinato, pero ya el daño a su
reputación estaba hecho, y se ve obligado a renunciar a su cargo.
Esta
novela deja en claro dos cosas importantes, la primera, lo fundamental de un
buen interrogatorio o entrevista para conocer al sujeto que se investiga, y
Smiley era el interrogador estrella del servicio. El contraespionaje es una tarea delicada y
requiere de un equipamiento mental especial para poder identificar y cazar a
otros espías, en una escena memorable de la novela, Smiley interroga a la
esposa del difunto en las peores condiciones posibles, deprimida, a la
defensiva, herida en sus más profundos sentimientos, Smiley espera como animal
de presa el momento del derrumbe emocional de la dama para hacer las preguntas
claves, en el momento preciso y para horror del lector, logra obtener las
respuestas que buscaba.
El
segundo punto que esta novela deja en claro, que el espionaje es un mundo de
apariencias, de imágenes y espejos falsos donde la lógica linear no tiene
cabida, en otra muy buena escena, convaleciente de un atentado en contra de su
vida (llevado a cabo por su archienemigo Hans-Dieter Mundt) , Smiley se sienta
con papel y lápiz, y ordena lo que sabe del caso y como si fuera un ajedrez
bizarro, mueve sus piezas descartando las combinaciones aparentes hasta
encontrar las más extrañas, que son precisamente, desde donde empieza a tener
sentido todo lo que está sucediendo.
Es
una novela corta, escrita con mucho realismo, y por un autor que tiene pleno
conocimiento de estas artes oscuras, y que si no fuera por obras como ésta y
otras de su género, el hombre común estaría absolutamente ausente de que allá
afuera sucede, una lucha sórdida, secreta y mortal entre los amos del poder, para
preservar sus intereses en el mundo, definitivamente, recomiendo su lectura.
Para
los cinéfilos, esta obra fue llevada a la pantalla grande por Sidney Lumet en
1966, en una adaptación, donde el papel de Smiley lo hizo James Mason (como
Charles Dobbs en el guión),
La
segunda novela a la que quiero referirme es el clásico, El espía que vino del frío (1963), que de alguna manera es una
secuela de esta primera obra de Le Carré, aunque el personaje de Smiley se hace
tangencial, Mundt es ahora el jefe de los servicios de espionaje de la
República Democrática Alemana y Alec Leamas es el personaje principal, un espía
manejado por Smiley en una misión harto compleja y peligrosa.
Para
“terminar” con un agente enemigo, escurridizo y protegido, hay que utilizar medidas
extremas, una especie de juego de bandas, como en el pool, para lograr encestar
todas las bolas en la mesa.
Y
este es el plan de Smiley para acercarse al jefe de la inteligencia de la Abteilung en Berlín del este, lo que
significa encontrarlo en territorio enemigo sin que sospeche de las
intenciones.
El
plan que se elabora es el de utilizar a un ex funcionario de inteligencia
británico venido a menos, mal tratado, humillado, alcohólico y con problemas
económicos, expulsarlo de la organización y ponerlo en ruta para que sea
captado por los contrarios como informante.
Se
dice fácil, pero es toda una componenda que implica tiempo, recursos, una alta
dosis de compromiso del agente y toda una serie de situaciones creadas para
interesar al enemigo en el objetivo, en otras palabras, aplicando las artes del
engaño y el engatusamiento.
Alec
Leamas es de una personalidad compleja, inteligente, con una capacidad para la
simulación digna de un actor, un hombre capaz de todo para lograr su misión
porque es un patriota, un hombre comprometido con la seguridad de su país.
Convertirse
en un “soplón” y no ser descubierto en su carácter de “doble agente” por el
contraespionaje de la Alemania del Este es todo un arte, debido principalmente
a que los agentes que “filtran” a los informantes del bando contrario, son unos
expertos en detectar mentiras, contradicciones y fallas en el carácter de los
hombres cuando son sometidos a presiones.
Una buena parte del libro se va en los interrogatorios a que le hacen a
Leamas una vez que cae en sus manos, y es un verdadero placer, para quienes
disfrutamos de la torcida lógica del espionaje, meternos en las mentes de estos
sujetos que juegan al peligroso juego del gato y el ratón, y Le Carré, es un
especialista.
Cuando
un agente se involucra en un caso como este y se le quiere recuperar y traer a
la normalidad, se le dice, en el argot de las artes negras, “volver del frío”.
Se
trata de una obra oscura, de mucha intriga y con un vuelco argumental
sorprendente que nadie se imagina, esta obra está escrita con una elegancia y
una economía de palabras sorprendentes, quizás por ello es que Le Carré este
considerado como uno de los mejores escritores vivos del habla inglesa, ganador
de la medalla Goethe y de otras muchos reconocimientos internacionales, este
autor fue un funcionario de la inteligencia británica, tanto del MI5 como del
MI6.
Graham
Green dijo que esta era la mejor novela de espionaje escrita hasta el momento,
y eso, viniendo de Graham, es un verdadero cumplido.
Para
ponerlas en su justa perspectiva, estas obras reseñadas son parte de esa
primera etapa clásica de las novelas de espionaje, que con la caída del muro de
Berlín se vio en la necesidad de evolucionar, y John Le Carré fue uno de los
grandes innovadores y propulsores de la segunda etapa de esta novelística post
guerra fría, y hay unas grandes narraciones que en próximos artículos
comentaremos para ustedes.
Esta
novela también fue llevada al cine en 1965, dirigida por Martin Ritt, y en el
papel de Alec Leamas, el actor Richard Burton; si les gustó la primera novela Llamada para el muerto, esta obra El espía que vino del frío es,
verdaderamente, un manjar. –
saulgodoy@gmail.com
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