Un amigo nos envía una laboriosa
comparación entre la elección de diciembre de 1998 y la de octubre 7.
En 14 años no disminuyó la votación de
Chávez, ganó con 54% de los votos, ahora subió a 55%, sólo que votaban por
Chávez hasta en la Lagunita y en Baruta, y hace tiempo reemplazó a esos
electores con los de la clase E; abrumadoramente vota hoy la clase media por la
oposición, pero en los barrios se movilizaron masivamente para evitar la
derrota de Chávez, asustados por los actos multitudinarios de Capriles. En esos
14 años Chávez ocasionalmente estuvo en minoría, pero supo maniobrar para ganar
las elecciones, estas del 7 de octubre las perdía hace 2 años.
A última hora Chávez escogió a sus
candidatos para diciembre para evitar que los gobernadores excluidos no
trabajaran a su favor en las elecciones presidenciales, sólo que en algunos
estados la imposición del dedo presidencial le costará sus votos.
La campaña arrancó con ataques
personales, Chávez ha demostrado estos 14 años que el que le presente la otra
mejilla pierde la dentadura.
Los candidatos chavistas usan un
argumento despreciable pero efectivo: amenazan con que si los electores
prefieren un gobernador de oposición Miraflores le cerrará el grifo al estado.
En Miranda Chávez se esmerará en derrotar a Capriles Radonski y cortar así su
carrera de líder de la oposición. Muchos electores que esperaban un triunfo
arrasador de Capriles no aceptan la derrota; aunque el propio Capriles repita
que no hubo fraude, constantemente este cronista tropieza con personas que no
quieren votar, suponen que electoralmente nunca se derrotará a Chávez.
El ventajismo chavista sólo se
denunció con fuerza ahora, no desde el inicio de la campaña.
La oposición siempre manejó una
información equivocada según la cual estaba siempre aumentando su votación
después de una arrancada infeliz.
Si en diciembre ocurre una catástrofe
habrá que cargársela a la encuestadora que se equivocó por 15 puntos, un error
catatónico, increíble, diabólico.
Otra vez estas elecciones serán
decisivas, sólo que ahora no lo cree el país porque la oposición parece un
disco rayado, siempre dice lo mismo.
Pero si ganase en diciembre colocará
un dique frente a un proyecto poco democrático.
Hay quienes en la oposición quieren
que a Capriles lo derroten en Miranda.
El proyecto de Chávez no cambiará, ni
tampoco su estilo. Le va de maravillas, aunque ilustres economistas amigos
nuestros demuestren que el país se reventará en los próximos meses, Venezuela
lleva 14 años por esa pendiente. ¿Cómo estaba el dólar en 1998? El hambre derrota
al socialismo real muy, pero muy a la larga. Eso sí, si la economía entra en
picadas este socialismo del siglo XXI abandonará uno de sus lujos: celebrar
elecciones.
Al socialismo del siglo XXI sólo lo derrotará
la unidad de la oposición y un liderazgo que sepa votar, luchar en la calle y
ganarse a los pobres.
Miranda es Stalingrado para la oposición; la batalla que se librará con la espalda contra la pared y donde no hay posibilidad de permitir al enemigo tomar la ciudad. En esa ciudad cambió el rumbo de la Segunda Guerra Mundial. Los generales de Stalin supieron morir antes de rendirse, combatieron con las uñas contra un enemigo con todas las ventajas y para evitar que los aplastaran los bombardeos de los aviones Stuka pelearon cuerpo a cuerpo, hasta morir; infundieron a sus tropas las ganas de luchar.
Eso sí, hay que dejar de despreciar e
insultar y provocar a los que votaron por Chávez.
@faustomaso
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