Hay muchos temas nacionales sobre los cuales
escribir. Sin embargo, siento la obligación moral, personal y política de
dedicarle estas líneas a Adolfo Suárez. Se trata de uno de los personajes más
importantes del Siglo XX. En buena parte gracias a su protagonismo, España se
ha elevado a los niveles actuales de desarrollo y convivencia democrática.
No es fácil sobrevivir luego de una guerra
existencial, terrible, como la sufrida en aquellas tierras y, tanto como eso,
pasar por encima de las hondas diferencias fratricidas que durante varias
décadas afectaron la vida de las personas y hasta de las familias, herederas de
uno y otro bando hasta llegar a un encuentro que se inicia a la muerte del
dictador Francisco Franco y la coronación de Juan Carlos I, como Rey de todos
los españoles en 1976. La férrea alianza política y personal del nuevo Rey y Adolfo Suarez González, hizo posible el milagro al que muy pocos apostaban en el mundo. Fue
posible.
Adolfo venía de las filas franquistas. Nacido
en Ávila, estudió Derecho en Salamanca. Fue secretario general del Movimiento,
gobernador de Segovia y, entre otras cosas, director de la Radio y Televisión
de España. A pesar de su juventud, el Rey le encomienda formar gobierno en
l976. Constituye la Unión de Centro Democrático, UCD, en cuyo acto constitutivo
estuve presente. Gana las elecciones generales del 77 e integra el primer
gobierno democrático, aunque tercero desde la muerte de Franco. Con prudencia
que nunca fue debilidad y firmeza que no atropelló a nadie, busco
entendimientos con todos los sectores. Comunistas y socialistas fueron
legalizados, los presos y exilados amnistiados, la economía abierta al mercado,
las tensiones relajadas y el país verdaderamente pacificado. Bajo su mandato se
discutió y aprobó la todavía vigente Constitución en diciembre de 1978, con Don
Fernando Álvarez de Miranda como Presidente del Congreso de los Diputados. Tuve
el honor de ser invitado como Presidente de la Cámara de Diputados de Venezuela
durante ese período.
Renunció el 29 de enero del 81. En el acto de
investidura del sucesor, todavía siendo Presidente del gobierno español, se
produjo el fallido golpe de estado encabezado por el Coronel Antonio Tejero,
enfrentado y derrotado gracias, entre otras cosas, al coraje demostrado ese día
por Adolfo y Santiago Carrillo, jefe del Partido Comunista aún a riesgo de sus
vidas.
Alguna vez le pregunté sobre la verdadera
razón de su renuncia. Me dijo que para consolidar la transición, España
necesitaba un gobierno socialista bajo la Monarquía. Al poco tiempo fue elegido
Felipe González, por el Partido Socialista Obrero Español, PSOE. Lo demás es
historia.
En seguidilla enfermaron gravemente, tanto una hija como su esposa. Nunca se
recuperó. Se fue esfumando hasta ahora. Ha muerto un gran hombre y excelente
amigo. España, la Unión Europea y el mundo entero, Venezuela incluida, quedamos
en deuda. Para mí seguirá siendo el “súper Adolfo”.
Oswaldo
Álvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
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