La primera vez que me engañes será culpa tuya, la segunda será mía”
Su grave enfermedad puede brindarle al paciente habanero la ocasión de
salirse nuevamente con la suya al trocar una derrota segura en una nueva
oportunidad para sus tiránicos propósitos.Hugo Chávez ha encontrado en su
denodada lucha contra una temible enfermedad la epopeya que la vida siempre le
negó.El único episodio de su carrera de militar conspirador, lanzado hacia el
poder absoluto, que pudo asemejarse a una batalla verdadera terminó en
rendición. Las batallas contra el cáncer suelen tener un desenlace tan
previsible en el caso del líder máximo del Psuv como puede serlo el desempeño
del precio del crudo en los años venideros. Pero, al igual que en la
traicionera y sangrienta madrugada del 4 de febrero, su enfermedad puede
brindarle al paciente habanero la ocasión de salirse nuevamente con la suya al
trocar una derrota segura en una nueva oportunidad para sus tiránicos propósitos.
El secreto de estado que ha rodeado su condición médica, el vociferante
melodrama, no por barato y ramplón menos eficaz, que se desgrana en despedidas
y recibimientos multitudinarios en el aeropuerto y en manipuladores “tuiteos”
sensibleros , enviados desde un hospital en La Habana; su promesa de vivir para
triunfar de sus enemigos; el recrudecer de la megalomanía que equipara su
carrera política a la de Simón Bolívar; su irresponsable despilfarro del dinero
público, la terca resolución de poner la suerte toda del país en las mismas
manos extranjeras en que ha puesto su personal destino médico, la orden general
de volcar obscenamente, como nunca antes en catorce años, las arcas del Estado
sobre la fracción más menesterosa y dócil de su electorado; la clara voluntad
de extorsionar, una vez más por la vía del miedo, el voto de los empleados
públicos; la demencial contumacia con que niega la formidable magnitud de
problemas como la inseguridad y la escasez que su sectario desgobierno ha
dejado caer sobre la nación entera, y junto a ello, su renuencia a apartarse de
la vida pública, como recomienda el más elemental sentido de las limitaciones
de la voluntad humana, todo, ¡todo!, nos habla del designio de persistir en ser
candidato a la presidencia, sin contemplar siquiera la posibilidad de designar
a uno de sus partidarios como sustituto.
¿Quién, en su sano juicio se empeñaría en protagonizar una campaña
electoral en el precario estado de salud que la profesión médica consultada,
dentro y fuera del país, describe desde hace tiempo como terminal? ¡Ah!, pero
en el momento que vive Venezuela, de nada sirve ponerse en los zapatos del
adversario porque los zapatos del adversario son los de un hombre
superlativamente perturbado por un terrible trastorno de personalidad que lo
lleva a despreciar la opción que cualquiera de sus seguidores, y para el caso,
cualquiera de nosotros, puesto en su lugar, seguiría.
Es precisamente eso, la ausencia todal de sano juicio, el elemento
faltante a la hora de conjeturar con mediana posibilidad de acierto qué rayos
se propone Chávez. Si prescindimos de esa condición, si dejamos fuera el sano
juicio, el panorama ante nosotros se clarifica: Chávez ha tomado la decisión de
morir matando. Y conviene desengañarnos.
La delirante y malsana lógica de este hombre que se cree predestinado a
hacer, contra viento y marea, de América Latina un nuevo continente para el
totalitarismo colectivista, lo lleva a priorizar, no su salud ni su
sobrevivencia personal, sino la instauración, a trancas y barrancas, del
mostrenco experimento de federación cubano-venezolana. Valga lo que valiere
este inviable desatino, obviamente condenado al fracaso en breve tiempo, para
Chávez es absolutamente imprescindible asegurar la permanencia del Psuv en el
poder. Para él es imperiosamente necesario ganar las elecciones del 7 de
octubre, aunque ello signifique inmolarse.
Tan demencial como pueda esto parecer, no cabe otra explicación para la
renuencia de Chávez a retraerse resignadamente al ámbito familiar. Los
caudillos megalómanos y mesiánicos tienen en la humana condición mortal a su
enemigo más odiado y nada halaga tanto su narcicismo que la idea de prevalecer
más allá de la muerte.
La mejor manera de burlar lo que, sin su candidatura, parece el destino
cierto del chavismo ― ser desalojado del poder, así sea temporalmente ―, es
lanzar los nueve innings completos, aun al precio de expirar inmediatamente
después del out numero ventisiete, pero dejando, eso sí, a la oposición
democrática en el terreno.
Esa es su idea fija, una monomanía terminal que los Castro han de
explotar con la astucia y la acometividad de quienes juegan su última carta
histórica. De ella emana el cariz ominoso y fatídico de la actual hora
venezolana.
La reencarnación de Bolívar no entrará a la noche que indefectiblemente
le espera sin dar la batalla de las Queseras del Medio, sin gritar “vuelvan
caras” al borde de la tumba y dejar consolidada detrás suyo la pesadilla
comunista en nuestro país.
Para derrotar tan monstruosa pulsión de muerte es preciso, ante todo,
penetrarnos de su inhumana magnitud y poner en tensión todos los recursos de
movilización electoral a nuestro alcance. Octubre puede ser el término
definitivo de la tragedia venezolana.
En cada uno de nosotros está el evitarlo.
http://ibsenmartinez.com/archives/1687
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
Su análisis no puede ser más exacto y completo. En mi entorno, tanto mi persona como mis amigos, estamos claros en que Chávez es el tipo de personaje que "muere con las botas puestas". No importa si el esfuerzo le cuesta la vida: seguirá hasta el final y eso lo saben los suyos. De ahí nuestra teoría de que Cabello se prepara no para el 7 de octubre sino para la elección que seguirá ... poco tiempo después del 7 de octubre.
ResponderEliminarExcelente análisis, estoy segura de que Chavez dirigido por los hermanos Castro quiere instaurar el comunismo en nuestro país aunque en ello se le vaya la vida, no por valiente ya que en el golpe de estado demostró ser un cobarde, sino por sus ansias de poder, su megalomaia y en su entorno mas allegados están unos cuantos haciendo méritos para ser su sucesor, especialmente Diosdado.Por ello tenemos que luchar para ganar el 7 de octubre. Esta es nuestra última oportunidad.
ResponderEliminarAura Rondón