ENRIQUE MELÉNDEZ, DE LEVANTISCOS A SUMISOS

Sólo una persona que no se ha compenetrado con el desarrollo tecnológico y científico de este país, como un Fidel Castro, quien es el que  nos gobierna; vista la última fotografía que se tomó una de las hijas de Chávez con él, y que se ha traducido como el lanzamiento de una posible candidatura presidencial de la muchacha; como decir, este es el gallo tapado del abuelo; sólo una persona perdida en el mundo de las ideologías modernas, y a quien el tiempo lo dio en la cara, hasta quedar por completo desubicada frente a eso que se conoce como la cultura del progreso; con la cual, por lo demás, Castro compitió.

Fidel transformó en la última carta del comunismo, pudo quebrar ese potencial científico y tecnológico, que veníamos desarrollando desde la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y que tuvo continuación durante los gobiernos de la democracia; cuyo máximo logro fue nuestra industria petrolera; herencia, sin duda alguna, de los grandes trusts transnacionales, que asentaron su reales y sus tiendas alrededor del negocio del “oro negro” a comienzos del siglo XX en Venezuela; ejemplo, posteriormente, de una gerencia e ingeniería minera excelente; que fue donde se puso a prueba el talento venezolano; capaz de convertir a Pdvsa en el segundo holding de empresas más importante del mundo de los hidrocarburos.

Chávez citaba mucho una frase del rey Federico II El Grande de Prusia: “El buen estadista encuentra recursos donde no los hay”. A cuenta de esta máxima Pdvsa está ante el fisco hasta la coronilla de deuda; pues a partir del famoso millardito; cuando a Chávez le dio por creer que el término reserva implicaba un proceso acumulativo; equivocando con ello lo que son las reservas del Tesoro, que sí son acumulativas; llegó la anarquía a nuestras finanzas; algo que se llevó por delante a la famosa doctrina fiscal de Román Cárdenas, instaurada durante el gobierno de Juan Vicente Gómez, y donde se creó la figura del Banco Central de Venezuela como ente regulador de nuestra economía.

Chávez no entendió, y nunca lo quiso entender, dada su soberbia de godo, pues más de un economista en su momento, cuando él comenzó a hablar de un excedente en las reservas internacionales, y que, según su modo de ver, debía ser aprovechado para el desarrollo del país, y de ahí vino la derivación Fonden; con el perdón de la digresión; se lo advirtió que el término reserva en este caso tenía que ver con el circulante en moneda, que existía en el país, representado en dólares, de acuerdo al valor de la misma. De modo que se vino a instituir un organismo con el pomposo nombre de Fondo de Desarrollo, y que vino a resultar una caja mucho más negra, que aquella que denunciaba el terrible Tobías Nóbrega cuando era joven; que, a su juicio, significaba Pdvsa, y que lo fue lo que le valió la fama de fundamentalista, más adelante, a la hora de ser considerado por Chávez como su ministro de Finanzas, aunque ya ese es otro cuento. Hacia ese fondo irían a migrar la mitad de los ingresos de Pdvsa, sin que nadie supiera cual era el destino de los mismos, dada la opacidad arbitraria con la que este gobierno ha manejado las cuentas, y hoy Pdvsa está sin caja.

Porque todo esto se lo debemos al pensamiento cubano; que es el que más embulló más a Chávez por ese camino, es decir, por el camino de “conseguir recursos, donde no los hay”, que constituye el principio del derroche fiscal; pues de otra manera, lo que uno les condona en materia de factura petrolera a los cubiches, se vería; pero, además, porque fue un pensamiento que se quedó fosilizado en el tiempo; una especie de Mercurio retrógrado; como suelen decir los astrólogos, y entonces uno ve la vida en La Habana detenida en el pasado mediato; cuando nuestros padres estaban jóvenes, y a uno lo llevaban a bautizar en un carro como esos que se ven en esas calles; incluso, modelos que ya ni existen en chiveras o abandonados en las carreteras de Venezuela; porque nuestra modernidad se encargó de darles sepultura, y los pocos que sobreviven forman parte de una colección de carros antiguos de algún millonario; no obstante, en las ciudades de Cuba se mueven como si se tratara del último grito de vanguardia, y no se diga de esas calles; paredes ruinosas, cornisas desprendidas, balaustradas carcomidas; lo que fue una de las arquitecturas sevillanas más exquisitas, que se conocieron en el área del Caribe, en el más absoluto deterioro, como si el país viniera de salir de una guerra; asimismo, deambulando por allí gente chancletuda y harapienta. ¿Qué cultura del progreso le podía ofrecer este pensamiento retrógrado a nuestro desubicado muchacho de Sabaneta? Lo más grave de todo esto, es que este fenómeno ocurre después de la caída del Muro de Berlín, cuando ya lo que se pensaba que no era más que un delirio, vino a manifestarse en este continente, y si en el mundo soviético se vivió como una tragedia, en este instante se vive como una farsa.

Ahora, ¿cómo explicarnos eso que, siendo uno de los países más independentista del mundo, hayamos pasado a ser el más abyecto? Incluso, hasta se burlan de nosotros en el extranjero, a partir de allí. ¿Somos un pueblo bipolar, en ese sentido? Eso es lo que hace pensar que es nuestra alma; porque, por lo demás, quien lleva a Hugo Chávez al poder es la clase media, es decir, la clase más instruida de nuestra sociedad, y esto comenzó por el culto al militarismo que se profesa en este país, que también es una forma de abyección, por aquello de la bota militar; pues en nuestro medio se habla de un gorila para algunos casos de dictadores castrenses, pero aún en nuestro inconsciente priva el hecho de que, como ahora, ansiamos que los militares nos resuelvan nuestros problemas políticos, y esa era una de las ventajas comparativas, que tenía Chávez en su momento: él, un ex militar, sí iba a limpiar al país de corruptos; sólo que resultó el sujeto demasiado enamoradizo, y muy espléndido con sus amores.

Enrique Melendez O.

melendezo.enrique@yahoo.com

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