En
Venezuela y sus calles la violencia urbana se manifiesta cada vez en aumento,
no distinguiendo sexo, religión o clase social; caminar por las calles ya no es
tan fácil como lo era antes, ahora es común sufrir robos, asaltos, violaciones,
homicidios, secuestros, estas formas de manifestarse la violencia urbana no
sólo es fuera del hogar sino también
dentro de él como la violencia doméstica y las instituciones de cualquier
índole hoy por hoy.
Sumado
a esto, la violencia generada por los enfrentamientos entre sectores de
oposición, sean estudiantes, hogares, comunidades y complejos familiares, se
suman al profundo deterioro que la Patria de Bolívar en las diferentes áreas
que la componen. El deterioro es tan grave, que el despertar en las Urbes esta
bajo el sonido de escopetas, bombas lacrimógenas, disparos y demás enceres de
este proceso social de protesta.
Entre las causas se puede citar por ejemplo el desabastecimiento de los recursos básicos, dando lugar a confrontaciones violentas entre los grupos que compiten por los escasos recursos disponibles, la no educación que hace que los jóvenes no logren insertarse en el mercado laboral quedándose sin vínculos sociales que les puedan proporcionar un sentido de futuro, existiendo conexiones cercanas entre la violencia juvenil y otros tipos de violencia.
A
esto se le agrega las “vivencias” de los actos violentos en las calles,
sufriendo abuso físico por parte del sector represivo del gobierno venezolano;
condicionando a las familias, niños o adolescentes de tal modo que consideren
la violencia como medio aceptable para resolver problemas y logrando que el
espiral de la violencia se establezca como mecanismo de convivencia.
La
cantidad de muertos por estos últimos de acontecimientos, sean del lado que
sean, siembran en el corazón de la gente los nuevos esquemas. Dándose el
declive de las fortalezas que favorecen la convivencia. Donde los odios y la
ausencia de credibilidad por parte del ciudadano no tarifado por el régimen
logra evidenciar que la gobernabilidad va en caída libre produciéndose así el
efecto “bola de nieve” en Venezuela.
La
sumatoria de más de una década, se evidencia en el fracaso económico del
gobierno que no puede abastecer al país. El país está endeudado. Toda empresa
venezolana exitosa le da envidia al gobierno, si pueden la expropian, se
apoderan de ella a la fuerza al final la experiencia, en general, es
contundente, la empresa se vuelve una ruina. Lo que antes daba ganancias,
pagaba sueldos, pagaba impuestos, ahora da gastos y no funciona. Se convierte
en una fuente de corrupción y pérdidas para el país.
En resumen, el modelo marxista-cubano implantado es como un “planta parasitaria” que cada día estrangula la vida económica, cultural, la empresa, los medios de comunicación, la educación. Los jóvenes se ven sin futuro. Los abuelos y los padres ven que sus nietos e hijos van a vivir mucho peor, sin libertad, sin horizontes.
Cada
vez la gente está menos para bromas y se desborda una crisis que a nuestra
apreciación ya se inicio con 22 muertos en sus haberes. He allí la reacción
social de los venezolanos.
Jose
Pons
joseponschene@hotmail.com
@joseponsb
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