Recibí
tu carta. Gracias por enviármela en papel como en los viejos tiempos. En ella
me preguntas por el cismático alcalde de Bogotá. Pues bien, aparte de contarte
que por fin tuvo que salir del Palacio Liévano dejando la ciudad medio trabada,
lo siento, pero no te voy a complacer refiriéndome más a ese tema que aquí nos
tiene saturados, aburridos, exasperados e imagina media docena de adjetivos
semejantes.
Baste con decir que el hombre sí era lo que algunos sospechábamos
que era, discípulo de Chávez, aunque bastante más iluso que el comandante
venezolano pues no entendió que para hacer las diabluras de don Hugo hay que
contar con una renta petrolera colosal.
La
campaña presidencial sigue igual de aburrida que hace unos meses. Conociéndote,
me recordarás que en ella se juega mucho y, tan no te lo negaré, que ando muy
pendiente, pero cuando los actores son ineptos y el guión es flojo, la película
sale mala así hable del destino de tus hijos y de tus posibles nietos. Hasta
los golpes bajos que se reparten son pachucos.
El bebé de Rosemary |
Menos
aún te voy a fastidiar con los estragos que el bebé de Rosemary sigue dejando
regados a diario en este país indolente. Nada más en estos días las Farc
asesinaron brutalmente cerca a Tumaco a dos policías que iban de civil. Luego
sus cínicos líderes —sí, los mismos que andan negociando la paz y pidiendo
prebendas en La Habana— justificaron el acto diciendo que al matar a alguien a
garrotazos se hace menos ruido. Así como suena. También se reveló la existencia
en Buenaventura de unas “casas de pique” en las que la gente es torturada,
asesinada y luego desmembrada y arrojada al mar para borrar el rastro. Pero
dejemos la sangre nuestra de todos los días. Ojalá un día de estos el engendro
que concibió la entonces angelical Mía Farrow en la película de Polanski se
vaya de vacaciones lejos de aquí. Aunque no es consuelo, últimamente pasa
temporadas cada vez más largas en la martirizada Venezuela. Si hace diez años
alguien me dice que nuestros ricos vecinos iban más que a duplicar nuestra tasa
de homicidios per cápita, hubiera dicho que estaba loco. Concuerdo, todos
estamos un poco locos en esta Suramérica bendita.
Te
habrás enterado de que en unos meses, cuando la burocracia termine de moverse
en cámara lenta, nos quitan a los colombianos la visa para ir a Europa y con
ella la condición de parias. ¿Signo de que mejoramos mucho? No creo, más bien
signo de que Europa se está desbaratando a marchas forzadas y no sólo porque
Putin se haya tragado a Crimea de un bocado, sino porque sospechan que ni
siquiera los colombianos, que llevamos décadas buscando mejores aires por allá,
nos arriesgaremos a viajar a un continente en el que no hay trabajo. Ahora,
vivir para ver, nos quieren de turistas.
En
fin, ya viene el Mundial de Fútbol, que entre otras cosas podría tener efectos
electorales insospechados aquí, pues Colombia debuta contra Grecia la víspera
de la segunda vuelta de las presidenciales. Como sin duda ganaremos, ¿al día
siguiente votará más gente? Vaya uno a saber. El propio domingo 15 de junio el
menú es aceptable e involucra a dos entrenadores colombianos: Ecuador-Suiza y
Honduras-Francia. Ese día también debuta tu Argentina contra
Bosnia-Herzegovina. De acuerdo, la corte de Messi debería ganar fácil. Te
confieso que espero con cierta ansiedad la catarsis mundialista. Como decía
alguien por ahí, la política es un juego sucio: lo que va en serio es el
fútbol.
Un
abrazo,
Andres
Hoyos
andreshoyos@elmalpensante.com
@andrewholes
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