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lunes, 24 de diciembre de 2007

*UNA EX-JUEZ, HERMANA DE ANTONINI, ES LA CLAVE EN SU ESTRATEGIA LEGAL



Carolina Colin-Antonini, ex-Juez de Georgia y hermana del hombre de la valija, fue quien le aconsejo “llamar de inmediato al FBI” y le ayudó en la configuración de su estrategia legal. El argentino Clarín, en un reportaje de Gustavo Sierra, lo revela este domingo.
Este es el reportaje completo:

Tenía la cara al rojo y transpiraba como un cortador de caña. Alex Antonini Wilson sabía que se había salvado por muy poco de la cárcel y que lo habían dejado solo. Sus amigos de toda la vida y socios, Franky Durán y Carlos Kauffman no eran ya confiables.


Pensó en su hermana. La hermana mayor que lo había salvado tantas veces: Carolina Colin-Antonini una ex jueza del estado de Georgia. Pero cuando terminó esa larga llamada con Carolina estaba más preocupado que nunca. Ella le aconsejó llamar de inmediato al FBI. Esa mañana del 8 de agosto del 2007, había regresado a Miami después de tomar un vuelo desde Montevideo. Cuatro días antes lo habían agarrado con una valija de doble fondo con 790.550 dólares en Aeroparque.

Pensó que nada sucedería cuando se vio al día siguiente en un salón de la Casa Rosada compartiendo un cóctel, pero su ilusión se desvaneció. Se fue a Montevideo como lo había hecho ya muchas veces. Los negocios estaban a una y otra orilla del Río de la Plata. Sus 160 kilos comenzaron a pesarle más que nunca.

Carolina, su hermana, es una cristiana profundamente religiosa que desaprueba sus negocios con el régimen de Chávez y que oficia desde siempre como la voz de la conciencia de Alex. Llegó a EE.UU. a los 19 años para vivir con su madre, Beverly Wilson, una maestra estadounidense que había conocido a Guido Antonini, un venezolano de origen italiano, y se había ido a vivir con él al pueblo de La Victoria, en Aragua, donde la familia tenía la fábrica de adhesivos El Polo. Cinco años más tarde se graduó de abogada en Georgia State University con la especialidad en Inmigración y comenzó a trabajar en el servicio de la Catholic Social Services. Protegía a los inmigrantes con amenaza de deportación y su carta de defensa eran las iglesias que le daban refugio a la gente para que no fueran expulsadas. Poco después se asoció al bufete de Cohen & Associated y comenzó a enseñar en la misma universidad donde se graduó, hasta que empezó a tener exposición mediática al ser la defensora de varias celebridades con problemas de migración. Se la podía ver en la CNN cada dos por tres.

Eso la ayudó para convertirse en el 2001 en la primera mujer jueza de Georgia. Un puesto que dejó hace dos años para abrir su propio estudio en el 600 del West Peachtree St., la calle que es la columna vertebral del centro de Atlanta. Allí está parapetada desde que comenzó “el escándalo de la valija” . Es ella quien definió la estrategia legal de su hermano y quien le recomendó a la abogada, Theresa Van Vliet, de Genoveses, Joblove & Battista de Miami, especialista en temas de extradición.

“Soy una simple abogada de derechos humanos y nunca aceptaría representar a nadie en asuntos de extradición. Está por fuera de mi especialidad” fue la explicación de Carolina al diario local Atlanta Latino. Y agregó que más allá del “amor incondicional y apoyo a mi hermano y nuestra completa credibilidad en él, su carácter y su inocencia, no puedo entregarle más información”.

Alex aceptó la recomendación de su hermana y se presentó junto a su abogada ante el agente especial del FBI Michael Lasiewicki. Apenas dos semanas más tarde, el 23 de agosto, ya estaba “todo cableado” con los micrófonos para grabar la conversación con sus amigos de toda la vida y socios, Franky Durán y Carlos Kauffman, quienes llegaron acompañados del abogado venezolano Moisés Maionica que le venía a hacer una oferta de parte de “altas autoridades” venezolanas. Si se hacía cargo de los 800.000 dólares que había intentado entrar en forma clandestina a la Argentina y no mencionaba el origen de los fondos, la empresa estatal de petróleos venezolana PDVESA se haría cargo de todos los gastos que los trámites podrían causarle y lo recompensarían con u$s 2 millones.

Carolina apoyó cada paso de su hermano mientras cuida de que su anciano padre Guido, que vive con ella en Atlanta, no se entere de los pormenores de la trama en la que está metido el hijo.

Alex Antonini nació en La Victoria, Venezuela, el 8 de abril de 1961. Comenzó a estudiar abogacía en Caracas pero nunca terminó. En los años 80 ya estaba en Miami. En 1991 se casó con Jacqueline Regnault Palacios, también conocida como Mónica. Y juntos armaron un pequeño imperio. Ella con la compra-venta de casas. Él con negocios de todo tipo, aunque su debilidad es la comercialización de armamento. Pero el gran salto lo tuvieron con la llegada de Hugo Chávez al poder y Alex comenzó a formar parte de los jóvenes exitosos de la “petroburguesía” venezolana con un pie en Caracas y otro en Miami.

De acuerdo a los archivos públicos del estado de Florida, Antonini armó su primera empresa importante en 1994, Venus Suply Inc. Ese mismo año compró su primera casa en Key Biscayne. Se dedicaba a comprar neumáticos usados a muy bajo precio y excelente estado en Miami y exportarlos a Caracas. Lo mismo hacía con repuestos para autos y tractores. Pero su mejor negocio eran las armas y otros elementos de seguridad que enviaba a las familias acomodadas de toda Venezuela. Sus mejores transacciones aparecieron con el chavismo. Se asoció junto a Durán y Kauffman en Venoco y entraron en los negocios petroleros.

Pero la documentación pública indica que al mismo tiempo creó otras tres empresas que de alguna manera tenían que ver con la compra y venta de armas. En el 2003 constituye Global Ads Corp. y Techmilk, junto al piloto venezolano Wladimir Abad, que se encargan de ser el nexo con la sociedad Defensa y Tecnología, establecida por Antonini en Venezuela para la “venta, distribución, exportación e importación de armamento militar y policial”.

En el 2004 también arma la empresa de inversiones Fox Delta Investments Inc. junto a su amigo Franky Durán y comienza su gran despegue que se materializa en el 2005. De acuerdo a los registros de la Propiedad Automotor de Florida, en enero se compró un Hummer modelo H2 y en marzo un Porsche Cayenne azul. Y para la Navidad del 2007 se regaló un BMW blanco y un Range Rover Supercharge.

Por ahora, Antonini sigue disfrutando de su fortuna, aunque con miedo a represalias de toda la gente que traicionó al convertirse en informante del FBI, y su hermana ya le advirtió que debe ir acomodando los negocios para enfrentar “limpio” un eventual proceso de extradición. Para eso, le queda todavía un año en los que puede continuar con sus prósperos negocios. Claro que ya no conseguirá ningún nuevo contrato para armar a las policías provinciales de su país. Y con la compañía petrolera venezolana PDVSA no podrá ni cargar su gasolina.

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