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lunes, 14 de septiembre de 2009

TOTAL..... TOTALITARISMO, MANUEL BARRETO, EN EL CARABOBEÑO

"Ninguno de los males que pretende remediar el totalitarismo es peor que el propio totalitarismo" Albert Camus

El totalitarismo de Estado -que es la hegemonía de un partido único que secuestra las instituciones y bienes del Estado en provecho propio y gobierna por la fuerza- ya está presente y consolidado en nuestro país. De seguir así esta situación, podría establecerse una analogía con aquella conocida expresión de Bujarín, quien antes de ser fusilado por Stalin, se limitó a decir:... "No es verdad que en Rusia haya sólo un partido. Lo que sucede es que hay un partido en el poder y los demás están en la cárcel".

Para el filósofo búlgaro Tzvetan Todorov el Estado totalitario se construye básicamente en función de la colectividad, no del individuo, por lo cual debe prevalecer el "nosotros" en detrimento del "yo". Por definición, el totalitarismo niega la alteridad. El yo personal, privado, se disuelve en el nosotros colectivo: la vida individual queda esparcida en la esfera pública, la totalidad de su existencia se supedita a la norma pública, incluidas las relaciones personales, los sentimientos, creencias o gustos. Este totalitarismo escarlata -que así se evidencia por la manera como ha logrado controlar de manera total los poderes del Estado- haciendo propicia la confusión del ejecutivo, el legislativo y el judicial y por supuesto el electoral, así como el "moral" en una persona, al igual que otros regímenes similares, centra su actuación invocando la defensa del país y una inminente invasión del Imperio -por aquello de "un régimen totalitario necesita siempre de un enemigo"- o en la defensa "del pueblo", y de su equidad, al considerar que tan sólo mediante la intervención del Estado se logrará luchar contra la pobreza y subsanar ese cúmulo de injusticias; y todo este andamiaje apuntalado por la fuerza militar, policial o de milicias, que justifica continuamente la existencia del propio aparato represivo, no como una aberración del sistema, sino como consecuencia de tratar de implantar un orden totalmente inescrupuloso, extraño tanto a los valores como a la expectativa de la ciudadanía; pues en esto se soporta esta estructura, tal como se evidencia en estos últimos días, resulta vital infundir terror, se hace menester castigar indiscriminadamente, incluso a inocentes, para que nadie se sienta seguro y someter a la obediencia a los ciudadanos mediante la coacción. Los ejemplos ocuparían la página entera de Opinión, pero allí queda la oprobiosa sentencia, emanada de un tribunal de la República, que condena a los comisarios Iván Simonovis, Henry Vivas, Lázaro Forero y a otros seis efectivos de la Policía Metropolitana, a penas de 30 y 17 años de presidio, por los sucesos de abril del 2002; o la reciente detención, acá en nuestra ciudad, del joven estudiante Julio César Rivas Castillo, a quien le imputan los cargos de instigación a la guerra civil y a la devastación, incitación para delinquir, asociación para delinquir, resistencia a la autoridad, daños materiales y uso de arma genérica.

Y a todas éstas... ¿Adónde quedan las leyes, y la Constitución? El hecho que contemos con una Constitución no quiere decir que tengamos Estado de derecho, porque éste implica independencia de los jueces, derechos fundamentales de los ciudadanos, control de los gobernantes. Recordemos que ningún régimen totalitario renunció a sus constituciones, muy al contrario, también las adecuaron a sus planes. Ya a partir de la Revolución Francesa se establecía que los derechos de los ciudadanos debían ser respetados. El artículo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano dice más o menos así: "Un Estado donde no están garantizados los derechos de los ciudadanos no tiene Constitución, así formalmente tenga un documento escrito".

Sin embargo Hanna Arendt, la gran estudiosa del totalitarismo, nos dejó un dato muy interesante: "Es en el momento de la derrota cuando se hace visible la debilidad inherente a la propaganda totalitaria, porque sin la fuerza del movimiento, sus miembros dejan automáticamente de creer en el dogma por el que ayer todavía estaban dispuestos a sacrificar sus vidas...".

Manuel Barreto
barretom2@yahoo.com
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